domingo, 5 de mayo de 2024

"Protocolo del quebranto" , de Mario Vega en el Teatro Fernán Gómez




Julia Sáez-Angulo
Fotos: Adriana Zapisek

5/5/24.- Madrid.- "Protocolo y quebranto" es la obra dramática de Mario Vega, interpretada en el Teatro Fernán Gómez. Un alegato contra la guerra, dentro del ciclo sobre los Derechos Humanos, que pone de manifiesto el envilecimiento a que lleva la guerra, cuarto jinete del Apocalipsis, que destroza cuerpos y espíritus, donde la frontera entre el bien y el mal se adelgaza y la barbarie vuelve a apoderarse del ser humano. 
    Los periodistas, los corresponsales de guerra lo repiten una y otra vez, en una guerra, la primera víctima es la verdad. La mentira “hija del diablo”, de los poderosos, se apodera de las mentes y la palabra. Todo es ganar terreno y ganar tiempo. La vida humana se degrada y ha dejado de tener valor.
    En “Protocolo y quebranto” se pone de manifiesto todo ello. Hay mentira, explotación, violación, evocación de incesto… Los tres magníficos actores lo ponen de manifiesto con una interpretación fuerte, expresionista, tremenda Marta Viera, Mingo Ruano y Ruifer Rodríguez -tres "monstruos". Una puesta en escena soberbia, en la que se percibe bien el frío, la lluvia, la degradación y miseria humana. La humanidad doliente.
    Sinopsis.- Crezk, de origen y bandera desconocida, persigue los territorios en los que sucede la guerra. Porta un armatoste itinerante al que llama Osel, donde vive y esconde pólvora y pequeña munición con la que trapichea, sin importarle quién es amigo y quién enemigo; en su visión operativa del mundo todos son clientes. Vive atrincherada con él su hermana Nadia, una mujer extraña, casi monstruosa. Su relación roza cualquier síndrome conocido; son su cárcel y su huída. Se necesitan y se repelen, como animales bicéfalos.
    Una noche, el errante dueño de Osel, mientras recorre el laberinto que supone la guerra, encuentra un hombre malherido (Luján), pertrechado de un cuaderno de notas en su mano izquierda y una venda manchada de sangre en su pie derecho. Ha pisado una mina y no puede caminar y apenas puede escuchar por el eco ensordecedor de la explosión. Está sediento. Crezk le auxilia, sin ningún ánimo de buen samaritano, ya que intuye en él un siervo que le ayude a arrastrar su armatoste. Pero pronto descubre que no es la búsqueda de pólvora lo que le ha llevado hasta Osel. Lo que empezó siendo una acogida se convierte en una invasión y… puede que una guerra por la supervivencia.




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