miércoles, 5 de enero de 2022

CRÓNICAS ARGENTINAS XXII .- En torno a Casa Rosada, la catedral, el Cabildo, Centro Cultural Kirchner, Juan de Garay y Julio Cortázar

Casa Rosada. Buenos Aires
Bandera argentina frente a la Casa Rosada. La piedras de protesta, dentro de la verja



Julia Sáez-Angulo
Fotos: Adriana Zapisek

        6/1/22.- Buenos Aires.- Dicen que la Casa Rosada fue un pacto o armisticio entre unitarios, blancos, y federales, rojos, para pintarla de un color intermedio. Una decisión de Sarmiento, tras las cruentas guerras civiles del territorio en el XIX. Desde ahí se rigen los destinos de Argentina, frente a la Plaza de Mayo, donde desfilan las Madres de Mayo con pañuelos blancos, los jueves.  Han pintado también los pañuelos blancos en el suelo y una caseta a diario con un panel informativo del triste suceso de los hijos, nietos y esposos desaparecidos durante la dictadura de los militares, caseta ante la que algunos se hacen fotos.
Ahora, hay una acampada lateral de reivindicación de los indígenas argentinos (los de Buenos Aires eran los querandíes, muy belicosos), con toldos y banderas de dameros de colores, que de lejos se me antojaron banderas gay, pero no, son banderas de los indígenas que reclaman derechos.
Borges escribe en una de sus conferencias/ensayo en 1936, por encargo del Intendente de Buenos Aires: “La conquista y la colonización de estos reinos -cuatro fortines temerosos de barro prendidos en la costa y vigilados por el pendiente horizonte, arco disparador de malones – fueron de tan efímera operación que uno de mis abuelos, hacia 1872, comandó en las últimas guerras contra los indios, realizando después de la mitad del siglo XIX, obra conquistadora del dieciséis. Sin embargo ¿a qué traer destinos ya muertos?”. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Y el que quiera dar la tabarra de “memoria histórica”, pues ¡dale que te pego!
Otro cuadrilátero de protestas ante la Casa Rosada, es a base de acumulación de piedras -como en los cementerios judíos- en las que se escriben los nombres de los que murieron durante la larga cuarentena por la epidemia, y por la tardanza de las vacunas. Se puede hacer una mastaba con ellas.
A la izquierda, en un pequeño jardín, una escultura muy esbelta con un morrión en la cabeza. Este es un español del Renacimiento, me dije. Acerté. Me acerqué, pero le faltaba la placa de cobre, vandalizada a escasos metros de la Casa Rosada; nadie se ha ocupado de reponerla en poliéster para evitar nuevo robo. La Embajada española, tampoco. Se trata del monumento a Juan de Garay (1528-1583). Explorador, conquistador y gobernante en los territorios del Río de la Plata y del Paraguay, fundó la ciudad de Santa Fe en 1573 y fue gobernador de Asunción. La ciudad de Buenos Aires la fundó en 1580, en el lugar donde Don Pedro de Mendoza, primer Adelantado en el Río de la Plata, había instalado, en 1536, una fundación de vida efímera con el nombre de Real de Nuestra Señora de Santa María del Buen Ayre. De ahí que los porteños hablen de una doble fundación de la ciudad, aunque como dicen unos versos de un descendiente de Alonso de Cabrera, que acompañara en su día a Mendoza:

A mí se me hace cuento que empezó Buenos Aires:
La juzgo tan eterna como el agua y el aire.

    Pedro de Mendoza cuenta con otra escultura, pero esta se encuentra en el parque de Lezama, en el barrio de San Telmo.
    De la avenida de Mayo se cuenta que vivió su guerra civil española en los años 30, pues de un lado eran republicanos y de otro, franquistas. Se tiraban piedras unos a otros. Un argentino de origen español puso un restaurante que se llamaba "El Imparcial" para dar de comer a unos y a otros. No sé que tal le fue.
La catedral metropolitana de Buenos Aires (1791), neoclásica, nos recibió con largos suelos alfombrados de mármol, con dibujos en las cenefas que representan la corona de espinas, alternada con la flor de maracuyá o pasionaria, porque esta flor reproduce en sus estambres y pistilos los tres clavos de la cruz de Cristo y los martillos con que los golpearon. Los artífices fueron italianos. El gran cenotafio del general San Martín está en una capilla a la derecha de la entrada, flanqueado por dos soldados inmóviles como los bobies ingleses en Buckingham. Las banderas de Argentina y de la Santa Sede flanquean el altar mayor, no solo en la catedral, sino en la mayoría de las iglesias argentinas. Entre los santos del país expuestos: el Cura Brochero y el beato Ceferino Namuncurá.

El próximo objetivo de visita era el Centro Cultural Kirchner, CCK, una obra grandiosa, en la antigua y enorme Casa de Postas o Palacio de Correos, donde hay un auditorio inmenso como el de la Ballena Azul, para conciertos, salas de exposiciones, biblioteca y demás servicios culturales. Se inauguró en 2015, cuando ya había fallecido el ex presidente Néstor Kirchner -esposo de Cristina Kirschner- y se le dio su nombre. Estaba cerrado, pese a la información de la Web; preparaban las banderas para un acto oficial que tenía lugar al día siguiente. Internet se fosiliza en su información y desorienta a quienes lo consultan, porque las instituciones no actualizan. Aquí y en Sebastopol. ¡El CCK está tan cerca de la Casa Rosada, que parece una prolongación cultural de la misma!
Delante del CCK, una escultura mastodonte de Juana Azurduy de Padilla (1780-1862), mandoble en mano, nacida en el Alto Perú (Bolivia), heroína de las guerras de la independencia contra España. A Adriana Zapisek le gusta la escultura, dice que tiene fuerza, a mí me parece una mole abigarrada, confusa, agresiva y poco agraciada para la mujer que representa. No hay nada más sano que discrepar. Como decía el escritor Francisco Umbral: "la crítica es siempre subjetivamente injusta".
    Me interesó más la pequeña estatua cercana de Samuel Morse (1781-1872), inventor del célebre alfabeto de puntos y rayas en el telégrafo.
        Lo cierto es que la estatua de Juana Azurday sustituyó a la de Cristóbal Colón en mármol, que fue trasladada a otra parte más alejada de la ciudad, frente al río de La Plata en 2017. Era de mármol de una pieza la tuvieron que partir en dos; había sido donada por los genoveses en Argentina, por lo que provocó enormes protestas y escritos de los ciudadanos, pero las autoridades hicieron caso omiso. La plaza que se llamaba Palos de Moguer, perdió su nombre. El poder cabalga por otro hemisferio.
El último punto del paseo fue el Luna Park, antiguo y célebre palacio del boxeo bonaerense, hoy reconvertido, fundamentalmente, en sala de conciertos de artistas pop.
Terminamos almorzando en la terraza del café restaurante London City, un sitio elegante en la Avenida de Mayo, esquina a la peatonal Florida, al lado del también cerrado y precioso Palacio de la Prensa (también cerrado para variar) en su fachada. El Café London City era el preferido del escritor Julio Cortázar (1914-1984), que cuenta con un rincón que lo recuerda con fotografías y una frase de su obra: Andábamos sin buscarnos, pero andábamos para encontrarnos. Cortázar escribió parte de su novela “Los premiados” en el London City. ¡Dios, qué buen escritor!

Museo del Cabildo y de la Revolución de Mayo. Buenos Aires


Corona de espinas y flor de maracuyá en la catedral de Buenos Aires 

Mausoleo del general San Martín en la catedral de Buenos Aires
Monumento a Juan de Garay, fundador de Buenos Aires, después de Pedro de Mendoza,  al lado de la Casa Rosada , sin placa identificadora (por robo)
Acampada de reivindicación indígena en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada
Perfil de torres al fondo de la Casa Rosada
Pañuelos blancos pintados en la Plaza de Mayo, cuando ya no desfilan más las Madres, durante los jueves.

Juan Azurduy de Padilla, monumento ante el CCK, que sustituyó al de Colón

3 comentarios:

  1. Excelente artículo y todos los que ha publicado. Gracias Da.Julia. Después de leerlos ya no puedo decir que nunca he ido a Buenos Aires. Aunque ahora se me despierta el interés por ir y caminar sus calles. Se que me faltan muchas cosas por ver de esa grande y bella ciudad. Alguna, me hace recordar el culto a la personalidad, no propio de estos tiempos, pero NO opino, no tengo el suficiente nivel cultural ni político para ello.

    Siga Usted disfrutando y trasladándonos cultura y conocimientos, pero regrese a Madrid, a Galicia, a toda España. La sentimos necesaria en todas partes, pero acá la tenemos físicamente más cercana. Perdón si es egoísmo.

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  2. No estás dejando ni un rincón por recorrer. No creo que nadie haya hecho un viaje a Buenos Aires con más provecho cultural e vivencial. Me alegra por ti. Y por todos nosotros al leer tus crónicas. Un abrazo.

    Emilio

    (Magnífico testimonio las fotos también)

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