L.M.A.
15/5/22.- Madrid.- Algunos críticos de arte coleccionan los libros con las reflexiones de los propios artistas, sean pintores, grabadores o escultores. Ángel Ferrant (1890-1961), escultor”, dejó sus reflexiones en sus notas y citas de las clases que impartía a sus alumnos en el estudio. Todas sus notas han sido recopiladas en el libro “Pancartas escolares”, publicado por Árdora Ediciones.
El texto original, editado y anotado por Javier Mateo de Castro, va acompañado por estudios de Javier Arnaldo y José Luis Gallero en un libro que condensa el paisaje exquisito del pensamiento artístico moderno en España.
Una generosa colección de sentencias, indicaciones aforísticas y enseñanzas de las que se sirvió en sus clases de modelado. Rotuladas sobre papel, estas sentencias colgaron a modo de avisos en su taller de enseñanza. El destacado reformista de las enseñanzas de arte que fue Ferrant nos da a conocer en estos consejos breves las herramientas mismas de su trabajo docente. He aquí algunas de sus sentencias:
“Más que conocer, nuestra labor, aquí debe llevarnos a reconocer lo que sentimos”.
“No hay que pensar que lo mejor de nuestra obra sea aquello que fue controlado por nuestro juicio.”
“A la pasión analizadora, la llamó Pasteur “el dios interior”.
“El espíritu poético debe conducirnos ciegamente a la verdad”. Paul Valery
“Nada más aventurado que atribuir a la obra de arte un valor imperecedero”
“La obra de arte nace con un designio superior a la voluntad de quien lo produce”.
Los textos de Ángel Ferrant transcritos en el libro “Pancartas escolares” son inéditdos hasta ahora y y proceden del legado documental y bibliográfico del artista conservado en el Archivo del Museo Patio Herreriano de Arte Contemporáneo Español (Valladolid). El conjunto se compone de cerca de doscientas cuartillas, conservadas en 181 carpetas plásticas clasificadas en dos cajas.
“Nada más aventurado que atribuir a la obra de arte un valor imperecedero.” No pongo en duda el valor del estudioso y artista pero hay bastantes cosas más aventuradas que esa. Un solo ejemplo, la "insoportable arrogancia" de Ovidio y Horacio: estaban seguros de que sus obras iban a ser leídas por la posteridad... sin duda no se equivocaron.
ResponderEliminarGracias por el artículo. Nuevos saludos,
Raúl