15/1/21.- Madrid
Fue ella la que levantó el telón y me mostró la Grecia clásica. La que me descubrió a Homero. La que me hizo traducir la Ilíada y la Odisea. La que me explicó el Partenón y los órdenes arquitectónicos dórico, jónico y corintio. La que me habló de Platón, Esquilo y Praxiteles. La que comentó la figura de Antígona y su defensa de la ley de la conciencia, seguida de esculpidos perfiles femeninos -diosas aparte- en Helena, Briseida, Andrómaca, Electra, Medea, Ismene, Penélope… La democracia en la Atenas de Pericles. Los Diálogos de Platón. Jasón y los argonautas. La búsqueda del Vellocino de Oro. Los viajes de Ulises...
En medio de una ciudad vetusta, lluviosa y triste, aquel nuevo panorama recién descubierto era la luz, el conocimiento, la sabiduría y la belleza. Con las palabras de aquella profesora, licenciada en Filología Clásica, el mundo cobró el resplandor de un rompimiento de gloria. Nada volvió a ser como antes. Mi mente se hizo un palacio refulgente en el que germinó la lógica, el pensamiento, la imaginación... El mito se hizo logos. La razón se abrió paso entre las sombras del pasado.
La profesora de Griego sabía hablar desde el ágora.
Julia Sáez-Angulo
Honor y gloria a los salvadores de Grecia y Roma gracias a ellos su muerte nunca será definitiva gracias a Lola Gallardo López y a Julia Saez-Angulo que tanto han contribuido a ello.
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