Julia Sáez-Angulo
31/7/24 .- El Escorial .- Hay abuelas que siembran el orgullo entre los suyos, diciendo: "en nuestra familia solo hay inteligentes y guapos”. Otras, más realistas, afirman que “en toda familia hay un libertino y un imbécil”. Cuando la gente se pone a pensar con rigor, encuentra a uno y otro, entre los suyos.
En la familia de la abuelita María (1865-1938) lo que hay, ciertamente, son santos, o más exactamente santas. En mi casa escurialense hay un baúl lleno de estampas, folletos, libretos y libros intonsos sobre la tía Margarita (1887-1919), muchacha bonita, sonriente y eucarística. Una verdadera santa, que murió a los 22 años, durante la llamada gripe española de 1919 que, en realidad, fue una gripe norteamericana, según se supo después.
La abuelita María también era una mujer ascética, por cuanto creó junto al Padre Lequerica los ‘Jueves Eucarísticos’ en 1907, devoción que se expandió por toda España y aún permanece. Una iglesia de Vigo lo cuenta con una placa a la entrada que rememora esa fundación; iglesia que se encuentra precisamente en la calle que lleva el nombre de la condesa viguesa.
Las estampas de la tía Margarita hablan de sierva de Dios, así que no llegó a venerable ni a beata, y no fue, porque no lo intentara su madre Doña María, que respetó la habitación de su hija, tal y como la dejo, cuando Dios Padre la llamó a su lado. La condesa viguesa hizo un viaje a Roma, Ciudad Eterna, con la idea de proponer la canonización de su hija a Su Santidad el Papa Pío XII (1939-1958) pero quedó muy defraudada, pues fue recibida, no en audiencia particular, sino general, por lo que solo recibió una bendición como todos los asistentes.
La abuelita María no inició adecuadamente el camino para elevar a su hija Margarita a los altares, una joven bonita, alegre, cariñosa y piadosa, sobre todo con el carisma de la devoción eucarística. “Mi misión es amar para que Lo amen”, dice uno de sus pensamientos escritos, referidos a Cristo, y recogidos en un folleto. El sentido de adoración a Dios de la tía Margarita, a través de la Eucaristía, resulta conmovedor, por su fe, leyendo los dos libros de poesía mística que dejó escritos: "Del corazón” y “Un alma angelical”
Ambas, María y Margarita, madre e hija, iban a la iglesia de los jesuitas, cercana a la plaza de las Cortes, para oír misa. Además, hacían visitas a Jesús Sacramentado con frecuencia, por lo que contaban con una mujer, a la que llamaban “Pepita, la de las 40 horas”, que les reservaba continuamente dos reclinatorios en la iglesia, para que tuvieran sitio cuando ellas llegaran. Pepita se sacaba unas buenas pesetas de compensación y las damas encontraban lugar para arrodillarse y sentarse en los reclinatorios reservados a toda hora.
Julia García Herreros escribió la vida de la sierva de Dios, tía Margarita, al tiempo que recogió sus poesías místicas, bajo el título de “Un alma angelical” (1927), con el nihil obstat de A. J. Domínguez, sacerdote jesuita y el Imprimatur del Dr. J. Franciscus Morán, Vicario General. El prólogo es de Fr. Juan de Guernica, capuchino. De estos libros intonsos tengo medio baúl lleno. Margarita quería mucho a su hermano y a su cuñada, a los que llamaba cariñosamente “los conejitos”, cuando llegaban a casa. María Antonieta Viso también escribió una biografía de la condesa viguesa, en un libro publicado en 1956. Ambos libros llevan páginas con fotografías en blanco y negro, naturalmente.
La decepción en Roma ante el Papa fue tan grande para la condesa viguesa, que no insistió más en proseguir la canonización de la tía Margarita, su gran amor y esperanza, malograda en su joven vida. La guerra civil española de 1936-39 no tardaría en llegar y no estaba el ambiente para desarrollar canonizaciones. Con todo, la condesa logró oír misa casi a diario en la capilla de la casa de la plaza de las Cortes -cerca del parlamento-, pues iba un sacerdote a decirla. El marido del ama de llaves, miembro de la UGT, que se alojó también en la casa, la protegía. Únicamente le pidió que no se tocase la campanilla durante la consagración de la misa, pues ese sonido podría delatarlos a los vecinos.
El hijo de la condesa, Augusto, estudiaba Derecho en el Colegio Reina María Cristina en San Lorenzo de El Escorial, lo que no fue óbice para que se colara entre los alumnos el krausismo, muy en boga en las universidades de los años 30. Todos los libros de la biblioteca sobre el krausismo los derivé a Diputación de Pontevedra, dentro de la amplia donación que hice en su día.
No faltaban tampoco en la biblioteca de Augusto, libros sobre el espiritismo y Allan Kardec (1804 – 1869), traductor, profesor, filósofo y escritor francés, considerado el sistematizador de la doctrina llamada espiritismo. A mí esto del krausismo y el espiritismo en la misma biblioteca no me casaba muy bien, pero ya sabemos que la condición humana alberga contradicciones. Lo de las sesiones de ouija también me suena. Augusto llegó a ser un notable compositor músical. La familia vivió de las acciones de las Minas de Somorrostro (Vizcaya), hasta que cerraron.
De toda este relato, prefiero quedarme con la historia de la tía Margarita, santa de altar, aunque oficialmente no pasara de “sierva de Dios”, porque a ella le encomiendo muchas cosas y me las concede.
MANOLO MUÑOZ HIDALGO . Entrañables tus recuerdos familiares. La nobleza
ResponderEliminary distinción no se improvisa y tú la llevas en tus genes. ¡Gracias
por compartir tus recuerdos en este navegar contracorriente, que
sólo confiar en Dios Padre, nos llena de júbilo y esperanza!
SALVADOR : Buenos dias querida Julia. ¿Cuantas personas han hecho algo para España es lo que es? Desde luego eres una de estas personas con tu labor cotidiana. Abrazos fuertes. Andrés
ResponderEliminarFelipe Bárcena : Querida Julia: Muchas gracias por todos los links que estás enviando últimamente, particularmente los relacionados con la familia Bárcena, como éste último.
ResponderEliminarCon respecto a la tía Margarita Bárcena Spnínola, decirte que mi padre, Felipe Bárcena de Castro -conde de Torre-Cedeira-, siempre la tuvo por santa y contaba que le debía la vida. Durante la Guerra, no recuerdo la fecha ni la zona, mi padre y otros dos compañeros, se habían quedado aislados del resto de su unidad, rodeados por el ejército rojo, que les estaba disparando -mi padre me comentó que no tenían escapatoria y que los iban a matar-. Entonces a mi padre se le ocurrió encomendarse a su tía Margarita; al poco tiempo de hacerlo, surgió un avión en el horizonte, lo que distrajo a los enemigos y permitió a mi padre y a sus compañeros salir corriendo para las líneas nacionales, que alcanzaron incólumes.
Julia Marina : Gracias Julia .
ResponderEliminarNobleza obliga