Vista de Jerusalén. Iglesia de la Dormición al fondo
Julia Sáez-Angulo
17/04/22.- Jerusalén.- La Pascua cristiana coincide este año con la judía, así que nuestros “padres en la fe”, como los llamó Benedicto XVI, a diferencia de Juan Pablo II que los llamaba “nuestros hermanos mayores en la fe”, y que lo cambió, cuando un rabino le dijo que lo de “hermano mayor y menor” le resonaba a Esaú y Jacob o lo que es peor a Caín y Abel. Pues lo dicho, nuestros padres mayores en la fe, con los que compartimos Biblia, es decir Antiguo Testamento, celebran su Pascua al tiempo que la nuestra en esta ocasión. Además, los musulmanes celebran el mes del Ramadán, que en Jerusalén se hace muy presente con “algaradas” tradicionales entre palestinos y policía israelí en la esplanada de la mezquita de Al Aqsa. Es cuestión de fechas y lunas en primavera, porque, en esto, seguimos todos la antigua tradición que nos une a los ancestros.
La cocina es una manifestación cultural que hace familia como nada, y la “mama judía” que, según dicen es más amorosa y absorbente incluso que la italiana, prepara comidas exquisitas desde una semana antes, después de haber hecho limpieza profunda en la casa, como nosotros por San Juan -un feng sui, que dice algunos cursis-. Los judíos arrojan y queman todo lo que tenga levadura, y organizan una hogueras improvisadas y peligrosas en las calles, que no se tolerarían, pienso, a los árabes. Nosotros, los cristianos, tenemos los huevos de pascua, aunque este año los rusos de Fabergé no están muy de moda. La situación no va para aplausos eslavos.
Entre tanto seguimos bebiendo y saboreando Jerusalén que tiene licor para rato. Entre mis proyectos: visitar el valioso Museo de Israel con el coleccionista José Boublin, y Saxum Center, Centro de Interpretación de Tierra Santa, con la periodista Isabel R. Maisterra; Masada con... ya se verá. La vida sigue en estos veinte días de visita a la ciudad santa, aunque ya quedan menos y hay que aprovechar los días.
La compra de cerámica armenia en Jerusalén no puede faltar. Es buena y típica. Cuatro generaciones de armenios la llevan a cabo en la ciudad santa, desde que se quedaron en ella, para no volver a su país, después de restaurar la mezquita de la Roca y para evitar el genocidio turco en Armenia cuando pensaron en volver. Los Karakashian son los artesanos más célebres.
Las puntualizaciones llegan. Un amigo culto como Tomás Paredes escribe: “Sefardita se utiliza para el mudo antiguo y sefardí para el reciente, como israelita e israelí. Los actuales son israelíes y los bíblicos israelitas”. Me parece muy acertado. Y añade: “En los lugares sagrados nuestra emoción se manifiesta y se pule. Buen día y aprovecha el presente”.
El escritor Emilio Porta también me escribe y me cuenta que a él también le interrogaron y marearon de no muy diplomática manera, cuando viajó a Australia; que los modales de los funcionarios del país eran “manifiestamente mejorables”, por decirlo con expresión diplomática. Como sigan así las cosas, van a viajar solo los seguratas de aeropuerto y las tripulaciones. Habría que filmar algunos de estos interrogatorios, para estudiar su tolerancia jurídica. Y para conocimiento de la IATA.
La tortuga Mili se alimenta de lechuga y comida sintética especial. A veces la pongo a pasear por la terraza y, al poco de dejarla, desaparece de mi vista y me obliga a buscarla entre las macetas con cierta dificultad, pues se mimetiza muy bien con su color pardo. Todos los días me hacer recordar la metáfora del filósofo griego Zenon sobre la célebre carrera en el estadio entre Aquiles y la tortuga, con su extraña conclusión de que siempre la tortuga ganará la carrera. Leibnitz y su cálculo infinitesimal dieron la clave del asunto. Muy complicado. Léanlo en Google.
Floren me preguntó si en España todo el mundo publica libros. Ella es hispana. Me deja perpleja su pregunta y me aclara: su ex marido, su suegro y su cuñado españoles han escrito y publicado libros de distinto género. No sé que responderle. Me acuerdo de José de Larra y su afirmación de que “En España, escribir es llorar”, de que yo soy soy una escribidora nata, de que practico el lema nulla die sine línea, como el Tostado de Ávila y de que me entrego de lleno a la escritura, sin obtener beneficio económico alguno a cambio. “Bueno… no sé… verás… yo escribo, porque no sé hacer otra cosa, incluso haciendo dejación de las tareas domésticas…”, le digo por decir algo. “Escribir es más fácil que publicar”, añado vacilante. No sé si le satisfizo la respuesta, pero no se me ocurrió otra.
Dice la UNESCO que, junto a la escuela, aprendemos un tercio de nuestros conocimientos en la existencia diaria. De hablar y cambiar impresiones con la gente y los amigos, se aprende mucha sustancia de la vida. Boublil por ejemplo dijo sobre la marcha que “afortunadamente la vida no se gobierna solamente por lo racional. Nos perderíamos muchas cosas". Tiene razón.
¡FELICES PASCUAS!
Cerámica armenia en Jerusalén
FELIZ Pascua a todos!
ResponderEliminarQueridos amigos
ResponderEliminarDe todos modos, lamento informar que los nombres no son perfectos. Está bien buscar cierta precisión, pero no hay que exagerar. No todos los hermanos mayores son como Caín. En cuanto a sefardí etc., la terminación en -ita, proveniente del griego y del latín, es lógico que no se adecue mal a nuestros oídos hispanos. Por otra parte, nadie es dueño del lenguaje: somos "usuarios" de él y su autoría es algo bien complejo.
Lo que importa es que tengamos, en medio de nuestros problemas, un bello espíritu pascual. Prometo comer solo cinco huevos de pascua y no cincuenta. Los quiero mucho,
Raúl
p.s. A los amigos españoles, regálenme espiritualmente un salamín bien duro, con carne de ganso, como los que venden en Mercadona.
Felices Pascuas
ResponderEliminarEstoy disfrutando mucho con tu viaje a
ResponderEliminarJerusalén.Hoy he vuelto a agachar la ca
Beza para entrar en el Santo Sepulcro.
Fui dos veces, pero contigo son tres. Sigue viajando. Un abrazo. Angelina
"...yo soy soy una escribidora nata... practico el lema nulla die sine línea"
ResponderEliminarY gracias a eso tus viajes no son solo tuyos, también son de los que te leemos. Gracias por abrirnos horizontes geográficos, históricos, artísticos, culturales... y gracias también por citarme en tu crónica.