Gema
Hernández Carralón, jefe de Museo de la Biblioteca Nacional de España
Julia Sáez-Angulo
Licenciada
en Geografía e Historia (Sección Arte) por la Universidad Complutense de
Madrid (1989) y Magíster en
Biblioteconomía por la misma universidad (1991), Gema Hernández Carralón ha
trabajado en diferentes tipos de bibliotecas especializadas (Biblioteca del
Congreso de los Diputados, Biblioteca del Museo de Ciencias Naturales,
Biblioteca del Instituto Geográfico Nacional, Biblioteca del Instituto
Cervantes de Nápoles, Biblioteca de la Universidad Carlos III, Área Empresa).
En 2000 ingresa en el Cuerpo de Ayudantes de Bibliotecas, Archivos y Museos,
con destino en la Biblioteca Nacional, y en 2003 en el de Facultativos de
Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, sección Bibliotecas. Desde 2004,
desempeña la jefatura de Museo en la BNE habiendo coordinado y dirigido toda la
fase de su última renovación.
Hernández
Carralón es Secretaria de la Asociación Profesional de Museólogos de España
(APME) y editora y miembro del consejo de redacción de la revista Museo desde 2007. Ha accedido a la
siguiente entrevista:
¿Qué
es el Museo que usted dirige en la Biblioteca Nacional de España?
El Museo de la BNE se concibió como un
espacio expositivo desde el cual poner en valor y difundir las colecciones e
historia de la Biblioteca. Por una parte, mediante una gran exposición
permanente y por otra con una serie de exposiciones temporales de diferente
tipo, desde las de la Sala de las Musas, a otras menores relacionadas con
actividades como la pieza del mes, el Día de los Museos, la Semana de la
Ciencia y otras convocatorias.
Además desarrollamos toda una oferta de
programas públicos y educativos vinculados sea a la exposición permanente o a
las temporales. En general, nuestra seña de identidad dentro de la Biblioteca
es ser el único espacio accesible para todos los públicos: escolares, familias,
lo que no significa que estudiantes universitarios y público adulto en general
no puedan encontrar en estas salas una actividad o una exposición de su
interés. Y esa es, a decir verdad, la mayor dificultad con la que lidiamos en
nuestro día a día: es cierto que cada actividad tiene unos destinatarios
predeterminados, pero la exposición ha de encontrar un discurso válido para
todos los públicos. Y eso no es sencillo de hacer.
¿En qué se diferencia del anterior?
No nos gusta hablar de dos museos
diferentes. Más bien de dos etapas diferentes y, coincidiendo con ellas,
diferentes museografías y discursos expositivos. Esta fase es 'más humana' y
más sostenible desde todos los puntos de vista. Apuesta más por la didáctica
experimental y por las actividades en lugar de confiar tanto a la
interactividad. Es tal vez, si se quiere, un montaje menos impactante de lo que
era en su día el Museo Interactivo del Libro, menos ambicioso, más “sensato”,
pero también por ello más dinámico y con mejor porvenir. El espacio de
exposición en esta nueva etapa respecto de la anterior cede terreno, aproximadamente la mitad de la superficie útil, a salas de
proyecciones, talleres y conferencias que antes no existían.
Se
exponen 30 millones de ejemplares
¿Cuáles son sus fondos más
valiosos?
Esa siempre es una pregunta de difícil
respuesta, pero, más aún en un caso como el nuestro, en que estamos exponiendo
un fondo de casi 30 millones de ejemplares: los fondos de la Biblioteca
Nacional. La mayoría de estos fondos son bibliográficos y, por su propia
naturaleza, no pueden exponerse permanentemente y han de sustituirse
periódicamente para evitar su deterioro.
Si nos ceñimos a las piezas de la
exposición permanente, yo destacaría, por su singularidad, el arcón de
instrumentos matemáticos de Carlos II.
Otra pieza muy emblemática es el modelo
en yeso de la escultura de San Isidoro de José de Alcoverro, a propósito del
cual hace un par de años ICOM y el Museo de Europa de Bruselas seleccionaron
una contribución nuestra entre las de muchos otros museos europeos para figurar
en su publicación Reflecting Europe in
its museum objects.
También valdría la pena mencionar un
completo taller madrileño de grabado calcográfico de partituras como el de
Serapio de Santamaría cuyo utillaje (buriles, punzones, moldes, martillos,
yunques, compases, etc.) se conserva completo.
Por último hay que decir que el Museo a
día de hoy no tiene asignada una colección específica definida, como sí tienen
los servicios de colecciones de la Biblioteca, aunque estamos trabajando en esa
dirección junto con la Gerencia de la BNE.
¿Qué política de exposiciones tiene?
La política de
exposiciones está netamente definida después de seis años en esta nueva etapa:
fondo de la propia Biblioteca, yo diría que al 99,9 por ciento, y montajes
sumamente ágiles y sencillos. Nuestra sala de temporales, la Sala de las Musas,
ha sido calificada de “romántica”. Yo no sé si es romántica o no, lo que sí es
cierto es que es pequeña y tiene una arquitectura muy fija, muy inamovible, por
lo que se trata de muestras de proporciones reducidas en las que se prima el
interés de piezas y contenidos sobre los montajes más o menos espectaculares
basados en escenografías, etc. Ambas características: fondo propio y
proporciones ajustadas nos inclinan con cierta frecuencia por temas de cultura
española o de historia de la Bne, y muy a menudo por conmemoraciones del tipo
de las que, siendo importantes, de otra forma pasarían sin pena ni gloria, pues
las grandes salas, incluidas las de la propia Biblioteca, no les suelen dedicar
sus espacios, consagradas y comprometidas como están con mucha antelación a las
efemérides culturales más destacadas del momento. La idea es que el visitante,
siguiendo un eje temático, conozca las colecciones de la Biblioteca en toda su
variedad y riqueza e incentivarlo a repetir su visita con el reclamo de nuevas
muestras.
Un
300 aniversario fructífero
¿Se ha notado en el museo el 300
aniversario de la B.N.E?
Sí, por supuesto. No sólo hemos tenido
mayor afluencia de público y volumen de trabajo que otros años, sino que
algunas de las actividades de 2012 han ayudado a reescribir la historia de la
BNE, a contarla mejor. Me refiero, más concretamente a las exposiciones Las letras de la Ilustración: edición,
imprenta y fundición de tipos en la Real Biblioteca en que Albert Corbeto
compiló esa interesante historia, o a De
pasadizo a palacio. Las casas de la Biblioteca Nacional para la cual Pedro
Moleón aportó datos que dotan de un hilo conductor a la hasta entonces
deslavazada historia de nuestras sedes. Otra actividad muy interesante para
nosotros fue el Congreso Museos de Papel, coorganizado con la Asociación
Profesional de Museólogos de España (APME) y con el Área de las Artes del
Ayuntamiento de Madrid. Gracias a él durante tres días reunimos en torno a una
mesa a representantes de algunos de los más importantes museos del libro la
imprenta y el papel de Europa, la convocatoria más amplia de este tipo de los
últimos años, según Maria Gregorio. Por último, el juego de la BibliOca,
ilustrado y maquetado por la Asociación Profesional de Ilustradores de Madrid
(APIM), con textos firmados por Daria G. Dandolo, en que se cuenta de modo
diferente nuestra historia, quedará también como un simpático recuerdo de este
centenario.
¿En qué supera la BNE a la de El
Escorial o a la del Ateneo de Madrid, por ejemplo?
No tengo conocimiento de primera mano de esas
bibliotecas. Ahora bien, hay que decir que pocas son las que resisten bien el
parangón con una biblioteca nacional. Se trata de instituciones de muy diverso
tipo, antigüedad, titularidad y proporciones con historias bien diferentes. Si
nos fijamos tan sólo en las cifras, es difícil superar en nada a nuestra
biblioteca nacional, una de las más importantes del mundo en el ámbito
hispánico. Miento, por ejemplo, la Biblioteca de El Escorial, fundada por
Felipe II supera en antigüedad a nuestra tricentenaria biblioteca, incluso, si
la historia hubiera tomado otros rumbos, habría sido una buena candidata a
convertirse en biblioteca nacional de España.
¿Cada cuánto se muestran la riqueza
de dibujos y Grabados de la B N E?
Siempre. No hay una periodicidad
preestablecida, el propio calendario de exposiciones o de conmemoraciones
determina el tipo de material que vamos a exponer. Si el asunto de la
exposición, como ocurre con bastante frecuencia, es un artista, una técnica o
un determinado tema iconográfico primaremos lógicamente esas colecciones. Pero
es cierto que, también en los demás casos muchas exposiciones incluyen esos
materiales tan atractivos, especialmente en el contexto de nuestra cultura cada
vez más visual.
¿Se guardan también fotografías?
No. El Museo no tiene esa función. Las
fotografías se conservan en el Departamento de Bellas Artes. En el Museo en
cambio presentamos en la sala III una evolución histórica de esta técnica,
desde los daguerrotipos, a los papeles a la sal o la albúmina, pasando por el
calotipo y el ambrotipo. Y, por supuesto, siempre que es conveniente para
ilustrar alguna exposición temporal, incluimos fotografías. También año tras
año organizamos desde el Museo un Premio de fotografía con motivo del Día
Internacional de los Museos de ICOM, que ya va por su quinta convocatoria y
cada año cuenta con más participantes y con más eco en Facebook.
¿Qué presupuesto anual hay para
donaciones?
El Museo no gestiona un presupuesto
propio de adquisiciones, sino que eleva sus solicitudes, bastante puntuales, al
órgano competente de la BNE, que, normalmente, las ejecuta. De esta forma se
han adquirido en los últimos años una serie de cajas de música gracias a las
cuales han podido reproducirse las importantes colecciones de discos de cartón
perforados, Aristón, que la Biblioteca poseía desde antiguo o se han
incorporado otros discos y aparatos reproductores, como los Ariosa, Herophon,
etc. que no constaban hasta entonces en las colecciones de la Biblioteca.
Por lo que respecta a los donativos, con
cierta frecuencia atendemos las llamadas de talleres de imprenta,
encuadernación, etc., algunos bastante antiguos, que, antes de echar el cierre
definitivo y mandar su utillaje al chatarrero, prefieren darle una enésima y
última oportunidad. Por desgracia y, llanamente, por un problema de espacio, no
siempre podemos acoger este tipo de donación, normalmente voluminosa y pesada.
Ahora bien, hacemos lo posible por redireccionarlo a otras instituciones en que
el problema de espacio es menos acuciante.
Mejoras tecnológicas a
la vista
¿Qué proyectos inmediatos tiene el
museo?
Afortunadamente, proyectos no nos faltan. Los
tenemos de todo tipo, a corto, medio y largo plazo.
Actualmente trabajamos en mejoras tecnológicas:
desde el desarrollo, junto a la Unidad Informática de la BNE, de una aplicación
para automatizar la gestión de las actividades y su reserva a través de la
página web, a aplicaciones para dispositivos móviles que mejoren y amplíen la
accesibilidad de los contenidos del Museo.
Otro de nuestros caballos de batalla ahora mismo,
en estrecha colaboración con la Gerencia, es la catalogación y difusión del
patrimonio artístico mueble de la Biblioteca: cuadros, esculturas, mobiliario.
Ya en 2008 implantamos el sistema integrado de gestión y documentación
museográfica DOMUS y actualmente trabajamos en procedimientos internos para
coordinar estas labores con otras unidades de la Biblioteca. Y por supuesto,
otro de nuestros grandes objetivos es la acción didáctica. Configurar una
sólida estructura desde la cual sacar adelante programas didácticos propios y
bien hilvanados.
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