sábado, 24 de abril de 2021

“Dalí descifrado”, libro de Ignacio Gómez de Liaño, en Ediciones Asimétricas



Julia Sáez-Angulo

25/4/21.- Madrid.- Si alguien conoce y puede hablar con criterio de Salvador Dalí es el profesor y escritor Ignacio Gómez de Liaño que llevó a cabo, en vida del pintor ampurdanés, numerosas conversaciones con el artista surrealista, a quien visitaba a menudo en Portlligat o en el Teatro Museo de Figueras, acompañándole incluso mientras pintaba. Ignacio Gómez de Liaño es filósofo, poeta, novelista, ensayista, diarista y traductor.

    “Dalí descifrado” es el libro de Ignacio Gómez de Liaño (1946), publicado por la editorial Ediciones Asimétricas. El autor, gran conocedor del pintor, le ha dedicado, además de numerosos artículos, varios libros, como “El camino de Dalí” (Diario personal 1978-1989) y el titulado solamente “Dalí”. 

El teatro y la “persistencia de la memoria” -interés común de autor y artista-, la palabra del pintor y el análisis de su pintura, pasan por este libro que clarifica la compleja vida y mundo de Dalí. El libro va acompañado de algunas imágenes en blanco y negro.

    El índice de “Dalí descifrado” lleva apartados con títulos como: Camino por la memoria daliniana, Lo comestible, lo convertible, Picta poesis, San Sebastián y los putrefactos, Entre Maldoror y Dante, La perennidad del acanto; Dalí y Apolonio, La Memoria y el Vellocino de Oro, La tensión metafórica, El deseo y su límite; Cajal frente a Dalí: neurología y surrealismo, y, El dolmen de Dalí.

    “Insista en el Museo. Quiero que, sobre todo, insista en el Museo”, le pidió Dalí a Gómez de Liaño, cuando se despidió del escritor que regresaba a Madrid. Después de visitar el Museo-Teatro de Figueras, el escritor lo calificó de “auténtico Teatro de la Memoria, semjante al que ideó en el Renacimiento el humanista y hermetista veneciano Giulio Camillo”.

    “El Teatro de Figueras -de Figuras, podríamos decir- constituye de hecho un sistema de lugares mnemónicos, análogos a los que Giulio Camillo imaginó a fin de dar un rostro a la mente, de hacer patente lo oculto, de abrir ventanas en el alma, de hacer de esta un edificio de perdurable consistencia”, explica Gómez de Liaño.

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