martes, 24 de septiembre de 2019

“Antígona” de Sófocles y su hermana Ismene, dos maneras de entender la vida política


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Julia Sáez-Angulo

            24/9/19.- Madrid .- La hermosa tragedia de Antígona, escrita por Sófocles plantea la visión del mundo de un rey en su madurez y una muchacha llena de ideales en su juventud. En las Facultades de Derecho se cita siempre a Antígona cuando se estudia Derecho Natural o Filosofía del Derecho, por su célebre frase: “Hay leyes escritas en el corazón que están por encima de las escritas por los hombres”. En suma un alegato contra el simple derecho positivo que, hoy más que nunca, puede plantear problemas de conciencia de una tiranía numérica, frente a una ciudadanía heterogénea en ideas y creencias.

            Editorial Cátedra ha publicado en la colección Cátedra Base una nueva edición de la Antígona de Sófocles, en edición de María Teresa Mateu y traducción de José Vara Donado. Una rica introducción informa al lector sobre el autor, el personajes y las distintas interpretaciones. Como todos los clásicos Antígona se agiorna -como Don Quijote- en el tiempo. “El poder no tiene nombre de mujer, la piedad sí”, se recuerda y comenta en este texto.

            Hay párrafos de la tragedia que conmueven especialmente, como la reflexión de Ismene, hermana de la protagonista: Conviene darse cuenta, por un lado, de que nacimos mujeres, lo que implica que no estamos preparadas para combatir contra los hombres; y luego, de que dependemos del arbitrio de quienes son más fuertes en cuanto a atacar estas órdenes y hasta otra más dolorosa todavía. Por eso yo, al tiempo que pido al muerto para que tenga compasión conmigo y que se de cuenta de que no tengo más remedio que hacer lo que hago, me someteré a los dictados de quienes están instalados en la cúspide del poder, pues al realizar acciones superiores a las posibilidades de uno no tiene ningún sentido.

            Steiner también ha estudiado a fondo la tragedia de Antígona –los mejores prototipos literarios femeninos están en el teatro griego- y ha comparado el temperamento y el carácter de ambas hermanas con actitudes tan distintas en ímpetu y prudencia, en conciencia de ser mujer y acatar para no merecer un martirio innecesario. Ismene ama a su hermana y la sigue por amor, más que por convencimiento... Aquí ya no es el poder el que está en juego, sino el amor y la lealtad, por encima del propio convencimiento.

            De Antígona nunca se hablará bastante, porque como buen libro clásico es permanente y lleno de enjundia. El teatro griego es la cúspide de la tragedia, del conocimiento del ser humano y su condición. Es difícil superar a los griegos y a Shakespeare, su mejor émulo. Vale la pena leer este libro de Antígona, con la didáctica precisa para comprender mejor la tragedia.


           

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