Carmen Valero Espinosa
Fotos: Adriana Zapisek
3/12/23.- Gotarrendura (Ávila).- La alcaldesa de Gotarrendura, Yolanda de Juan ha entregado a la periodista y escritora Julia Sáez-Angulo el Diploma del Reconocimiento Doña Beatriz de Ahumada, en el recinto de el Palomar de Santa Teresa de Jesús de la localidad. La primera edil elogió los méritos de la galardonada como escritora sobre Santa Teresa y reconocimiento de Gotarrendura como cuna de la santa carmelita.
Julia Sáez- Angulo pronunció palabras de agradecimiento para la corporación municipal por la concesión del galardón: "Ha sido para mí un honor y una emoción recibir el Reconocimiento “Doña Beatriz de Ahumada”, por parte del Ayuntamiento de Gotarrendura, pueblo que yo he visitado en diversas ocasiones y por el que siento un particular afecto. Casi siempre he venido de la mano de amigos como Eugenio López Berrón y Rosa María Manzanares y por distintas causas: para conocer el célebre Palomar de Santa Teresa, visitar el Museo López Berrón de Pintura y Etnografía, venir a comer unas buenas patatas revolconas, típicas de la zona e incluso para recibir otro premio en el citado museo: el Adobe de Oro . Como ven, Gotarrendura ha estado muy presente en mi vida.
De boca de estos amigos, Eugenio y Rosa Mari, comencé a conocer la singularidad de este lugar con tres hitos históricos: Camino de Santiago interior, paso del Cortejo Fúnebre de Isabel la Católica y célebre Palomar teresiano. Todo ello lo fui viendo, interiorizando y amando.
Mi admiración y devoción por Santa Teresa venía ya de antaño, ¿cómo no me iba a interesar sobremanera conocer el recinto conocido aquí como “el Palacio”, donde está ese emocionante Palomar, bien conservado del tiempo de la Santa y el jardín con sus senderos, acequias, fuente y pozo. En este lugar, nació y vivió Teresa con sus padres Don Alonso Cepeda y Doña Beatriz de Ahumada, ella, la progenitora da nombre a la distinción que, contenta, recibo hoy. Doña Beatriz de Ahumada, una mujer que, con diez hijos, instauró una cátedra de generosa humanidad, con varones que fueron conquistadores en América y una mujer fuerte y brillante como fue Teresa de Cepeda y Ahumada.
Doña Beatriz de Ahumada, de notable familia castellana, casó en Gotarrendura a la edad de 15 años. Fue una mujer ilustrada en el tiempo en que le tocó vivir, pues leía libros de caballería, además de vidas de santos, como nos cuenta su hija Teresa en el libro de su Vida. Las dos tenían la complicidad de leer esos libros de caballería -como lo hacía Don Quijote- un tanto a espaldas de Don Alonso que no simpatizaba con ellos. Unos libros con los que parecía entretener a sus hijos, según insinúa la propia Teresa. Y de esas lecturas, la Santa carmelita retuvo vocabulario y expresiones que habrían de emerger de vez en cuando en su obra ascética y mística. Ciertamente fue Doña Beatriz quien aficionó a su hija a la lectura.
Teresa de Cepeda y Ahumada quedó huérfana de madre a los trece años y claro es el lamento por la ausencia materna, que la llevaría a acogerse muy pronto a la Madre del cielo. Las descripciones que la Santa hace de su madre Doña Beatriz, no pueden ser más elogiosas: Mi madre también tenía muchas virtudes y pasó la vida con grandes enfermedades. Grandísima honestidad. Con ser de harta hermosura, jamás se entendió que diese ocasión a que ella hacía caso de ella, porque con morir de treinta y tres años, ya su traje era como de persona de mucha edad. Muy apacible y de harto entendimiento. Fueron grandes los trabajos que pasaron el tiempo que vivió. Murió muy cristianamente (Vida 1,2).
De santa Teresa tengo asumidos pensamientos, oraciones y dichos, que a veces repito en conversaciones, charlas, conferencias o escritos. Por citar alguna: ante una inseguridad o duda, me repito a mí misma o lo digo a otros: “hay que tomar una determinada determinación”, un sintagma de la Santa carmelita, que va más allá de la redundancia, por su maravillosa contundencia.
¿Qué decir con su afirmación de que “entre los pucheros anda Dios? Toda una metáfora sencilla de cómo Dios habita en nuestra vida cotidiana para santificarla y santificarnos. O esa frase pesimista y realista al mismo tiempo, de que “la vida es una mala noche en una mala posada” o esa más positiva y genial de “tristeza y melancolía no las quiero en casa mía”.
Santa Teresa es una mujer inteligente y culta -se sabe que fue mujer de lectura de los clásicos, algo que ella ocultaba por humildad- y me he topado con ella en muchos momentos de mi vida profesional como periodista o como crítica de arte. Puedo citar algunos momentos: publiqué una columna en “Diario 16” sobre las palabras de Teresa, humildes y ligeramente irónicas ante la autoridad implacable de los varones en su tiempo, que restaban mérito a las opiniones de mujer.
Créanme que me quedé sobrecogida ante la Transverberación de Santa Teresa o Santa Teresa en éxtasis de Bernini, una obra maestra en mármol, que se encuentra en la iglesia de Santa María de la Victoria de Roma. Y ante una reproducción en color de su rostro en éxtasis, por la pintora modernista Tamara del Lempicka, en el Museo Soumaya de Slim, en México.
Hice una buena crítica de arte de una acertada serie pictórica de diez cuadros sobre la vida de Santa Teresa, por la pintora naíf Mercedes Barba; un retrato de la Santa, por Irene Iribarren; por supuesto, sobre la delicada pintura de López Berrón sobre la Santa joven, casi adolescente, para el monasterio de la Encarnación. Son tantos los encuentros de una u otra manera con Santa Teresa de Jesús que darían para una conferencia, sobre todo sobre su iconografía.
Para terminar, quiero contar brevemente mi afortunada visita al monasterio de la Encarnación junto a Pilar Lara, una descendiente colateral de la familia de la Santa y Matías Vallés, Director General del Libro en 1982. Yo trabajaba entonces en el Ministerio de Cultura, que iba a patrocinar la publicación de un libro de una carmelita. Fue con motivo del IV centenario de la muerte de la Santa. Allí pude conocer la alegría que dejó entre sus monjas la santa Reformadora del Carmelo, su sencillez y sabiduría al mismo tiempo. A una joven religiosa que había estudiado Económica, el Director General le preguntó ¿Y Ud. a que escuela de Economía pertenece a la de Keynes o a la de Samuelson? “A la de Jesucristo”, contestó ella de inmediato sin vacilar y con una sonrisa.
Al recorrer una parte del monasterio, la Madre Priora nos habló del olor de santidad que se percibe con periodicidad en ese monasterio, sobre todo junto al sitial de la Santa Madre. Después señaló a una monja que suele percibirlo con frecuencia cuando limpia el suelo, pero en ese caso, junto a los objetos de la Madre Maravillas… Ya saben, ese olor de santidad que Álvaro Cunqueiro describe como un aroma floral, frutal, a membrillos o a maderas nobles recién cortadas… La Priora señaló a una monja joven, recién profesada, “una mujer con temperamento y carácter”, dijo, y la joven se postró en el suelo pidiendo perdón y penitencia. La Priora le pidió levantarse y nos explicó el acto de la postración entre ellas, para pedir perdón por sus faltas del pasado, que viene desde el tiempo la Santa. La joven religiosa se levantó con una sonrisa como si no hubiera hecho nada especial.
Aquella entrada en el monasterio de la Encarnación fue un recorrido inolvidable, que me unió una vez más a Santa Teresa, una mujer fuerte que convivio con su madre Doña Beatriz de Ahumada, durante trece años en que la perdió con harto dolor. Doña Beatriz murió a los 33 años, como Cristo.
Y hoy recibo un Reconocimiento con su nombre, Doña Beatriz de Ahumada y me llena de orgullo y satisfacción, porque esta distinción parece unirme más a la Santa y Doctora de la Iglesia, nacida de una madre que supo inculcarle el amor a la lectura. Y un cariño especial por Gotarrendura".
Julia Sáez-Angulo recitó seguidamente su poema “Doctoras en la Corte Celestial.(Teresita de Lisieux, Catalina de Siena y Teresa de Jesús), y, a continuación, Marta García interpretó al violín varias composiciones musicales. Los asistentes al evento visitaron el histórico Palomar bajo las explicaciones de María Jesús Carravilla, profesora de Filosofía de la Universidad Católica de Ávila y miembro del Instituto Secular de las Cruzadas de Santa María, de "tronco ignaciano y sabia teresiana", al decir de la profesora. Fue fundado por el jesuita Padre Tomás Morales.
A este Instituto teresiano fue donado el recito del Palomar de Gotarrendura, por el papa san Juan Pablo II, que lo recibió en propiedad, de sus últimos dueños en su visita a España.
Gotarrendura viene de la contracción de Gutiérre Endura, el repoblador y fundador del municipio, tras la reconquista de Alfonso VI a los árabes. Muchos pueblos cercanos tienen nombre y apellido del responsable de conservar el lugar reconquistado, como Pedromuñoz.
Julia Sáez-Angulo, periodista y escritora
Profesora María Jesús Carravilla, a la entrada del Palomar de Santa Teresa
El Palomar de Santa Teresa. Gaatarrendura. (Avila)Recinto ajardinado de el Palomar de Santa Teresa