domingo, 12 de febrero de 2023

EL ESCORIAL, EL CEDRO DEL LÍBANO, LA SILLA DE FELIPE II, JUAN YOC Y EL REAL MONASTERIO

Ante el cedro del Líbano en el jardín de la Casita del Infante Don Gabriel de Borbón

En la silla de Felipe II- Montañas de Guadarrama al fondo


Julia Sáez-Angulo

Fotos: Saslovsky y Zapisek

12/2/23.- Madrid.- .- De El Escorial “nunqvam satis” (nunca se hablará bastante), que dirían los latinos. Me piden que haga de guía del Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial para que lo conozcan Verónica Saslovsky y su hijo Jano Parrilla, dos argentinos recién llegados. No me resisto, porque dar un paseo por El Escorial en invierno es tentador. 

La niebla de primeras horas de la mañana cubre las cimas del monte Abantos, las Machotas y el pico de San Benito. Atravesamos con el coche el jardín mustio del Hotel Felipe II, donde antaño los acomodados madrileños curaban la tuberculosis. La luz fría e irreal envuelve el paisaje como en un cuadro metafísico de De Chirico, afirma Adriana Zapisek que es pintora. 

Llegamos al restaurante La Horizontal y se impuso de manera natural un rato de senderismo entre árboles que desconocen la poda, árboles de hoja perenne o caduca, alternado el verde oscuro con el gris blanquecino. Jano quiere ver la nieve, porque la desconoce, pero estamos a tres grados y no es posible. Entramos en La Horizontal y el encargado nos muestra las viejas fotos del célebre restaurante, cuando solo era un merendero, en los años 60.

No podríamos dejar a los dos nuevos visitantes argentinos sin cumplir con el rito de todos los turistas: subir a ver y sentarse en la silla de Felipe II. Todos pusimos allí las posaderas y contemplamos el Real Monasterio, desde el mismo lugar que lo hizo el rey culto y renacentista de la Monarquía Hispana, aquel que regía el Imperio en el que no se ponía el sol.

Recordamos la leyenda que cuenta como el emperador Carlos V advirtió a su hijo Felipe II: “Si quieres conservar tus reinos, deja la capital en Toledo; si quieres ensancharlos, llévala a Lisboa; si quieres perderlos, sitúala en Madrid". El Monarca hizo nombrar Madrid como capital del Imperio, y Magerit dejó de ser una sede provisional itinerante, como antes lo había sido Valladolid durante su reinado. Y lo hizo, tomemos nota, porque estaba cerca de su amado monasterio/palacio de El Escorial.

Leí en voz alta que Patrimonio Nacional gestiona ocho Palacios Reales, cinco Residencias Reales de Campo y diez Monasterios y Conventos fundados por la Corona, además 20.500 hectáreas de bosque y 589 de jardines históricos, de las cuales 154 han sido reconocidas como Paisajes Culturales Patrimonio de la Humanidad. Claro que el Imperio se esfumó y lloramos cuando se perdió la última colonia, nuestra perla: Cuba.

Estábamos en la Casita del Infante Don Gabriel, el pabellón de caza de arriba y el conserje nos aclaró que los zorros solo bajaban de las cimas al jardín, por la noche. Quedamos tranquilos.

Un señor que me escuchaba hablar, con sonrisa ambigua dijo: “¡Qué buena guía llevan ustedes!”. También sonreímos. No falla, la mejor guía es la que lo sabe todo y, cuando no, se lo inventa. Contemplamos con admiración el cedro del Líbano en el jardín, árbol de más de cien años con ramas hermosas como brazos de un candelabro singular, árbol protegido por la Comunidad de Madrid, como es el pinsapo, en torno al cual se construyó el auditorio del Real Sitio. 

No solo de piedras se vive en El Escorial, el número de senderistas por el bosque de La Herrería era infinito. La altura de las montañas es una llamada a elevarse. Algunos buscan el lugar de contemplación conjunta, que tuvieron Velázquez y Rubens en su momento, para ver el Real Monasterio. Las coníferas se alternan con los castaños y encinas en una sinfonía contenida de color… La Naturaleza y los pensamientos sagrados a los que conduce, despiertan el apetito.

Nos dirigimos a donde teníamos reserva, al comedor acristalado del Hotel Miranda Suizo, donde veraneaban y se conocieron la reina Giovanna de Bulgaria (nacida de Saboya) y la poeta Fina de Calderón, y allí nació una estrecha amistad para siempre, como consta en las memorias de la escritora. 

    Los adultos optamos por los pimientos rellenos de salmón y las patatas revolconas (Adriana las pidió para conocerlas, cuando le dije que yo las había comido el día anterior en casa de los pintores Mercedes Ballesteros y Pablo Reviriego). Estaban buenas, pero las de Mercedes son mejores. Jano optó por la carne asada, casi un chuletón de Ávila, provincia vecina,  excelente, que no pudo terminar.

El pintor guatemalteco Juan Yoc, residente en El Escorial desde 1991, nos esperaba a las cuatro en su casa-estudio, en plena ladera de San Lorenzo, donde apenas se puede aparcar y el todoterreno eléctrico de Mario Saslovsky subía con una inclinación de 180 grados o así;  el auto nos aguardó en un descampado. La acogida, con buena pintura y hermosos collages, fue amable y hospitalaria por parte de Yoc y de Leticia, su marchante. El artista se prepara para exponer en Baréin y en Guatemala. Está en un momento pletórico de esos que los artistas tienen que aprovechar. Mario le invitó a presentarse en el Certamen de Pintura Abstracta que lleva su nombre.

Ya solo queda visitar el Monasterio construido por Juan de Herrera, que es a la vez Palacio, Real Basílica, Real Biblioteca, Panteón Real, Colegio de Infantes y de Pueri Cantores, Jardines del Rey, de la Reina y de los Frailes… Imposible verlo todo, además Jano se impacienta. Tanta cultura y vida cultural junta le aturde. 

Optamos por visitar el Patio de Reyes, presidido por la estatua de Salomón, al que quiso emular Felipe II en la construcción de un gran templo. Entramos a la basílica, vimos el célebre y púdico Cristo de Cellini, sacamos una foto y el vigilante nos llamó la atención por prohibida. Recorrimos con calma el templo y sus pinturas sobre los padres de la Iglesia y otros santos de altar; vimos su bello tabernáculo, frescos en el techo (con poca luz en ese momento), dos órganos, púlpitos con tornavoz, edículo de Semana Santa, tenebrario… Magnífico y esplendoroso. Nos escandalizó que hubiera velas encendidas en vez de lamparilla eléctricas. Luego me explicó el agustino Javier de Campos y Sevilla, que están a buen recaudo en rieles de hierro.

A la salida dije, que ya solo quedaba por visitar el Real Coliseo de Carlos III, esa bombonera exquisita para teatro de Corte, pero Jano se plantó y dijo que ya estaba bien y que sería más razonable volver a casa para dibujar con su maestría el cómic y en la animación, que es lo suyo. Accedimos, porque el muchacho tenía razón, pero antes pasamos aMiranda Suizo a tomar café con churros o chocolate "a la española", en él que el bizcocho se queda tieso y no "a la francesa", un brebaje líquido que no procede). Los platos de picatostes salían calientes y continuos de la cocina, ante el asombro de los argentinos. Es la especialidad de la casa, les expliqué: chocolate con picatostes. ¡Qué ricos! ¡Lástima que engorden!

        Me consta que a Jano lo van a llevar al puerto (estación, dice los argentinos, porque el puerto lo dejan para del mar) de Guadarrama, para que el muchacho conozca la nieve en su realidad y no en el metaverso.

Juan Francisco Yoc Cotajay, pintor guatemalteco residente en San Lorenzo

Con Juan Joc en su estudio

Ante la entrada de la Casita del Infante Don Gabriel

Macetero diseñado para la Casita del Infante D. Gabriel
En la silla de Felipe II de El Escorial
En el restaurante Miranda Suizo

18 comentarios:

  1. Muy bello el artículo y hermosas todas las fotos.El paisaje tambien,es de una gran belleza.
    Estela Elmquits

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  2. Madre mía has escrito una novela preciosa que engancha me alegro que pasarais un día estupendo

    Mercedes Ballesteros

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  3. Hermoso tu paseo de invierno por las latitudes escurialenses.Un abrazo.

    Octavio Uña Juárez

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  4. ayer pasamos un dia precioso, coronado por tu hermosa nota que es fantástica. Ya la estoy reenviando a todo el mundo !!!

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  5. ¡Me encanta El Escorial!
    En su día tuve un caballo en pupilaje por la zona donde está la urbanización de Pinosol.
    Lo conozco bien pues. Gracias por compartir.
    Nilda Scalise

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  6. Maravilloso artículo de nuestro real sitio del Escorial y su entorno. Pero más bello es que lo compartas con nosotros.
    Muchas gracias.
    Romseneí Jose Miguel


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  7. ¡Dios mío! Es increíble todo lo que han recorrido en tan solo un día. La intensidad de lo visto y vivido en un solo paseo es abrumador. Pero qué felicidad hacerlo en tan grata compañía.

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  8. Tu magnífico relato me hizo revivir mi propia visita a El Escorial para tomar un café en el Miranda Suizo con el gran periodista e investigador de temas medioambientales residente en El Escorial, Carlos de Prada previa visita del monasterio y detenerme como ustedes, a admirar el Cristo de Benvenuto Cellini.

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  9. Que maravillosa excursión y, lo mejor, hacerla en buena compañía. El Escorial hay que visitarlo en todas las épocas del año. El cambio de colores es espectacular..
    Carmen Palomero

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  10. Julia
    Maravilloso paseo. Digo algo muy incidental. Aunque tengo un abdomen más que respetable, cada vez que volví de España, a pesar de lo sabrosa y abundante que es la cocina española, pesé dos o tres kilos menos. La explicación: seguramente hay que buscarla en todo lo que uno camina recorriendo lugares tan bellos. Saludos,
    Raúl

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  11. Hermoso relato del maravilloso día compartido ayer !! Felicitaciones !!! 👏 👏👏 un beso !!

    Veronica

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  12. Conozco el lugar ,me parece precioso y el relato es excelente ,es importante compartir estas experiencias. Un abrazo

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  13. Querida Julia ,eres única ,que belleza de artículo has escrito, que sensibilidad que cultura que profundidad,como has tocado los temas que gran conocimiento ,pasas de lo histórico ,de lo arquitectónico a hablar por ejemplo del pinsapo un árbol preciadisimo por los naturistas y en extinción ,estoy impactada

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  14. En mi caso también visite por primera vez El Escorial en invierno allá por 1974, con esa neblina que te traslada a la época y al misticismo. Gracias por tu artículo que comparto en mi página de autora en fb. Saludos

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  15. Es un privilegio para Madrid tener tan cerca El escorial. Y un privilegio para El Escorial y sus visitantes tenerte, Julia, como guía. Es un lugar histórico, pero también un lugar mágico. Y espero que ese emblema que es el Hotel Miranda Suizo se mantenga como generador de crónicas, sueños y pensamientos de algunos de nosotros. Sin él, el lugar bajo la advocación de San Lorenzo tendría una perseida caida del cielo menos.

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  16. Excelente nota,riquísimas vivencias!! Felicitaciones !!!

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