Rogelio Sánchez Molero, escritor
L.M.A.
Fotos: A.Zapisek y C. Palomero
28.02.2022..- Madrid.- El domingo 27 de febrero, en el marco de la Tertulia Ilustrada, que preside María Eugenia Martínez y dirige Julia Sáez-Angulo, el abogado y escritor, Rogelio Sánchez Molero impartió la conferencia titulada “Juanelo Turriano. ¿Un genio olvidado?"
Juanelo Turriano nació hacia 1500 en Cremona, en Lombardía. Y falleció en Toledo en 1585. Tras los primeros años de aprendizaje en su ciudad natal, se trasladó a Milán. Y este fue el punto de inflexión que cambió el rumbo de su vida. Junto con el hecho de que la corona imperial española se hubiera anexionado el Milanesado en 1525.
En 1529 Carlos V emite un edicto en el norte de Italia buscando un artesano con habilidad y experiencia suficientes para reparar un reloj astronómico, el Astrario, construido en el siglo XIV. Juanelo propuso al emperador no reparar aquella ruina de reloj sino construir uno nuevo. El llamado “Cristalino” que, compuesto por 1.880 piezas, se considera el reloj más preciso de la época. Carlos V le otorgó el cargo de Relojero Mayor y un sueldo de 200 ducados anuales. Desde entonces, Juanelo acompañó al emperador hasta el fallecimiento del monarca. Fue, de hecho, una de las pocas personas que acompañó al rey en sus dos últimos años de vida en el Monasterio de Yuste. (1556-1558).
En 1558, muere el emperador. Y Felipe II, el heredero, nombra a Juanelo Matemático Mayor. También junto a Felipe II Juanelo tuvo un papel destacado. Así, trabajó en Roma en la elaboración de tablas astronómicas que permitieron la reforma del calendario, bajo el Papado de Gregorio XIII. Diseñó máquinas para la construcción del Monasterio de El Escorial, pues Juanelo era gran amigo de Juan de Herrera.
Hizo el ponente un repaso a todas las áreas de conocimiento que abarcó la genialidad del cremonense, además de la relojería y la astronomía. Se refirió a los populares “postes de Juanelo”; cuatro grandes monolitos cilíndricos de granito, de más de 11 metros de altura y 54 toneladas, que hubieran sido utilizados como contrapesos en algún artefacto hidráulico. Construyó también los conocidos autómatas de madera (entre ellos, el legendario “hombre de palo” que pedía limosna por las calles de Toledo). Diseñó Juanelo la presa de Tibi (Alicante) que con su estructura escalonada y 43 metros de altura fue la más alta del mundo hasta el siglo XVIII. A Juanelo Turriano se atribuye la redacción de los “Veintiún libros de ingenios y máquinas” con esquemas de todo tipo de artefactos, molinos portátiles, dragas, torres defensivas marinas…).
Desde 1563 Juanelo vivió en Toledo hasta su fallecimiento en 1585. Durante estos años se dedicó a planear y construir su más conocida obra. Un ingenio o artificio capaz de elevar agua desde el cauce del río Tajo hasta el alcázar de Toledo, salvando un desnivel de casi cien metros. En 1569 comenzó el primero de los artificios a funcionar. Pero como ese primer artificio solo llevaba agua al alcázar, propiedad del Ejército, el Ayuntamiento le encargó construir un segundo artificio, paralelo al primero, que proporcionase el agua a la ciudad. En 1580 estaba finalizado el segundo ingenio.
La desgracia fue que ni los militares ni el Ayuntamiento llegaron a pagar ni un ducado al protagonista de esta genialidad. De manera que Juanelo murió casi en la indigencia. Los artificios dejaron de funcionar en 1617 y por la complejidad de su mecanismo, por la desidia y la incuria de los gobernantes, nunca se repararon ni se reconstruyeron. En 1868 fueron dinamitados los últimos restos.
Juanelo fue enterrado en el convento del Carmen, junto al propio artificio. Pero al destruir las tropas napoleónicas el convento en 1812, el cuerpo de Turriano desapareció.
Señaló el ponente que más allá de documentos escritos, dibujos y algunos esbozos de planos, no se conserva ninguna de las creaciones de Juanelo Turriano. Solo conservamos réplicas construidas a posteriori y la memoria de un genio que, en palabras de Chueca Goitia, fue un hombre ejemplar, rival en ingenios mecánicos del gran Leonardo de Vinci.
La conferencia estuvo ilustrada con imágenes de las diversas creaciones de Turriano y un vídeo en el que se mostró al público asistente cómo funcionaría el famoso artificio de Juanelo.
En el mismo acto, Julia Saéz-Angulo recibió, el reconocimiento de admiración, gratitud y amistad por parte de María Eugenia Martínez, presidenta de la Tertulia, quien le hizo entrega de una acuarela titulada “Tierras de Castilla”, firmada por Pablo Reviriego. El habitual tentempié y las charlas entre los asistentes, pusieron broche a una sesión más de esta Tertulia Ilustrada que se consolida en las tardes madrileñas de los últimos domingos de cada mes.
Maria Eugenia junto a Julia que muestra la acuarela de Pablo Reviriego
Felicidades Julia.Te mereces lo mejor del mundo.
ResponderEliminarUn abrazo desde La Costa del Sol
Enhorabuena Julia por ese reconocimiento. Nos vemos esta tarde
ResponderEliminar