lunes, 5 de agosto de 2024

RETORNO A EL ESCORIAL XV. De conserjes y jardineros. Del lirio en estercolero. De copas y tibores de cristal.

Lirio blanco

Copa bombonera de cristal (Foto: J. Sáez)



Julia Sáez-Angulo

5/8/24 .- El Escorial .- Hemos cambiado de conserje en la casa, porque el anterior se ha jubilado. El nuevo parece un hombre atento y cordial, algo que se agradece. Los conserjes y los jardineros siempre me han parecido personajes muy literarios, con protagonismo propio en las novelas y películas. Por esta casa escurialense han pasado varios conserjes y de cada uno se podría contar un relato. Solo contaré el del joven conserje latinoamericano, un muchacho menudo, que llegó en su día tuteando a todos, algo que, a mí, particularmente, me sorprendía, porque normalmente en la América hispana “se habla el español con donosura y cortesía”, como ha dejado dicho el escritor académico José María Merino.

Por más que yo subrayaba y enfatizaba el usted en los despachos orales que teníamos por algún asunto de la casa, él me tuteaba de manera impúdica, siendo como soy una señora entrada en años. Cuando me tropecé al administrador de la casa, se lo comenté y él me dijo: “No es Ud. la primera que se queja, pero es que algunas mujeres le piden que las trate de tú, para que no las hagan más viejas, y el conserje se lía y se confunde” (las damas somos coquetas con cualquier cosa). “No es que me queje,” le repliqué, “es que me sorprende y me choca, porque yo lo trato a él de Ud”.

El joven hispanoamericano, atento, estuvo varios años en la casa, pero se fue preparando para obtener el carné de conducir de primera especial y hoy se encuentra recorriendo las autopistas de la piel de toro, de norte a sur, con un camión impresionante y un sueldo muy superior al de conserje. Me alegré por él. Me gusta la gente que se sabe promocionar a sí misma.

Pequeñas historias

“Los humanos, como las plantas, necesitamos un poco de estiércol para crecer”, escribió mi mejor profesor de Historia del Arte, el australiano/norteamericano Robert Hughes, autor del libro “El impacto de lo nuevo” (1991). Todos los veranos, al llegar a El Escorial, veo crecer un precioso lirio blanco enhiesto, que nace de la juntura de la bajante de aguas que atraviesa el patio. Me asombra una belleza tal, nacida de aguas fecales y recuerdo el dicho de Hughes. Me apresuro a avisar  al conserje que la corta de inmediato, para no reventar la cañería. La belleza es efímera y convulsa, que diría Francisco Umbral.

La vida cotidiana está llena de pequeñas historias que contienen profundas cargas de humanidad. Solo hay que estar atento a ellas, no por cotilleo, sino por interés sobre el prójimo y conocer mejor el ambiente sociocultural en el que una se mueve. La verdad es que yo soy un poco autista, y al encerrarme en mi casa para escribir, como si fuera en una celda, me pierdo muchas cosas y me entero de ellas la última, cuando ya están pasadas. Pero las aprovecho para fabular.

El teléfono y las llamadas de los amigos son también fuente narrativa, pues a algunas personas, el aparato del móvil las estimula y su cháchara va del uno al otro confín. El mundo es un caladero de imágenes y de historias. Pero nunca hay que calcarlas a la hora de pasarlas a la escritura, sino como punto de partida para derivarlas por otros derroteros, pues la realidad es demasiado rotunda y hace inverosímil su lectura. Solo el escritor sabe hacerlas creíbles.

A veces, una sola mirada a un objeto o un paisaje provoca una historia, que me apresuro a escribir, por aquello de superar al Tostado en el número de letras al día. Ahora estoy obsesionada con una copa de cristal con tapa, quizás un tibor o bombonera antigua, que hay en mi casa, y que recuerdo haberla visto pintada, igual o similar en algún bodegón clásico, pero no acabo de identificar el cuadro o su autor. Me tiene loca navegando por Internet para localizarla. He repasado los bodegones de Sánchez Cotán y Zurbarán, los floreros de Arellano, los bodegones flamencos, siempre más lujosos que los hispanos, estos últimos más dados a la cerámica que al cristal... 

    También he repasado los modelos de cristal de La Granja, Saint Lambert, Lalique... Lo más parecido a Baccarat. Pero me interesa, sobre todo, saber la pintura antigua en la que aparece la copa similar a la mía. Publico la foto, por si alguien localiza esa copa de cristal con tapa o similar en alguna pintura y me lo cuenta. Tengo que escribir un relato sobre esa copa, porque se me ha metido en la cabeza, si no, me corto la coleta.

7 comentarios:

  1. Pilar Rodriguez .: Precioso relato. Ánimo con la copa, seguro que será muy bueno , porque la verdad es que la copa es preciosa. Buenos días.

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  2. ADRIANA ZAPISEK : Jajaja, asi q te cortas la coleta ? Si la tuvieras !!! Me has hecho reir y te lo agradezco. Me gustó la nota y espero encuentres el cuadro o q lo encuentren tus amigos

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  3. Muy amena la entrega de hoy. Nos vemos pronto en tu "pequeña patria". Luis Magán.

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  4. Crónicas amenas y refrescantes para un tórrido verano en el sur.
    La copa de cristal me encanta
    Feliz verano

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  5. pilarmoreno2005@gmail.com6 de agosto de 2024, 16:40

    También a mí me parece haberla visto en algún cuadro, pero ¿dónde? ¿Tiene alguna marca?

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  6. Julia Marina : Ojalá la encuentres y nos cuentes su historia

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  7. Lo primero es lo primero y es decir que me ha encantado este relato y que me ha enganchado de principio a fin.
    Como no tengo la suerte de pasar el verano en El Escorial, el calor infernal de Madrid me ha despertado a las cuatro de la mañana y, que mejor que leer a Julia Sáez Angulo.
    Los jardineros es verdad, cuantas veces les evocamos en las urbanizaciones y tan imprescindibles.
    La copa te costará un poco pensando que pueden ser creaciones de varios siglos anteriores y pintar, se ha pintado mucho desde entonces….
    El retrato de esta señora tan distinguida y elegante, no pasa desapercibido, seguro que es familia.
    Rosa Gallego del Peso

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