Julia Sáez-Angulo
Fotos: Mercedes Marcos
13/8/22.- El Escorial.- Yamaoka no desciende de la expedición nipona de 1614, que dejó su huella y presencia en un pueblo de la rivera del río Guadalquivir, Coria, cuando llegó la embajada Keicho, al mando del samurái Hasekura Tsunenaga, junto al español fray Luis Sotelo. Sus objetivos eran comerciales y religiosos. De los 180 expedicionarios, 30 llegaron a la península ibérica, aunque solo 18 volvieron a tierras niponas. Los que se quedaron en Coria del Río, con ojos rasgados y ADN oriental, adoptaron el apellido Japón, que hoy se perpetúa, con fluidez. El príncipe heredero Naruhito de Japón, visitó Coria en 2013, para conmemorar esa travesía pionera, celebrada por España y Japón con actos diversos en el denominado “Año Dual España-Japón, 400 años de relaciones”. Atrás quedaron aquellos encuentros bélicos entre las espadas y las katanas de españoles y japoneses, en el norte de Filipinas, donde se enfrentaron dos escuelas de esgrima muy diferentes, y en las que venció el acero toledano mucho más resistente del capitán Juan Pablo de Carrión, frente a los denominados “samuráis sin señor”. Fue en el año 1582, cuando S.M. Felipe II reinaba sobre España y Portugal.
Lleva en España desde 1969 e instalado en "El Escorial de Arriba" desde 1979. En sus 81 años, Kiyoshi Yamaoka (Tokio,1941) ha aprendido a compaginar con acierto artes plásticas y restauración gastronómica. Tiene en su haber más de mil piezas artísticas en su estudio de la urbanización Infanta y su Taberna Yamaoka, en la calle Las Pozas 31, frente a la iglesia de San Lorenzo, en la falda del monte Abantos. Un establecimiento bien conocido por sus platos originales, creatividad del japonés, más allá de la cocina clásica nipona en la que se inspira. Arte y cocina se dan la mano en el establecimiento decorado con el diseño del autor. Una gran manzana de plata pintada sobre tabla por el artista visual nipón, frente a un cuadro con la representación esquemática de un yashiro o templo de Dios y de acogida de almas, presiden el espacio.
Yamaoka, fascinado por España, su flamenco puro y, sobre todo, con la obra dramática de Goya, los muros intervenidos de Antoni Tàpies o las arpilleras de los homínidos de Manuel Millares que sintonizaban tan bien con su espíritu artístico oriental, se matriculó en 1972 en la madrileña Escuela Bellas Artes de San Fernando. El éxito artístico le llegó muy pronto, exponiendo en las galerías Bungei Shinju y Ueda de Tokio, que le conectaron con Nueva York. Pero, ¡ay!, la crisis, que se pasea periódicamente por la vida económica, se posó en el mercado artístico y fue cuando una amiga del arte, le aconsejó que probara salida de subsistencia con la gastronomía. Fue un acierto, porque le ha dado una sostenibilidad, que no siempre proporciona el arte.
En 1997 Yamaoka firmó contrato con la galería Edurne, sita en Madrid y El Escorial, y, desde entonces, ha sostenido una gran amistad con sus dueños Margarita de Lucas y Antonio Navascués, afincados hoy en San Lorenzo. Con ellos hizo un fecundo viaje a Japón.
Kiyoshi Yamaoka muestra la cordialidad de quien ha vivido mucho y conoce bien la condición humana, pero guarda la compostura firme y sobria de un samurai. Su expresión en castellano se muestra sincopada y conserva, pese a los muchos años de residencia, un fuerte acento japonés.
“Cuando llegan las crisis, yo aplico el buen consejo y las tres recomendaciones del empresario japonés Akio Nitori: ofrecer precio asequible, buena calidad y originalidad. No falla. Yo no he subido los precios con la crisis y por eso me va bien”, explica el artista y hostelero. “Aquí por 35 euros pueden comer bien dos personas”.
Quienes conocen desde hace tiempo a Yamoka -la fotógrafa Doctora Mercedes Marcos incluida-, lo consideran un hombre singular, solitario y paseante con su perro por las calles y bosques escurialenses. El artista japonés lo reconoce en parte. Vivía en una casa frente al Hospital de la Alcaldesa y contaba con un gran estudio. Tiene amigos, pero sin ataduras. Estuvo casado dos veces, una en Japón y otra en España, además de acompañado en el tiempo por otras tres mujeres, pero reconoce que “en la vida es complicado si hay dos jefes en una convivencia”, él necesita ser jefe de sí mismo y de su tiempo. El campo y los bosques de El Escorial le confieren la tranquilidad de mente y de pensamiento necesario para crear y organizar su vida y su arte.
Lector entusiasta de Miguel de Unamuno, al que cita con frecuencia, encontró en su libro “Del sentimiento trágico de la vida” (1912), la certera explicación a muchas de sus reflexiones: “su angustia era mi angustia”. “Frente al “pienso, luego existo” de René Descartes, Unamuno plantea en primer lugar la idea de la existencia, de confirmar verdaderamente que existimos, para luego pensar. Hay que saber si la vida en el mundo es o no es nada… si la aceptamos o no… Hay que lucharla y yo hago eso todos los días. Esto me alimenta. Pensar, imaginar, sentir…Vida y muerte son las claves, la conciencia como alma…”
“Porque la razón aniquila y la imaginación entera, integra o totaliza; la razón por sí sola mata y la imaginación es la que da vida. (…) . La razón, la cabeza, nos dice: ¡nada!; la imaginación, el corazón, nos dice: ¡todo!, y entre nada y todo, fundiéndose el todo y la nada en nosotros, vivimos en Dios, que es todo, y vive Dios en nosotros, que sin Él somos nada.”, dice Unamuno.
Artista visual y hostelero
Le pregunto si no siente interferencias entre el arte y la gastronomía y dice que no. En ambas actividades se considera artista, si bien ante las artes plásticas, las preguntas son más profundas, porque en el arte se plasma toda la filosofía del autor, la expresión máxima del sentido de la vida.
Aunque Yamoka practicó el arte figurativo en sus años de Nueva York, de la mano de la galería Vorpal a finales de los 80, es sobre todo el arte abstracto el que domina su trabajo plástico, con materiales que van desde el plomo y las planchas metálicas, hasta la ceniza, las piedras… y la tabla como soporte de infinidad de pigmentos, resinas y sprays. Para Yamaoka, “el arte es el arte, algo muy serio y profundo, es vida, que poco tiene que ver con el dibujo frívolo del manga o el cómic del divertimento”.
El artista japonés ha llevado a cabo distintas performances e instalaciones, en distintos foros de España, con homenajes o memoriales, el más reciente en el jardín la casa de Cultura de San Lorenzo, a base de caminos de piedras y sugerentes presencias minerales y orgánicas. Fue un éxito. Otra performance le llevó al incendio total de un barco y el reparto de las cenizas en sobres que iban al mar…
En Coria del Río (Sevilla) llevó a cabo un monumento público en mármol, que “un acto vandálico casi destruyó posteriormente, pero se ha restaurado y se reinaugura el próximo día 15 de agosto”. Se trata de un Monumento a Hasekura Tsuneaga (2017), que simboliza la unión de Coria del Río y Japón desde 1614. Una curiosa historia.
Yamaoka ha realizado numerosas obras con diferentes versiones del “yashiro”, templo de Dios y de acogida de almas, con muy buena aceptación por los coleccionistas.
El artista nipón se contempla así mismo instalado con gusto y para siempre en San Lorenzo de El Escorial. “Tengo 81 años, no tengo hijos, pero sí dos responsabilidades: el millar de obras de arte que guardo en mi estudio -muchas de ellas grandes de cuatro metros y no expuestas- y las trece personas que dependen de mi empresa gastronómica, nueve en El Escorial y cuatro en Madrid”. El artista y hostelero nipón acaba de abrir otro pequeño restaurante en Európolis, en la capital de España, al que ha llamado “Pequeño Yamaoka”.
Le pregunto si se siente ya tan español como japonés y me recuerda el caso del artista Alberto Giacometti en París, cuando le preguntaron lo mismo. “Mi arte será siempre italiano, porque es sangre italiana la que corre por mis venas”, contestó Giacometti. Yo tengo que decir lo mismo porque por mí solo corre sangre japonesa y eso marca”, añade el artista nipón.
Yamaoka aclara que él no es chef de cocina, pero sí tiene intuición y creatividad para crear más de cien platos, que luego los cocineros adaptan perfectamente. Nuestros platos no son fáciles de imitar, porque son muy creativos y llevan numerosos condimentos o especias que los hacen diferentes. El plato estrella de la casa “Aguacate Yamaoka” es la ensalada tibia de aguacate, a base de shari -arroz para sushi y diversos condimentos. También el tataki de atún macerado, teriyakis, la ensalada de pollo y algas; el nabo picante, la sopa Miso, tempuras varias…Para Yamaoka, una clave de la buena cocina está en los productos frescos que él elige y adquiere cada día.
Al despedirnos, el artista japonés acaricia a su perro Santa (“Arrecogido” en japonés), que encontró en la calle, como todos los caninos que ha tenido. “Este se sube a los pies de mi cama y duerme conmigo”. Un amigo fiel para pasear por el monte Abantos, el Pico del Fraile, San Benito… o los fecundos bosques de la Herrería. El Escorial es el Real Sitio escogido por Yamaoka.
La entrevistadora y el artista, con un cuadro de "Yashiro" al fondo
Yamaoka y su cuadro "La manzana de plata"
Muy bello.
ResponderEliminarEncuentro de dos grandes imperios. Nuevos saludos,
Raúl
ResponderEliminarLeo con mucho gusto todas las entrevistas que haces a los personajes tan singulares del Escorial, me ayudan a valorar más mi pueblo de verano, que si ya lo admiraba; ahora más.
Concha López
Excelente nota sobre un gran artista.Gracias Julia !
ResponderEliminarZAPISEK
ResponderEliminarque interesante nota con Yamaoka, estupenda, me encantó todo lo que dijo y habló sobre su arte y sobre la gastronomía. Habrá que ir a su pequeño Restó para probar tan ricas delikatessen, fusión jap con española, debe ser rico. Y tbn ver su obra que tiene muy buena pinta en foto, imagino q in situ, será rebuena
Yamaoka que bueno saber de ti.
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