Julia Sáez-Angulo
Fotos: Magán, Zapisek, Saslovsky y Rguez.
9/7/23.- Madrid.- Tresjuncos es un pueblo conquense de quinientos habitantes en invierno y tres mil en verano, donde la periodista Lola Rodríguez y su marido Cesar Casanova se instalan durante el estío, en una casa singular de gruesos muros, pequeñas ventanas y un amplio patio ajardinado, con porche y tres ambientes, donde crece un pruno pelirrojo, un aligustre arbolado y hiedra que cabalga muros y puertas. La estancia se llama Villa Lalos, porque son abuelos de tres chicos crecidos, que viajan desde Suiza e Inglaterra para pasa unos días con ellos.
Enclavado en un altozano, no sé si desde allí los habitantes de Tresjuncos divisaban las posibles invasiones y razias de los moros, pero hoy, según Lola se ven muy bien los campos de mieses e hileras de árboles en el valle, así como el cementerio con sus cúpulas coquetas, pero lo mejor, según la anfitriona, es contemplar las nubes y las puestas de sol, que son cada día más bellas.
Aunque Tresjuncos en un pueblo pequeño, cuenta con piscina municipal y plaza de toros, entre otros atractivos, para retener a los veraneantes oriundos o nuevos, en su terreno, donde, por la altura corre el aire al atardecer y se está divinamente. El territorio municipal, no lejos del poblado romano de Segóbriga, que bien merece una visita, es a su vez continuo yacimiento romano, porque ya sabemos que las huestes del Imperio de Roma, con Julio Cesar a la cabeza, construían y habitaban para la eternidad.
Entrar en la casa de Lola es habitar el horror vacui en el que se recrea la dueña. Un claro horror al vacío. Crítica de arte, ella acumula cuadros, esculturas, dibujos, grabados, pequeñas antigüedades o brocanters, objetos artísticos, recuerdos de viaje y, sobre todo, de familia. Las velas aromáticas que ella reparte por toda la amplia casa, desde los baños a los salones, envuelven a los que llegamos de visita y nos dedicamos a contemplar aquella singularidad y riqueza sentimental que los anfitriones atesoran. Un totum revolutum bien amalgamado,
En la pintura reconocí las firmas de Mónica Jimeno, Jaume Estartús y numerosos dibujos acuarelados de Cesar Casanova, su padre o su tía monja, porque son una buena saga familiar de artistas. El anfitrión me hizo notar el preciosísimo dibujo de algunas plumillas que él hizo, cuando estuvo destinado en Las Palmas de Gran Canaria como militar.
A Susana Arregui, la esposa de Luis Magán, le llaman la atención los lavabos y piletas de cerámica estampada, que Lola asegura que trajo de México. A Adriana Zapisek le divierten los tres espacios diferenciados que se han conseguido en el jardín para poder independizarse en ellos. A mí me parecen curiosos los tres apagavelas de metal y nácar o un trabuco, en medio de una panoplia de armas. Pequeños y medianos espejos distribuidos por diferentes ángulos permiten controlar los quiebros de luz en los distintos ámbitos de la casa. Y, en los diversos dormitorios, camas con mosquiteras, que le dan un aire de dosel particular.
Después de un aperitivo en el jardín, a base de cerveza, chips, queso, regañás, chorizo y morcilla, pasamos al comedor interior, más fresco, con una mesa bien vestida y alhajada, donde disfrutamos de un fino salmorejo en curiosos recipientes cúbicos de cerámica encargados en la fábrica Ruiz de Luna de Talavera de la Reina, al igual que el resto de la vajilla con las iniciales enlazadas de CR, que llegué a pensar si no eran las de Cesar Rex, pero aclararon que eran las de los apellidos de los anfitriones: Casanova y Rodríguez.
Las empanadillas argentinas de carne, picantes y no picantes, siguieron al salmorejo. Encargadas con exigencia y cuidado por Mario Saslovsky, estaban deliciosas y hechas en el día. Además, el empresario argentino añadió una buena botella de vino tinto de Rivera, Sandoval, que todos disfrutamos con la carne. Carrillada de ternera al vino, con patatas cocidas y escalivada, añadieron condumio a la mesa, para terminar con sandía fresca y las esperadas tartas de queso, chocolate negro y chocolate belga, que trajo el matrimonio Magán de una confitería muy exclusiva de la calle Serrano. A ellas se sumó la tarta de manzana casera, preparada en la tahona local.
Sin ágape no hay alegría. Confiamos en que todo nos sentara bien, porque Mario bendijo la mesa, al principio, en hebreo: “Borujató…” y Lola lo hizo en español: "Gracias Señor...". Me acordé, sin venir a cuento, del título mítico e irónico del libro de Xavier Domingo: “Cuando solo nos queda la comida” (1980).
Pero, junto al ágape, brota la conversación fluida y amable. Susana habló de la misa estacional e inicio de ministerio como arzobispo de Madrid, de monseñor José Cobo Cano, en la catedral de la Almudena, donde estuvo ayer con su marido. Mario se interesó por si al nuevo arzobispo le caía bien el Papa argentino. “¡Cómo no!, si lo ha nombrado el propio Papa Francisco!”, replicó la interpelada. Supimos que hubo 30 obispos en la ceremonia litúrgica y que, en vez de besamanos, hubo bendiciones por doquier del arzobispo, al que pronto nombrarán cardenal, según buenas fuentes.
Luis nos recuerda que en el almuerzo están presentes tres grandes voces de la RTV, concretamente de Click RTV, donde colaboran semanalmente en un programa cultural: Lola Rodríguez, Luis Magán y Adriana Zapisek. Entrevistas y noticias culturales. Por su programa han pasado entre otros entrevistados : Rosa Gallego, María Jesús de Frutos, María Villarroya, Cristina Domínguez Sar…
Hojeamos y ojeamos un libro de ejecutoria de apellido de la Chancillería de Valladolid, sobre el apellido González-Matheo, perteneciente de la abuela materna de César, donde se le acredita la condición de hidalgo, desde que la familia albergara y alimentara a los soldados cristianos que intervinieron contra los moros en la batalla de Clavijo, fechada en 844. La familia es oriunda de Lapuebla de Labarca, Rioja alavesa, mientras que la de Lola es de Ferrol.
Aunque la hidalguía sea la escala más baja de la nobleza rural, en todo caso, “Nobleza obliga” y así se puso de manifiesto en este encuentro dominical veraniego de amigos en una casa también rural, de singular belleza con sus gruesos muros, sus pequeñas ventanas, sus dormitorios con mosquiteras, sus docenas y decenas de cuadros y objetos singulares, con un jardín, donde crece el pruno pelirrojo, el aligustre arbolado, amén de la hiedra por muros y puertas. Pero lo mejor está en los anfitriones, Lola y César, que le dan acogida y vida.
ResponderEliminarQue bello lugar,que hermosa pareja y que exquisita comida.Las empanadas se veían deliciosas.
Estela Elmquist
ResponderEliminarQué alegría leer estas crónicas tan bonitas en unos tiempos donde, desgraciadamente, no se prodigan estos encuentros tan amistosos donde la buena comida es una buena excusa para una buena charla y una buena amistad.
Gracias por compartirlo y por darme a conocer ese pueblito con ese bonito nombre y con esos maravillosos vecinos.
Carlos Sánchez
Gracias a todos por acompañarnos;disfruta
ResponderEliminarndo de vuestra maravillosa compañía, pasamos un día muy agradable y feliz. Deseando repetirlo pronto.
Es tan vívida la nota que he disfrutado de la visita y el almuerzo como si hubiera estado con Uds. GRACIAS !!!
ResponderEliminarGracias a todos por acompañarnos;disfruta
ResponderEliminarndo de vuestra maravillosa compañía, pasamos un día muy agradable y feliz. Deseando repetirlo pronto.
LOLA RODRÍGUEZ
Gracias por él magnífico reportaje de Lola y Cesar, grandes anfitriones de notable personalidad y muy amigables siempre de sus amigos.
ResponderEliminarUn saludo.
Romseneí.
Entrańable reunión de escogidos del Señor en un ambiente inimitable en el que ágape y cultura en maridaje singular evoca a los que no estuvimos cierta nostalgia…❤️
ResponderEliminarEl “anónimo” anterior soy yo !😂(Estartús)
EliminarMe ha encantado leer el reportaje y conocer así la casa de mis queridos Lola y César, de la que tanto me ha hablado Lola. Sin duda, un lugar lleno de encanto, recuerdos y rincones llenos de arte.
ResponderEliminarFeliz también de ver en el reportaje a Luis Magán y su esposa; y las fotos de los lalos con sus nietos. Un abrazo a todos! Feliz Verano!
Marien Viyella