Salón de la casa del Coto de Puente Viejo
Subida a los dormitorios y platos sesenteros de cerámica
Julia Sáez-Angulo
Fotos: Carmen Valero
17/8/24 .- Puente Viejo (Ávila) .- “Esta casa tiene buena energía, porque la habitaron mis padres, don Antonio Valero y doña Sofía Espinosa, anfitriones generosos, que celebraban comidas y cenas con amigos y permitían guateques a los jóvenes”, afirma Cuqui Valero, una de las hijas, que me ha invitado a pasar el finde con ella y su hermana Carmen. "Doña Sofía obligó a su marido a colgar su título de Magisterio, que nunca ejerció, junto al suyo de abogado, que si lo ejerció toda su vida. Ella era todo un personaje”, cuenta su hija.
Al Coto de Puente Viejo, urbanización de 600 chalets con jardín individual, lo conocen los pueblos cercanos: Maello, Sanchidrián, Villacastín… como La Ponderosa, el nombre de una localidad del Oeste americano de una serie televisiva en los 60. Cuentan que los guionistas en la pantalla pequeña, dieron el nombre de Puente Viejo a otra serie, tipo culebrón, que se proyectó en la tele, después de la comida de mediodía.
Lo de Puente Viejo viene, al parecer, de un antiguo puente sobre un río, más bien riachuelo, al decir de Klara, la suegra austriaca de Cuqui, que se maravilla de las lejanías doradas de mies segada en Castilla, donde al carecer de horizonte, ella imagina el mar, porque en Austria, todo horizonte acaba en bosque.
Cuqui asegura que solo ha cambiado lo necesario en la casa de Puente Viejo, desde que vivieran sus padres: arreglo de tejado, construcción de un porche y cambio de electrodomésticos, que son los únicos elementos que se estropean con el tiempo en una casa. Por lo demás, los suelos siguen siendo de azulejos hidráulicos iridiscentes cincuenteros, que no está dispuesta a tapar con tarima flotante, como se ha hecho en otros chalets. En la casa, se pueden detectar los viejos muebles castellanos de cuarterones, las lámparas de pie, de pergamino con cenefas de terciopelo, una bajada de cuerda en las escaleras, como si se descendiera de la cubierta de un barco a los camarotes… y hasta una cisterna de cadena, en uno de los baños, porque tiene una forja trabajada interesante, que Cuqui no quiere perder.
Carmen Valero, en un rincón del jardín, alimenta a las aves del cielo -mayormente gorriones- echándoles pan remojado, para ello compra todos los días dos barras de pan extra. Las aves del cielo -mayormente gorriones- la adoran.
“Cuando murieron mis padres estuve varios años sin acercarme a Puente Viejo. No podía”, cuenta Cuqui con emoción. Después, por avatares, recovecos, jeribeques y disposiciones jurídicas, la casa de Puente Viejo llegó a su propiedad y, hoy, a Cuqui se le antoja el paraíso en sus días de descanso.
Toros y vaquillas en Sanchidrián. Ayuntamiento que “canta”
Por la tarde decidimos ir a las fiestas de Sanchidrián, el pueblo vecino. Llegamos a la hora de los toros y vaquillas, los primeros toreados por estudiantes de la Escuela de Tauromaquia y las segundas, por los mozos del pueblo. Entramos en la plaza, de libre aforo, ya en las últimas vaquillas. La plaza estaba a rebosar en la sombra y vacía en los tentaderos de sol, porque no hay quien aguante allí las altas temperaturas.
Cuando bajaron dos hombres, nos dejó pasar la vigilante del Ayuntamiento, revestida con una camiseta verde fosforito con letras negras que le otorgaban aire de cierto mando. Cuando fuimos a sentarnos, una señora nos dijo: “estos asientos siguen ocupados por mi marido y mi hijo, que se han ido a mear”. Tuvimos que dar media vuelta de salida molestando de nuevo a la gente. Afortunadamente se fueron otros señores en el lado opuesto y pudimos aposentar las posaderas. Al poco, llegaron unos adolescentes compungidos, porque no habían podido entrar a torear en la arena. “¡No nos ha dejado entrar la Guardia Civil, por más que les hemos dicho que teníamos más de dieciséis años!”, se lamentaban desolados. Nos apretujamos todos.
Salió al ruedo otra vaquilla nueva, delgaducha y esmirriada, cuernibaja y disparcuerna, que parecía pedir a gritos un biberón, pero el animal embestía con gracia el capote, las muletas, los banderines rojos de palo largo y los sombreros de abaniqueo. Diría que era un animal resabiado de otras corridas de pueblo. Se alternaban los ¡olé! de ciertas faenas, con los ¡ay! de posibles cogidas. Yo había visto en alguna ocasión un salto del toro por la barrera, pero, de pronto, en Sanchidrián, lo nunca visto: la vaquilla esmirriada se coló por el burladero y recorrió el corredor interior, ante el pánico de los mozos, que corrían como en San Fermín. No llegó la sangre al río y la vaquilla fue reconducida al ruedo. Todo era rechifla entre el público.
“Esto es la España rural y real, y no la de Madrid”, repetía Cuqui con énfasis, ante el espectáculo taurino que, a mí, me traía a la memoria las películas de Berlanga y Bardén, “La vaquilla” y “Plácido” respectivamente.
Volvimos a Puente Viejo, no sin antes pasar por la Plaza Mayor, donde sobresalía el Ayuntamiento, una hermosa edificación de nueva planta, que rompe la estética y el lenguaje arquitectónico del lugar, a base de ladrillo rojo. Cosas que se hacen y pasan. El salón de plenos se puede contemplar desde la calle y allí luce una galería de retratos en primer plano -los concejales, supongo-, mientras que S.M. el Rey Felipe VI, vestido de capitán general está situado en un rincón, frente a la mesa principal. Un protocolo, a todas luces, inadecuado.
Cenamos embutidos ibéricos -"Salamanca está cerca", dijo Carmen- con ensalada de tomate y aguacates. Al subir a mi habitación, abrí la ventana. La luna entró como un haiku de Basho.
Vaquillas en Sanchidrián
Muy bien expresado lo que se debe sentir ante la España de siempre, que gracias a escritos como estos no desaparecerá.
ResponderEliminarLos veranos en el pueblo ,con los vecinos,los amigos,la familia,vaquillas y verbenas.
ResponderEliminarAdemás disfrutar de esa linda casa de los Valero,que parece dibujada en un cuento,es lo más .
Eso es veranear a lo grande.
Que disfrutéis mucho
Un saludo
Estela Elmquist : Hermoso fin de semana ! un lugar magico.
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ResponderEliminarCarlos Sánchez : Bonito artículo, y sitio. Saluda a Carmen
Muchas gracias Julia. Haces que esta España nuestra, la de antes, la de siempre, siga viva. Un abrazo. Carmen Palomero.
ResponderEliminarCUCHI DE OSMA: Que bonita urbanización de los “60” !!! cuantos recuerdos y que España más feliz , todos disfrutábamos de sus fiestas de disfraces , mises , celebraciones todas , cumples , santos , todo era motivo para reuniones …. el ingeniero de Caminos de aquello era más que familia nuestra , por tanto hemos disfrutado allí muchos “findes” . Imposible olvidar !!!!
ResponderEliminarPrimero felicitar la trayectoria de Cuqui Valero con sus trazos libres y expresivos. Saludos a a Carmen y felicidades a Julia por sus relatos, sobretodo lo de los toros. ! Que divertido! Jamás había leído una descripción tan exacta y gótica de una simple vaquilla flaca dispuesta a brincar la barrera para luego ser toreada . Sin duda el mejor espectáculo. Ya me imagino. ...
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