Julia Sáez-Angulo
12/2/19 .- MADRID .- Es española de
elección y corazón, sin haber dejado nunca de ser rumana por cuna y afecto.
Desde que aterrizó jovencita, como una doncella de La
Primavera de Botticelli en Madrid, con su melena rubia al viento y una beca
de Asuntos Exteriores, su carrera literaria y de alta funcionaria no dejó de
crecer. Ioana Zlotescu Simatu (Bucarest) me recibe en su madrileña y acogedora casa desde hace más
de 30 años, amueblada con butacas decó, un mueble de familia que llegó
recientemente de Bucarest, cuadros, muchos libros en estanterías y plantas,
numerosas plantas porque las cuida y defiende, así como una gata a la que le habla. Desde su terraza se pueden contemplar árboles, altos plátanos de paseo y alguna conífera, al tiempo que ella llora la pérdida de 24
ejemplares que le taló un alcalde malhadado, al que prefiere no nombrar para que el
olvido lo engulla y sepulte.
Primero Ioana impartió clases en
Periodismo cerca de Vintila Horia y Mónica Nedelcu. Funcionaria TAC trabajó en Palacio
Real, donde creó una tertulia poética para dotar al noble edificio de un
acto cultural relevante. Por aquella tertulia pasaron Ángel González o Luis
García Montero entre otros. La poesía se vinculó así a la Casa Real y hoy hay
un premio importante de Poesía que lleva el nombre de la Reina Sofía y que
administra la Universidad de Salamanca.
Entre tanto, Ioana se iba
especializando, investigando, traduciendo y escribiendo sobre Ramón Gómez de la Serna a tal
punto, que dirigió la colección de sus obras en Galaxia Gutenberg y ha
publicado multitud de artículos, y pronunciando infinitas conferencias, dentro
y fuera de España, sobre este madrileño autor de las célebres Greguerías, que no es precisamente el
libro que más le entusiasma a la hispanista rumana. El columnista Francisco
Umbral denominó a Ioana Zlotescu “la viuda blanca de Ramón” y estuvo acertado.
Yo misma la he pillado in fraganti
escribiendo sobre Ramón y Colombine para el catálogo de una exposición que se
va a llevar a cabo en Almería sobre la escritora Carmen de Burgos. Su tesis
sobre la relación entre ambos personajes es muy interesante, pero habrá que
esperar a que se publique para divulgarla.
"Es usted la primera rumana que obtiene la nacionalidad española sin la vía del matrimonio", le dijo el funcionario español cuando le entregó los documentos en los que se permitió cambiar su nombre por el de Juana.
"Es usted la primera rumana que obtiene la nacionalidad española sin la vía del matrimonio", le dijo el funcionario español cuando le entregó los documentos en los que se permitió cambiar su nombre por el de Juana.
A primeros de 2000 Ioana fue
nombrada directora del Instituto Cervantes en Bucarest. Fue una experiencia que
no olvida, un lustro en el que se reencontró de nuevo con su cuna y su familia, y
pudo alternar con dominio absoluto la lengua sólida castellana y la “selvática”
rumana, al decir de Cioran, con el que Ioana tuvo un interesante encuentro en
París, primero en lengua gala y después pasaron a la lengua que el filósofo
calificó de “selvática”, frente al “encorsetado” francés. Por el Instituto
Cervantes en Rumanía pasaron entre otros Santos Juliá y Jorge Semprún, invitados por la directora.
Tras regresar a España, Ioana salió
ilesa de un terrible incendio que tuvo lugar en su casa de madrugada y que ella
ha contado a todos los amigos hasta llegar a la catarsis liberadora. ¿Pero por qué sigues
viviendo en esta casa del incendio?, le increpo. “Porque la considero mi casa
familiar en Madrid: la elegí, porque tenía enfrente una placita de árboles, y,
sobre todo, porque aquí vivieron un tiempo mis padres conmigo”. Seguidamente me cuenta como para sacar a sus
progenitores de la Rumanía comunista de Ceaucescu, tuvo que recurrir a la ayuda
del político Tierno Galván que le echó una mano certera en el caso.
Ioana Zlotescu recuerda con
veneración a su sus padres; ella es hija única, pero no consentida. Su padre,
director de Banco antes del socialismo autoritario, era exigente. Su madre, que
había estudiado en la Sorbonne, le daba y repetía consejos para la vida, como
ese de que “además de guardar la cortesía de las formas, había que tener la courtoisie del corazón con las personas".
Era una mujer políglota y también le recordaba que debiera estar siempre como
una lady like. El maldito incendio se
llevó parte de los muebles y cuadros de familia, pero conserva un retrato de su
madre, donde se pone de manifiesto lo bella que era.
Ioana es una mujer singular y, por
tanto, interesante, nada convencional. Verbosa y comunicativa. Erudita e
inteligente. Dice que necesita un somnífero para dormir desde hace tiempo, pero eso es
algo que le ocurre a mucha gente. Ha superado un cáncer y está “limpia”. Ella
dice que ha conocido lo peor del socialismo en Rumanía y lo peor del
capitalismo en Europa del oeste, pero su resiliencia la mantiene a flote. Es una superviviente
nata. La vida, pese a que se nutre de víveres a base de otros seres –algo que lleva
muy mal en su interior- es una pasión sabrosa y no precisamente inútil como
dijo Sartre.
Se considera agnóstica –que no atea
- pero con epifanías místicas, sobre todo cuando escucha la música de Juan
Sebastián Bach o se encuentra volando en lo alto, junto a las nubes, en un
avión. Su melena guarda todavía el eco de las muchachas en La Primavera de Botticelli. Como cenicienta yo la dejo a las doce de
la noche, junto a Ramón y Carmen de Burgos y estoy deseando leer algo de lo que me ha
esbozado someramente sobre esa pareja literaria de primeros del XX. Ioana, noctívaga impenitente, seguirá en pie hasta las dos o tres de la madrugada.
Magnífico artículo y semblanza, Julia. Eres una escritora completa, capaz de escribir bien en cualquier género, algo que no está al alcance de todos.
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ResponderEliminarBueno, el comentario anterior es mío, solo que no salió el nombre. Bueno, unknown es un nombre indeterminado, pero en inglés suena bien :) Me reafirmo en lo que digo antes y añado que también es estupendo adentrarse en la vida y obra de Iona a través de tus palabras y La Mirada Actual.