martes, 20 de octubre de 2009

Manuel Ortega, pintura entre la naturaleza y la geometría


Julia Sáez-Angulo

     Naturaleza y Geometría son las dos coordenadas en que se desenvuelve la obra de Manuel Ortega (Madrid, 1921) . Él lo explica con claridad: La pintura del natural como reto ante lo que cada día ofrece la Naturaleza, espacio de renovación constante, y la geometría como espacio racional y mental que permite distribuir la figura y las formas en un campo ordenado en del estudio y taller del artista. Dentro de la geometría, Manuel Ortega ha creado su propia proporción áurea.

      El artista sigue explicando: "Por muchos estilos que se creen en el devenir de la pintura, el autor debe ser humilde y volver periódicamente a la Naturaleza para no amanerarse en el estilo y crear repeticiones vacuas o fabricar muertos. La naturaleza enseña a ver, a mirar, a resolver, a indagar… ella hace que cada día nos encontremos con algo nuevo y diferente, que evita el acartonamiento".

Después del gozo de la pintura natural, uno vuelve con más energía al propio estilo, a aquel que ha generado en su estudio como laboratorio de ideas. “En mi caso ha sido la composición geométrica, que me permite centrar las figuras en un orden racional sui generis, con unas proporciones y ritmos precisos”. Con esta geometría Manuel Ortega ha creado su particular versión de la proporción áurea.

      “El pintor ha de enfrentarse cada día al cuadro como a un enigma donde hay un problema que resolver, sólo así vibra la fibra del creador, porque no aplica fórmulas estereotipadas. Por eso en la pintura unas veces se acierta y otra no”, explica. “Cuando uno acierta y se encuentra ante una obra bien hecha, el primer sorprendido es el artista –le gusta repetir a Manuel Ortega- porque descubre algo nuevo que estaba dentro de él, algo que le muestra sus posibilidades. El artista repetitivo de una sola formula es el que no se equivoca nunca porque hace siempre el mismo cuadro, fabrica clones”.

        El pintor descubrió su formulación geométrica a mediados de los 50, cuando hizo los grandes bocetos para el concurso de la basílica de Nuestra Señora de Aranzazu. Fue entonces cuando entendió que sólo la geometría le iba a ayudar a distribuir el dibujo, la figura, de manera adecuada, proporcionado, siguiendo los ritmos deseados. A partir de entonces ha utilizado este método en sus más de doscientos murales aplicados a la arquitectura y en su cuadros al óleo, en amplias series como La Movida, Músicos callejeros; Grandes almacenes; Tauromaquia, etc. También para el retrato. A los murales ha consagrado el artista más de dos décadas (1960- 1980) de su trayectoria plástica

      Y entre medias, siempre vuelta a la Naturaleza como vuelta al orden, para cambiar, enfrentarse a lo renovado, para liberarse del encierro del estudio, para encontrar nuevos modelos y soluciones. Como un pleinairista, el autor toma su caballete y recorre los paisajes de la vega del Tajuña en Madrid, los parques de Aranjuez o del Retiro, o los múltiples verdes asturianos, como antes lo hiciera en Italia, cuando en su juventud obtuvo la beca de estudios de la Fundación Juan March. “La naturaleza es una maravilla y es el maestro que enseña más y mejor que nadie. De ella, el artista puede extraer todo y evita que se amanere”, asegura el pintor.



Dibujos en Guinea y cientos de retratos





        Manuel Ortega conserva todavía algunos de los muchos dibujos que hiciera en Guinea durante su estancia en el continente africano durante los años 50. Pocos trazos le sirven para apresar la visión esencial del río, del puerto o de unos porteadores. Algunas de estas imágenes han pasado a su obra gráfica. El pintor, el dibujante, ha acudido en ocasiones al taller del Círculo de Bellas Artes, para dibujar desnudo, otro capítulo importante para hacer mano y sobre todo para verse a sí mismo ante la extracción y síntesis de la forma natural, en este caso el cuerpo humano como geografía y paisaje elocuente. Naturaleza viva por excelencia.

         Los retratos son otro género trabajado periódicamente por el pintor. Unos los resuelve al modo natural, otros según la formula de oro de la geometría y, otros, de modo mixto. El modelo es figura por excelencia de la naturaleza, con una gran capacidad expresiva. En el retrato está el origen de la pintura, según la tradición y la leyenda griegas. La escuela española no podría entenderse sin el retrato.

        Manuel Ortega ha diseñado también numerosos objetos como una mesa-escalera para artistas, mobiliario para el campo un golf, además de distribución de espacios interiores; marquesinas de boutique o cúpulas como la del madrileño Palacio de Neptuno.


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