GALERÍA JOSÉ DE LA MANO
c/ Zorrilla, 21 bajo dcha. 28014 MADRID
(18 diciembre 2021 – 5 febrero 2022)
L.M.A.
167.12.2021.- Madrid.- Frágiles, abandonadas, esparcidas o divididas, Alain Arias-Misson e Ignacio Gómez de Liaño las han cuidado, mimado y destruido durante toda su vida. Lo han hecho para construir su obra, tanto poética, como sus ensayos o novelas. Los dos han cultivado géneros comunes, y para ello los dos adivinaron y se contaron mutuamente qué hacer con ellas.
En los años 60, en un mundo después de una guerra mundial que devastó la cultura del planeta, todo era joven, no hubo en aquel tiempo mayor tesoro ni riqueza que la juventud: vivir con ansiedad; vivir como poetas; como experimentados experimentadores. Ser jóvenes acababa con la banalidad y extinguía la tradición; ser jóvenes, cultos y hermosos.
Vivir poetas.
Velocidad y política, Paul Virilio:
“La velocidad es la vejez del mundo [...]. Llevados por su violencia no vamos a ninguna parte, sólo nos contentamos con partir y abandonar lo vivo en provecho del vacío de la rapidez. […] Todos somos los soldados desconocidos de la dictadura del movimiento... Al parecer lo habíamos olvidado, pero al lado de la riqueza y de su acumulación está la velocidad y su aceleración, sin las cuales centralización y capitalización habrían sido imposibles.”
Durante la década de los sesenta del siglo XX en el mundo había una polarización social, económica y política que oscilaba entre el capitalismo encabezado por EE.UU. y el comunismo por la URSS. Muchos países en vías de desarrollo situados en los espacios excéntricos (Asia, Sudamérica o África) se balanceaban de una órbita a otra y esto provocó la proliferación de guerras promovidas por uno y otro bando con el fin de conseguir incorporar un país más a su órbita de influencia.
El mundo era una guerra, la juventud preparaba el mayo del 68, los filósofos eran escuchados, los Panteras Negras ponían un espejo delante de la hipocresía democrática estadounidense, en las universidades europeas entraban también los hijos de los obreros, los obreros reclamaban en todo el mundo, las mujeres reclamaban, la liberación era algo más que una quimera, la libertad era una posibilidad.
Una órbita del poder temía a la otra, entre esos intersticios se colaba el pensamiento, la poesía y el arte que salieron a las calles a escribir y pintar.
Alain había decidido vivir en Europa, lejos de la guerra, huyó para no alistarse como soldado norteamericano y llegó a su segunda patria, Bélgica. Allí en Bruselas en 1967 hizo su primer poema público VIETNAM, experimentó y tras una breve estancia en su país vino España; primero a Barcelona, donde conoció y compartió poesía con Joan Brossa, y luego marchó a MADRID, la ciudad dormida, donde las palabras no podían tocar el suelo: Palabras flotantes.
Buena reflexión y, como tantas de La Mirada Actual, entrada. Libertad, divino tesoro. Algo que en pasado pensamos que podía existir y era un objetivo para muchos y que, en el presente, empieza (salvo la libertad interior, la libertad del alma) a ser una entelequia.
ResponderEliminarY en el futuro no parece que esa ansiada libertad no vaya a ser otra cosa que una quimera. Afortunadamente nos queda todavía la libertad de pensamiento, y, en parte, la libertad en la expresión artística y literaria. Pero vamos camino de un mundo, aunque no uniformado, si uniforme. Un mundo donde otros deciden y decidirán por nosotros la organización y los modos de vida. Quizás, como decía Blas de Otero, nos quede la palabra, más escrita que hablada, y, en algún caso, la resistencia inteligente del silencio.