Julia Sáez-Angulo
22/5/21.- Madrid.- “El fantasma del Museo del Prado”, libro de Freeman Sóter publicado por la editorial Liber Factory, es una novela que entremezcla tres historias que van confluyendo paulatinamente en un encuentro de personajes, que convergen en la primera pinacoteca española. El libro es una segunda edición revisada.
Freeman Sóter (Madrid, 1964) es el seudónimo con que el autor se dio a conocer literariamente, un autor que reside y trabaja en la ciudad donde nació. Él mismo explica así la novela en la Nota de autor que antecede al prólogo:
“El robo de unos cuadros, el amor de una pareja y la traición de la amistad se entremezclan, dando sentido a los hechos narrados. Entre estas páginas encontraremos a un individuo meticuloso que trabaja y cumple de la mejor manera, porque su profesión le gusta y, en cierto modo, le satisface, pero necesita embarcarse en desafíos al margen de la ley. También nos vamos a encontrar a ese hombre solitario que tiene sed de amar y, en esa búsqueda encuentra a alguien especial: una mujer decidida a descubrir su propio camino, un destino marcado de antemano que no repara en nada y se cobra su propio precio. Finalmente encontramos a un artista, un pintor, cuyo error fue pintar el fruto del amor: el retrato los separó y el tiempo los unió”.
“Yo soy tuyo y tú eres mía; de ello puedes tener la certeza. Tú estás encerrada en mi corazón; la llave se ha perdido y deberás quedar dentro eternamente.” Con estas palabras de Wezner Von Zegernesee, se abre la novela que nos lleva por vericuetos y nos habla de pintura y Museo del Prado, en una trama que capta.
Queridos amigos
ResponderEliminarEn el maravilloso Prado no hay un solo fantasma sino varios. Uno de ellos, este servidor, que suele andar por sus pasillos. Otro, un poeta argentino, ya fallecido, que quedó impresionado por algunas estatuas romanas que tiene el museo. Va uno. Nuevos saludos,
Raúl
I. Romana desconocida.
Época, Trajano
Me fijo en el catálogo: “Romana
desconocida. Época, Trajano.”
Siglos. ¿Y el escultor? Nadie. La mano
del tiempo es rapiñera y feroz, vana
y hambrienta del ayer y del mañana.
Y del amor cercano y del lejano,
y hasta del mármol, cutis de un hermano
bastardo al que se roe y se profana.
¿Quién eras? ¿Venus, campesina, olivo
de los deseos, núbil, sueño vivo
de quien te hizo o te rehízo suya?
Nadie lo sabe ni sabrá. Lo cierto
es que no existes, y si existes, huya
de ti mi corazón, viviente y muerto.