jueves, 16 de agosto de 2012

Monte Saint Michel, la espiritualidad de un lugar fascinante (II)





Julia Sáez-Angulo

         Es un lugar sorprendente, inquietante, fascinante. El Mont Saint Michel en la baja Normandía acoge la creencia de la lucha del arcángel san Miguel contra el demonio en forma de dragón marino, que aterrorizaba a las gentes del lugar. Un remedo del pasaje del Apocalipsis cuando el arcángel Miguel venció a Luzbel y lo convirtió el Lucifer arrojándolo a los infiernos, por negarse a adorar a Dios.  La divisa de san Miguel: “Quien como Dios? Nadie como Dios”.

Una hermosa abadía de granito, situada en la cima del monte rocoso, cuya silueta se divisa en decenas de leguas a la redonda, dedica su advocación y culto a san Miguel. Un lugar reconocido como patrimonio de la humanidad en su conjunto. El Mont saint Michel es el orgullo de los habitantes de la zona que miden la importancia de sus pueblos o casas por la cercanía o visibilidad del Mont Saint Michel.

Una estatua de bronce dorado culmina la gran flecha de la torre de la abadía con la representación del arcángel san Miguel, a prueba de vientos y tempestades. El mecanismo de su ajuste se renovó en 1989, un sigo después de su instalación.

Pese a los miles de visitantes, el Mont Saint Michel recibe también a peregrinos que van a orar y a recoger su espíritu, atendidos por los monjes o monjas miembros de las Fraternidades Monásticas de Jerusalén, institución  contemplativa que custodian la espiritualidad del lugar a base de oración, silencio y recogimiento, además de trabajo y fraternidad.

Las Fraternidades Monásticas de Jerusalén se crearon en París en 1975, que celebran servicios abaciales con oraciones y canto llano que conmueven por su piedad y recogimiento. Visten hábitos sencillos grises ellos, azules, ellas, y todos, capas blancas envolventes con capucha. Rezan de rodillas y apoyan sus glúteos y caderas sobre las piernas y los pies. Pueden sentarse en asientos diminutos sin respaldo. La institución se ha repartido por Europa y Canada; todavía no ha llegado a España y su objetivo es instalar islas de oración medio del fragor de las ciudades; en la abadía de saint Michel es casi una excepción.

En la parte inferior, una capilla igualmente dedicada a san Miguel, depende del obispado y se celebra misa todos los días. Cerca del altar mayor una preciosa estatua de san Miguel en plata ornada con turquesas. Lastima que se encuentra un tanto polvorienta en los últimos meses.

La visita nocturna al Mont Saint Michel es una experiencia mística y mágica. Divisar la marea y las marismas desde sus muros y paseos altos en torno al monte rocoso es un espectáculo excepcional. Música de cámara llena de notas la abadía y los visitantes perciben el lugar de manera renovada respecto a la multitudinaria visita del día.



No hay comentarios:

Publicar un comentario