jueves, 27 de abril de 2023

HOMENAJE LITERARIO A PEDRO MARTÍNEZ MÓNTAVEZ


Víctor Morales Lezcano

Todos los universitarios de ayer, a partir de los años cuarenta y tantos del pasado siglo XX, no podemos echar en el olvido el edificio instalado en la avenida de los Reyes Católicos 4 (Madrid). Fue llamado, a propósito, Instituto de Cultura Hispánica y de Estudios Islámicos y es reconocido actualmente como sede de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), vinculada estrechamente al Ministerio de Asuntos Exteriores. ¿Qué marco más adecuado existe en Madrid para emprender la iniciativa de recordar la trayectoria académica, científica y creativa de Pedro Martínez Montávez (1933-1923)? Él se nos ha ido recientemente del mondo cane que todavía habitamos los universitarios que nos hemos congregado en la AECID el lunes 24 de abril para celebrar el primer homenaje póstumo a Montávez, porque así lo solíamos llamar muchos colegas, doctores y alumnos del Departamento de Árabe e Islam que encabezó nuestro amigo Pedro Martínez en la Facultad de Filosofía y Letras de la madrileña Universidad Autónoma, sita en Cantoblanco. 

Araceli García Martín viene siendo directora y coordinadora de las bibliotecas que cobija la AECID; entre ellas, la consagrada a estudios islámicos, aunque Luisa Mora sea, en rigor, la directora de la Biblioteca Islámica, que sigue teniendo su sede y albergue en la avenida de los Reyes Católicos 4, desde hace tiempo. Tanto ellas dos, como el responsable del Centro Intercultural Hispano Árabe, Abdo Tounsi, han logrado materializar un “Homenaje literario a Pedro Martínez Montávez”, haciéndolo coincidir con el Día del Libro del año en curso. Pusieron su precioso grano de arena al entrañable acto al que me vengo refiriendo Pedro Martínez Lillo y Carmen Ruiz Bravo-Villasante, historiador y arabista de pro respectivamente. Universitarios, más de una treintena, afectos a la importante obra y penetrante personalidad intelectual de Pedro Martínez Montávez, nos dimos cita para recordar y reconocer en nuestra sensibilidad no solo al maestro sino también el juicio siempre lúcido del profesor homenajeado.

Fueron varias las intervenciones breves de casi todos los asistentes al acto, confiriéndole de esta manera una pátina de sincera gratitud. No puedo hacer menos, en esta ocasión, que decirle, con mi recuerdo emocionado, a Pedro Martínez Montávez aquello de “te vas, te vas, pero te quedas”.


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