Antonio Hernández
José María Muñoz Quirós
09.09.2024 .- En Cádiz, el lugar donde el poeta Antonio Hernández encontraba el misterio de la luz que encendía su voz, ha muerto en este final del verano, y posiblemente su paisaje más amado le haya regalado, en estos momentos decisivos, la templanza del color y el calmo estar en la orilla de ese mar al que el río de la vida irremediablemente retorna.
Su compañera Mari Luz le habrá regalado los últimos secretos de tantos años juntos, la despedida que es siempre un gesto que nadie desea pero que, cuando llega, contiene el dolor y el silencio que alberga la memoria y el recuerdo.
Está el camino ya colmado de las huellas que fue dejando: sus poemas, sus narraciones, sus trabajos siempre inteligentes, sus hijos y sus nietos, sus amigos…todo lo que cosechó con la gracia andaluza que envolvía su existencia. Oigo su voz saturada del ceceo y la melancolía que construía su mirada, su sensación de estar siempre rozando el germen de la belleza en la palabra que dominaba con la genialidad de poeta verdadero.
Ahora, cuando nos sentimos un poco huérfanos todos sus amigos, retornamos a sus libros como quien se acerca al paisaje de un espíritu pleno de sensaciones, de emotivos secretos, de luces encendidas en la fragilidad del alma que albergó tantos versos y tantas miradas sobre la vida tan amada por él. Porque Antonio Hernández fue un hombre vividor en el pleno sentido de la palabra, es decir, que daba a la vida todo lo que la vida le regalaba a él, y fue mucho y muy hermoso.
Me vienen a la memoria tantos momentos vividos cerca, en la proximidad de días en los que frecuentábamos amigos comunes, lugares, viajes y sueños. Me acompañan sus palabras, sus gestos de generosidad, sus comentarios nunca exentos de pícara sabiduría, y entonces le veo engrandecido, sutil y generoso.
Era fiel a todo lo que amaba: a su familia, a sus amigos, al flamenco y al Betis, y nos mostraba gozoso la camiseta del equipo sevillano que le habían regalado sus amigos del club andaluz
Recuerdo muy especialmente sus viajes a Ávila, muchas veces, y en los últimos tiempos con mayor singularidad, cuando vino a recibir el Premio de las letras Teresa de Ávila, gozoso, inmensamente cercano, y nos entregó su libro publicado en la colección de los premios, un trabajo que reúne la singularidad de su significado literario y una selección muy esencial pero fundamental de su palabra poética.
Arcos de la Frontera era su ciudad y su referencia, como el faro lejano de su infancia y el reclamo de su vivir. Por eso sus cenizas descansarán allí, cerca de su hermano al que tanto recordó siempre con lágrimas en el corazón. El blanco de este hermoso lugar es como un libro de hojas limpias donde el poeta fue escribiendo sus sensaciones y sus sueños, y estamos seguros de que seguirá escribiendo las páginas luminosas de quienes le lean y se acerquen a su obra inmortal.
Adiós amigo, adiós poeta que nos has permitido acompañarte hasta el final: sean siempre tus versos quienes nos llenen de la paz y de la armonía que necesitamos, sean también tus versos quienes nos ofrezcan a todos la música invisible y nueva de la poesía salvadora y eterna.
Adiós en Arcos
Si no lo expliqué bien, vuelvo a decirlo.
Cuando me muera quiero que me quemen
y arrojen mis cenizas por la Peña de Arcos.
De esa manera iré a parar al río
donde bañé mi infancia y juventud
purificándolas de mis muchos errores.
Algún vencejo o algún alcaraván
me acogerá en sus alas. Incluso algún jilguero
o un dulce chamariz al picar en las frutas
del Llano de las Huertas
añadirá a su canto algún secreto mío,
su inédita sustancia. Y será el canto suave
al que apenas la vida me dio opción.
Nada de preces, nada de misereres.
Quiero que se haga todo con discreta ternura.
Y si alguien no quiere reprimir un sollozo
que piense cómo todo, hasta la primavera,
contiene su naufragio, y que tendré la suerte
del aire que se integra en la belleza de Arcos
con naturalidad, anónimo. Y eterno.
D.E.P.
ResponderEliminarDESCANSE EN PAZ.
ResponderEliminarQueridos Julia, José María, Mari Luz, sobrina, familia y amigos.
ResponderEliminarSiento una gran admiración por Antonio Hernández, por su obra y persona. Y siento agradecimiento profundo por haber podido compartir, con él y otras "gentes de la poesía", el viaje al Yemen, hace tanto, y otros encuentros literarios, ya en Madrid. Gracias a vosotros por publicar este recuerdo, y un abrazo con lágrimas, conmovida. Carmen Ruiz
ResponderEliminarEmilio Porta .Tuve relación con él, como él tuvo con muchos escritores. Siempre valoré mucho su escritura. Espero que se cumpla su voluntad, expresada tan bellamente en su poema, recogido en el obituario de La Mirada Actual que escribe Muñoz Quirós. Hace tiempo escribí esta frase, que coincide con el mensaje del poema de Antonio: "Yo no sé qué haréis con mis cenizas, pero las quiero cerca de la vida".
Jaime Siles Ruiz : Lamento mucho la muerte del poeta Antonio Hernández.
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