viernes, 17 de abril de 2020

FERNANDO DE MAGALLANES (II)



Joan Oliver Torrents.

Lo importante es no dejar de hacerse preguntas  (Albert Einstain)

Palma de Mallorca 16 abril 2020. Para realizar este trabajo me he valido de distintas fuentes y del libro de Charles McKew Parr “MAGALLANES, Un noble Capitán”.

Reproduzco parte del informe que hizo Magallanes al Rey de Portugal y que le valió caer en desgracia ante el Rey luso. Informe que motivo su venida a España, el patrocinio, la organización y el Viaje; “...que después de efectuar detenidas observaciones solares y consultar a expertos navegantes chinos, se había convencido de que no sólo el recién descubierto archipiélago, sino también las codiciadas islas de las Especias, se encontraban al este de la línea longitudinal que limitaba el área del globo reservada a Portugal en el Tratado de Tordesillas...”.

Magallanes es la figura principal del Gran Viaje, por haber descubierto que esta zona de la Tierra pertenecía a España y por haber realizado casi todo su recorrido.

Personaje importantísimo, también, fue, Carlos I.
Para intentar aclarar el tema de Carlos I o Carlos V traslado lo que escribí en La Mirada Actual el 26 de septiembre 2019 bajo el título “MONEDA CONMEMORATIVA”;
“Un Carlos V en España debería de haber reinado después de Carlos IV. No ocurrió.
El título de Carlos V se le otorga el 20 de octubre de 1520 al ser nombrado Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico.
Recordemos la fecha de la firma de las Capitulaciones de Valladolid, 22-III-1518, y de la salida del Viaje, 20-IX-1519.
Carlos I no participó en la organización del Viaje como Emperador, lo hizo como Rey de España y el mérito del mismo le corresponde al Rey Carlos I y a España. España no formaba parte del Sacro Imperio Romano Germánico. Son dos momentos distintos de la historia y en España era Carlos I”
Considero erróneo que a Carlos I se le mencione como Carlos V, en España.

Personaje muy influyente en la época de los descubrimientos fue, junto con Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes, el “Muy Reverendo Padre Juan Rodríguez de Fonseca, arzobispo de Rosano, Obispo y Señor de Burgos, …

Otra persona importante, para el viaje, fue el banquero Jakob Fugger nacido en Ausburbo en 1459.
En 1453 los turcos invaden Constantinopla y empieza el Renacimiento. Europa pasa de una economía basada en la usura medieval al capitalismo sostenido por bancos internacionales. En esta coyuntura la Banca Fugger fue muy importante. En Almagro tuvo uno de sus más importantes almacenes.

Y, como no, Juan Sebastián Elcano que tuvo una importantísima aportación a partir del momento que tomó el mando a la muerte del capitán general, en la isla de Mactán, consiguiendo el regreso a España y acabar la primera vuelta al mundo.

El interés de Carlos I y de Magallanes, en su viaje a las islas Molucas, fue debido al beneficio que el comercio de las especias aportaba; Obtenerlas en su lugar de recolección abarataría el precio y permitiría su reventa con unas ganancias considerables. Ganancias que recogían, principalmente, Egipto y Venecia. Recordemos que el precio de compra, en las islas de las especias, aumentaba unas cien veces al venderlas en las ciudades europeas. El transporte en naves, en caravanas de camellos a través de África, las gabelas, portazgos, reventas ocasionadas por el viaje, etc. etc. ocasionaba el aumento en su precio. Portugal, primero, y después España quisieron participar del mismo poniendo los medios necesarios para conseguir las especias tan solicitadas en Europa.

Los navíos que empezaron el viaje fueron: “San Antonio” capitaneado por Juan de Cartagena, “Concepción” capitaneada por Gaspar de Quesada, “Victoria” capitaneada por Luís de Mendoza, “Santiago” capitaneado por Juan Serrano y “Trinidad”, nave capitana, mandada por Fernando de Magallanes.

La Casa de Antillas, ante la escasez para enrolar marinos andaluces, se vio en la necesidad de hacer una leva en Vizcaya. Consiguió reclutar veinticuatro marinos dirigidos por Juan Sebastián Elcano. Elcano pertenecía a la pequeña nobleza local y se enroló como contramaestre.  
Se reclutaron, además de los españoles, portugueses -unos cuarenta-, alemanes, franceses, flamencos, italianos, griegos, etc.

Sabiendo de los posibles peligros que encontrarían Magallanes quiso formar una armada de guerra, no comercial. Para ello consiguió para sus hombres: “coseletes de acero” con brazaletes y hombreras, “morriones o yelmos de lancero”, “armaduras” más flexibles y ligeras, “escudos largos de madera”, “arcabuces”, “artillería ligera y pesada”, etc.
En la bodega del “Trinidad” llevaba un bergantín desmontado en piezas enumeradas para que lo pudieran ensamblar los carpinteros. Bergantín muy útil para los ríos y aguas de poca profundidad.

Los gobernantes orientales requerían para sus trueques cobre y mercurio para acuñar moneda. La Banca Fuegger suministro barras de cobre y frascos de mercurio. También llevaban barras de hierro, balas de tejido de algodón teñidos de diferentes colores brillantes, gorros y pañuelos de colores, piezas de paño amarillas, encajes, brocado, terciopelo, satín, campanillas, azulejos, cuchillos, brazaletes, vidrios de colores tallados, etc.
Los artículos seleccionados, para su trueque, difieren mucho de los escogidos por Cristóbal Colón. Magallanes y Colón sabían que sociedad encontrarían. La selección del material para el cambio debía ser apropiado a las necesidades y gusto de ésta. Colón se aprovisiono para satisfacer a una sociedad salvaje, carente de cualquier medio, con campanitas, espejos, azulejos, vidrios de colores, gorros de los que utilizaban los marinos en el Mediterráneo, etc. Magallanes sabiendo que trataría con una sociedad desarrollada, ya acostumbrada al comercio, tuvo que seleccionar los productos que satisficieran a estas personas. Los dos sabían que sociedad encontrarían.

La relación mantenida entre Carlos I y Magallanes, durante el tiempo que negociaron las Capitulaciones de Valladolid y después para realizar el proyecto, originó que naciera entre ellos una gran amistad. El proyecto e interés del viaje acabó siendo mutuo pues Carlos I lo apoyó y vivió como suyo.

Magallanes estaba casado con Beatriz Barbosa. Tenía un hijo llamado Rodrigo y esperaban otro.
Antes de partir escribió al Rey indicándole la situación, latitudes de las islas de la Especiería, y le dejó constancia y demostración de que pertenecían a España. Información precisa para evitar problemas con Portugal

En “Fernando de Magallanes (I)” recordé las fechas de su nacimiento y muerte, junto con “unos antes necesarios”. Con este escrito quiero recuperar parte del “inter-tiempo” de los hechos antes mencionados, poniendo la atención en la preparación del “Gran Viaje” y lo ocurrido en la primera parte en el mismo, hasta el descubrimiento del actual Estrecho de Magallanes.

Antonio de Pigafetta dijo de él antes de levantar velas: “El capitán general no quiso manifestar a ninguno de los suyos el viaje que quería hacer, porque no desmayasen al pensar hacer tan grandes y estupendas cosas como hicieron”.
Pigafetta se inscribió en la lista de embarque como Antonio Lombardo.

Antes de salir de Sevilla la Casa de Antillas le solicitó indicase cual sería la ruta a seguir. Magallanes no quiso darla y la Casa decidió el rumbo que debía seguir la flota, Sudoeste hasta 24 grados de latitud Norte.

El VIAJE.

El 10 de agosto de 1519 sale la flota de Sevilla enfilando el rio Guadalquivir. 

Salen de Sanlúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519.

El viaje hasta Tenerife sirvió de entrenamiento para conocer y ejercitarse en las nomas a seguir durante la travesía. Magallanes quería que sus hombres estuvieran preparados para hacer frente a los problemas que sabía vivirían.
Llegaron el 26 de septiembre al puerto de Santa Cruz.

El 3 de octubre zarparon, de las islas, adentrándose en el Océano Atlántico.

El capitán general tuvo noticias de que Don Manuel, rey de Portugal, había embarcado una flota que estaba al sur de las Canarias. Viendo la posibilidad de que el luso quisiese interceptarlo, sabedor de la ruta de la Casa de Antillas, cambió a Sud-Sudoeste. Consecuencia de ello fue que Juan de Cartagena, segundo de la armada, tuviese palabras de desacuerdo por el cambió de rumbo.

El cambió de ruta propició que entrasen en una zona de calmada, “Durante la calma, la flota se había deslizado insensiblemente hasta los 15 grados de longitud Oeste, y ahora tomó el rumbo Sud-Sudoeste y cruzó el Ecuador el 20 de noviembre de 1519”.

En la travesía hacía Brasil Juan de Cartagena, disconforme con el rumbo escogido que ocasiono un retraso de dos meses, volvió a tener enfrentamientos y actitud de insubordinación hacía el capitán general. En una reunión de los capitanes volvió a rebelarse y Magallanes lo destituyo nombrando a Antonio Coca capitán del San Antonio. Coca era primo de Cartagena. Los dos familiares lo eran del obispo Fonseca.

Llegaron a la costa de Brasil a unos 8 grados de latitud Sur. De haberse desviado al Norte y llegar a los 5 grados, en vez de los 8, le hubiera sido difícil continuar por las corrientes y vientos contrarios y se hubiera visto obligado a reiniciar el Viaje desde las costas africanas. Siguió navegando, rumbo Sur, paralelo a la costa y a una distancia que no pudiera ser visto por los portugueses.
El 13 de diciembre de 1519 llegaron a la actual bahía de Rio de Janeiro. Magallanes la bautizo con el nombre de Santa Lucia. La bahía estaba habitada por una tribu nómada y no tuvieron ningún problema con ellos. Se aprovisionaron de frutas, agua y otras necesidades.
Estando en la bahía tuvo desacuerdos con los capitanes que llegó, alguno, a un conato de rebeldía. Antonio de Coca intento apoderarse de la flota. Motivo de ello fue su sustitución por Álvaro de Mesquita, primo de Magallanes. Salieron de Santa Lucía el 27 de diciembre de 1519.

Llegó al Estuario de la Plata el 11 de enero 1520.  Estuvieron varias semanas buscando el “paso” que les condujera al mar del Sur y de allí a las islas de las Especias. Encontraron una corriente de agua dulce que le indicó, para su desesperación, que el “paso” era un rio.
Estaban en latitud 35 grados Sur, la misma que el cabo de Buena Esperanza. Magallanes creía que en esta latitud encontrarían el esperado “paso”. La temperatura empezaba a ser fría. La tripulación sabía de los rigores de los mares antárticos y querían volver a la bahía de Santa Lucia a pasar el invierno. Magallanes los convenció para seguir, pues, la bahía de Santa Lucia era territorio portugués y sólo podía acarrearles problemas con la flota lusa.

El 3 de febrero continuaron rumbo Sur. Sufrieron huracanes antárticos, olas que barrían las cubiertas, vientos, granizos, toda clase de tempestades con temperaturas cada vez más frías.

 El 31 de marzo de 1520 encontraron una bahía a la que le puso de nombre puerto de San Julián. Se encontraba a 50 grados de latitud Sur. El capitán general indicó que invernarían allí y que las raciones de galleta y vino se reducirían a la mitad dado el tiempo que debían estar invernando y que lo necesitarían para seguir el Viaje. No les pareció adecuado a algunos de los capitanes y pilotos. Se produjo otro motín que Magallanes tuvo que abortar. Formó consejo de guerra en el que fue condenado Gaspar Quesada. Luis de Mendoza había muerte en el levantamiento.  
En San Julián encontraron indígenas de enorme estatura. Fernando les puso el nombre de patagones o pies grandes. Estos se alimentaban de unas llamas conocidas por guanacos y se vestían con sus pieles.

Magallanes sabiendo de la escasez de alimentos que disponía pensó que sería contraproducente quedarse en San Julián. Creyendo que el “paso” no estaba lejos envió un barco, rumbo Sur, para ver de encontrarlo. El elegido fue el Santiago capitaneado por Juan Serrano. Serrano encontró, después de navegar dieciséis días, un estuario con un rio al que le puso de nombre Santa Cruz. Estaba bien resguardado y disponía de agua, leña, pescado, carne de focas y aves marinas. Al intentar volver, para informar al capitán general, la fuerza de un huracán hizo zozobrar el barco mar adentro y se hizo pedazos. Serrano, una vez en tierra, organizo una partida de dos hombres para que volviesen al campamento de Magallanes, a pie, en busca de ayuda. Tardaron once días, desesperados. Lograron dar cuenta al capitán general de lo ocurrido. Se les envió un rescate con los medios necesarios.
Una vez salvados, Serrano convenció a Magallanes de la idoneidad de Santa Cruz para pasar el resto del invierno.
Juan de Cartagena había sido condenado en consejo de guerra y, por ello, fue abandonado con provisiones y armas en la bahía de San Julián.

Quedaban 4 embarcaciones.

El 24 de agosto emprendió viaje hacía el estuario del rio de la Santa Cruz donde pasaron el resto del invierno.

El 18 de octubre de 1520 las cuatro embarcaciones salieron proa al Sur.

Debemos recordar que a más de la pérdida del “Santiago”, hubo motines, consejos de guerra, tempestades, huracanes, fríos, mil desventuras y el deseo de los hombres de no seguir. Unos deseaban volver a la bahía de Santa Lucia y esperar mejores condiciones climatológicas. Otros deseaban virar hacia el Este, sin Magallanes, camino del Cabo de Buena Esperanza hacia Maluco por la “Ruta portuguesa”. A todo tuvo que hacer frente el capitán general con sus dotes de mando y persuasión. Logro capear todos los inconvenientes.

A unas cien millas del rio Santa Cruz, en los 51 grados de latitud Sur encontraron un cabo que Magallanes bautizó cabo de las Diez Mil Vírgenes por haberlo descubierto el 21 de octubre. Detrás de dicho cabo encontró una gran bahía. Al fondo de la bahía había unas elevadas montañas, con picos nevados, que en principio predecían la imposibilidad de que hubiese el “paso” que buscaban. 
Magallanes estaba convencido de la existencia del deseado “paso” y formó dos grupos. En uno el San Antonio y la Concepción recorrerían la gran bahía por el Oeste. El Trinidad y el Victoria la zona Norte y Sur. Se reunirían cinco días después en el lugar de partida.
Una fuerte tempestad hizo que las naves San Antonio y Concepción fuesen llevadas bahía adentro. Cuatro días después de la desaparición de las dos naves un vigía vio a los dos navíos regresar con las velas desplegadas e hinchadas por un fuerte viento de popa. Los barcos se habían engalanado y lanzaban salvas. Habían encontrado el “paso” hacía el mar del Sur que los llevaría a las islas de las Especias.
Los tripulantes de las cuatro naves, todos, gozaron de una alegría inmensa. La mayoría cayo de rodillas dando gracias Dios, a la Virgen y a todos los Santos. Se acordaron de sus familias, lloraron, rezaron y se sintieron felices de haber seguido los consejos de Fernando de Magallanes.
Los capitanes de la San Antonio y Concepción narraron que la tormenta, después de apurar todas las maniobras posibles para no caer sobre la playa, los había llevado hacía un canal. En un principio creyeron que era la boca de un rio. Se adentraron en el mismo, cruzaron un lago, navegaron por un estrecho desfiladero, navegaron contra corriente, otro lago, otro pasadizo, otros canales, etc. Comprobaron si el agua era dulce o salada. Vieron, a diferencia del rio Solís, que habían encontrado que el agua era salada y que continuaba siéndolo. Lo habían recorrido en más de cien millas. Al estar seguros por el estudio de las corrientes, viendo que las corrientes ascendentes eran iguales a las descendentes estuvieron seguros de que habían encontrado un estrecho. No era un rio, era el tan ansiado “paso” hacía las islas de las Especias.

Magallanes, aunque reconocida su autoridad y conocimiento, tuvo que volver a defender su ruta. Los había que querían volver por el Este hacía el cabo de Buena Esperanza al conocer mejor el camino, por la escasez de alimentos y por el estado de los barcos.
El capitán general no hizo caso y ordenó que a la mañana siguiente entrarían en el estrecho para recorrerlo.

En fila india y liderada por la Concepción penetraron en el paso. Después de recorrer el primer tramo encontraron una bahía interior en la cual había un poblado de viviendas. Envió una patrulla de reconocimiento. En lugar de viviendas encontraron unos “túmulos funerarios”, indició de poblaciones próximas.
Encontraron una isla dentro del estrecho y decidió enviar al San Antonio a inspeccionar una parte de ella mientras los otros harían lo mismo en el otro lado.  Continuaron navegando y Magallanes viendo que el canal era muy profundo para anclar y descansar amarró la flota junto a un riachuelo que le puso por nombre rio de las Sardinas. Viendo lo peligroso del canal envió una barca al mando de Espinosa para que explorara el estrecho.
El San Antonio no regreso. La tripulación pensó en la posibilidad de naufragio, que hubiera vuelto hacia España o el de coger rumbo hacia el cabo de Buena Esperanza para llegar a las Indias antes que los demás.    
Al cuarto día regresó la barca de Espinosa gritando haber encontraron el Gran Mar del Sur.

Estando, aún, dentro del canal se les acercó una barca tripulada por seis indígenas.

Dada la escasez de alimentos que tenían aprovecharon su estancia en el canal para salar y ahumar pescado y carne que pudieron pescar o cazar.

Magallanes bautizó el estrecho como Canal de Todos los Santos, hoy lo llamamos Estrecho de Magallanes.
Se encontraba a 53 grados de latitud Sur.

El 28 de noviembre salieron al Océano al que le dio el nombre de mar Pacífico.


(1)  LA MIRADA ACTUAL. 28-X-2019. FERNANDO DE MAGALLANES. Unos antes necesarios.












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