viernes, 15 de febrero de 2013




Gema Hernández Carralón, jefe de Museo de la Biblioteca Nacional de España



GHC-5.jpgGema H. Carralón


Julia Sáez-Angulo


Licenciada en Geografía e Historia (Sección Arte) por la Universidad Complutense de Madrid  (1989) y Magíster en Biblioteconomía por la misma universidad (1991), Gema Hernández Carralón ha trabajado en diferentes tipos de bibliotecas especializadas (Biblioteca del Congreso de los Diputados, Biblioteca del Museo de Ciencias Naturales, Biblioteca del Instituto Geográfico Nacional, Biblioteca del Instituto Cervantes de Nápoles, Biblioteca de la Universidad Carlos III, Área Empresa). En 2000 ingresa en el Cuerpo de Ayudantes de Bibliotecas, Archivos y Museos, con destino en la Biblioteca Nacional, y en 2003 en el de Facultativos de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, sección Bibliotecas. Desde 2004, desempeña la jefatura de Museo en la BNE habiendo coordinado y dirigido toda la fase de su última renovación.
Hernández Carralón es Secretaria de la Asociación Profesional de Museólogos de España (APME) y editora y miembro del consejo de redacción de la revista Museo desde 2007. Ha accedido a la siguiente entrevista:

¿Qué es el Museo que usted dirige en la Biblioteca Nacional de España?

El Museo de la BNE se concibió como un espacio expositivo desde el cual poner en valor y difundir las colecciones e historia de la Biblioteca. Por una parte, mediante una gran exposición permanente y por otra con una serie de exposiciones temporales de diferente tipo, desde las de la Sala de las Musas, a otras menores relacionadas con actividades como la pieza del mes, el Día de los Museos, la Semana de la Ciencia y otras convocatorias.

Además desarrollamos toda una oferta de programas públicos y educativos vinculados sea a la exposición permanente o a las temporales. En general, nuestra seña de identidad dentro de la Biblioteca es ser el único espacio accesible para todos los públicos: escolares, familias, lo que no significa que estudiantes universitarios y público adulto en general no puedan encontrar en estas salas una actividad o una exposición de su interés. Y esa es, a decir verdad, la mayor dificultad con la que lidiamos en nuestro día a día: es cierto que cada actividad tiene unos destinatarios predeterminados, pero la exposición ha de encontrar un discurso válido para todos los públicos. Y eso no es sencillo de hacer.

¿En qué se diferencia del anterior?

No nos gusta hablar de dos museos diferentes. Más bien de dos etapas diferentes y, coincidiendo con ellas, diferentes museografías y discursos expositivos. Esta fase es 'más humana' y más sostenible desde todos los puntos de vista. Apuesta más por la didáctica experimental y por las actividades en lugar de confiar tanto a la interactividad. Es tal vez, si se quiere, un montaje menos impactante de lo que era en su día el Museo Interactivo del Libro, menos ambicioso, más “sensato”, pero también por ello más dinámico y con mejor porvenir. El espacio de exposición en esta nueva etapa respecto de la anterior cede terreno, aproximadamente  la mitad de la superficie útil, a salas de proyecciones, talleres y conferencias que antes no existían.



Se exponen 30 millones de ejemplares
¿Cuáles son sus fondos más valiosos?

Esa siempre es una pregunta de difícil respuesta, pero, más aún en un caso como el nuestro, en que estamos exponiendo un fondo de casi 30 millones de ejemplares: los fondos de la Biblioteca Nacional. La mayoría de estos fondos son bibliográficos y, por su propia naturaleza, no pueden exponerse permanentemente y han de sustituirse periódicamente para evitar su deterioro.

Si nos ceñimos a las piezas de la exposición permanente, yo destacaría, por su singularidad, el arcón de instrumentos matemáticos de Carlos II.

Otra pieza muy emblemática es el modelo en yeso de la escultura de San Isidoro de José de Alcoverro, a propósito del cual hace un par de años ICOM y el Museo de Europa de Bruselas seleccionaron una contribución nuestra entre las de muchos otros museos europeos para figurar en su publicación Reflecting Europe in its museum objects.

También valdría la pena mencionar un completo taller madrileño de grabado calcográfico de partituras como el de Serapio de Santamaría cuyo utillaje (buriles, punzones, moldes, martillos, yunques, compases, etc.) se conserva completo.
Por último hay que decir que el Museo a día de hoy no tiene asignada una colección específica definida, como sí tienen los servicios de colecciones de la Biblioteca, aunque estamos trabajando en esa dirección junto con la Gerencia de la BNE.

¿Qué política de exposiciones tiene?

La política de exposiciones está netamente definida después de seis años en esta nueva etapa: fondo de la propia Biblioteca, yo diría que al 99,9 por ciento, y montajes sumamente ágiles y sencillos. Nuestra sala de temporales, la Sala de las Musas, ha sido calificada de “romántica”. Yo no sé si es romántica o no, lo que sí es cierto es que es pequeña y tiene una arquitectura muy fija, muy inamovible, por lo que se trata de muestras de proporciones reducidas en las que se prima el interés de piezas y contenidos sobre los montajes más o menos espectaculares basados en escenografías, etc. Ambas características: fondo propio y proporciones ajustadas nos inclinan con cierta frecuencia por temas de cultura española o de historia de la Bne, y muy a menudo por conmemoraciones del tipo de las que, siendo importantes, de otra forma pasarían sin pena ni gloria, pues las grandes salas, incluidas las de la propia Biblioteca, no les suelen dedicar sus espacios, consagradas y comprometidas como están con mucha antelación a las efemérides culturales más destacadas del momento. La idea es que el visitante, siguiendo un eje temático, conozca las colecciones de la Biblioteca en toda su variedad y riqueza e incentivarlo a repetir su visita con el reclamo de nuevas muestras.

Un 300 aniversario fructífero

¿Se ha notado en el museo el 300 aniversario de la B.N.E?

Sí, por supuesto. No sólo hemos tenido mayor afluencia de público y volumen de trabajo que otros años, sino que algunas de las actividades de 2012 han ayudado a reescribir la historia de la BNE, a contarla mejor. Me refiero, más concretamente a las exposiciones Las letras de la Ilustración: edición, imprenta y fundición de tipos en la Real Biblioteca en que Albert Corbeto compiló esa interesante historia, o a De pasadizo a palacio. Las casas de la Biblioteca Nacional para la cual Pedro Moleón aportó datos que dotan de un hilo conductor a la hasta entonces deslavazada historia de nuestras sedes. Otra actividad muy interesante para nosotros fue el Congreso Museos de Papel, coorganizado con la Asociación Profesional de Museólogos de España (APME) y con el Área de las Artes del Ayuntamiento de Madrid. Gracias a él durante tres días reunimos en torno a una mesa a representantes de algunos de los más importantes museos del libro la imprenta y el papel de Europa, la convocatoria más amplia de este tipo de los últimos años, según Maria Gregorio. Por último, el juego de la BibliOca, ilustrado y maquetado por la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid (APIM), con textos firmados por Daria G. Dandolo, en que se cuenta de modo diferente nuestra historia, quedará también como un simpático recuerdo de este centenario.

¿En qué supera la BNE a la de El Escorial o a la del Ateneo de Madrid, por ejemplo?
No tengo conocimiento de primera mano de esas bibliotecas. Ahora bien, hay que decir que pocas son las que resisten bien el parangón con una biblioteca nacional. Se trata de instituciones de muy diverso tipo, antigüedad, titularidad y proporciones con historias bien diferentes. Si nos fijamos tan sólo en las cifras, es difícil superar en nada a nuestra biblioteca nacional, una de las más importantes del mundo en el ámbito hispánico. Miento, por ejemplo, la Biblioteca de El Escorial, fundada por Felipe II supera en antigüedad a nuestra tricentenaria biblioteca, incluso, si la historia hubiera tomado otros rumbos, habría sido una buena candidata a convertirse en biblioteca nacional de España.

¿Cada cuánto se muestran la riqueza de dibujos y Grabados de la B N E?

Siempre. No hay una periodicidad preestablecida, el propio calendario de exposiciones o de conmemoraciones determina el tipo de material que vamos a exponer. Si el asunto de la exposición, como ocurre con bastante frecuencia, es un artista, una técnica o un determinado tema iconográfico primaremos lógicamente esas colecciones. Pero es cierto que, también en los demás casos muchas exposiciones incluyen esos materiales tan atractivos, especialmente en el contexto de nuestra cultura cada vez más visual.


¿Se guardan también fotografías?

No. El Museo no tiene esa función. Las fotografías se conservan en el Departamento de Bellas Artes. En el Museo en cambio presentamos en la sala III una evolución histórica de esta técnica, desde los daguerrotipos, a los papeles a la sal o la albúmina, pasando por el calotipo y el ambrotipo. Y, por supuesto, siempre que es conveniente para ilustrar alguna exposición temporal, incluimos fotografías. También año tras año organizamos desde el Museo un Premio de fotografía con motivo del Día Internacional de los Museos de ICOM, que ya va por su quinta convocatoria y cada año cuenta con más participantes y con más eco en Facebook.

¿Qué presupuesto anual hay para donaciones?

El Museo no gestiona un presupuesto propio de adquisiciones, sino que eleva sus solicitudes, bastante puntuales, al órgano competente de la BNE, que, normalmente, las ejecuta. De esta forma se han adquirido en los últimos años una serie de cajas de música gracias a las cuales han podido reproducirse las importantes colecciones de discos de cartón perforados, Aristón, que la Biblioteca poseía desde antiguo o se han incorporado otros discos y aparatos reproductores, como los Ariosa, Herophon, etc. que no constaban hasta entonces en las colecciones de la Biblioteca.

Por lo que respecta a los donativos, con cierta frecuencia atendemos las llamadas de talleres de imprenta, encuadernación, etc., algunos bastante antiguos, que, antes de echar el cierre definitivo y mandar su utillaje al chatarrero, prefieren darle una enésima y última oportunidad. Por desgracia y, llanamente, por un problema de espacio, no siempre podemos acoger este tipo de donación, normalmente voluminosa y pesada. Ahora bien, hacemos lo posible por redireccionarlo a otras instituciones en que el problema de espacio es menos acuciante.

Mejoras tecnológicas a la vista

¿Qué proyectos inmediatos tiene el museo?

Afortunadamente, proyectos no nos faltan. Los tenemos de todo tipo, a corto, medio y largo plazo.
Actualmente trabajamos en mejoras tecnológicas: desde el desarrollo, junto a la Unidad Informática de la BNE, de una aplicación para automatizar la gestión de las actividades y su reserva a través de la página web, a aplicaciones para dispositivos móviles que mejoren y amplíen la accesibilidad de los contenidos del Museo.

Otro de nuestros caballos de batalla ahora mismo, en estrecha colaboración con la Gerencia, es la catalogación y difusión del patrimonio artístico mueble de la Biblioteca: cuadros, esculturas, mobiliario. Ya en 2008 implantamos el sistema integrado de gestión y documentación museográfica DOMUS y actualmente trabajamos en procedimientos internos para coordinar estas labores con otras unidades de la Biblioteca. Y por supuesto, otro de nuestros grandes objetivos es la acción didáctica. Configurar una sólida estructura desde la cual sacar adelante programas didácticos propios y bien hilvanados.



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