Carmen Valero Espinosa
28/10/24 .- Madrid.- Ha fallecido a los 96 años el padre Gustavo Gutiérrez, dominico peruano, considerado como uno de los fundadores de la teología de la liberación. Un hombre de buena fe a quien le he visto trabajar mucho y bien por el prójimo en Hispanoamérica. Para mí su estampa es la de un hombre trabajador que renqueaba con su cojera, lo que no le impedía entregarse de lleno a su tarea evangélica de caridad. El óbito se produjo el pasado 22 de octubre.
Seguramente las mejores palabras sobre él las ha dicho el Papa Francisco: “Un hombre de Iglesia, que supo estar callado cuando tenía que estar callado, supo sufrir cuando le tocó sufrir, y supo llevar adelante tanto fruto apostólico y tanta teología rica. Pienso a Gustavo y todos juntos recemos por él. Que en paz descanse”, dijo el Papa en video grabado en el Aula Pablo VI, lugar desarrollan los trabajos sinodales.
¿Qué más puedo añadir? Era un hombre de buena fe, que pudo acertar o equivocarse en sus decisiones personales, pero que, -a diferencia de otros- nunca abandonó la Iglesia, como morada de Cristo y los cristianos. A quienes le conocimos nos trajo a la memoria el célebre sermón del dominico Antonio de Montesinos (España, c. 1475 - Provincia de Venezuela, 27 de junio de 1540). Hombre de fe y de acción.
Gustavo Gutiérrez-Merino Díaz (Lima, 8 de junio de 1928-Lima, 22 de octubre de 2024) fue un filósofo y teólogo peruano, ordenado sacerdote en 1959. Primero, antes de hacerse sacerdote, estudió Medicina, luego Psicología, Filosofía y Teología en Lovaina (Bélgica) y Lyon (Francia). Fue, también, fundador del Instituto Bartolomé de las Casas con sede en Lima.
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