L.M.A.
“A los cuatro años dije
a mi padre que quería ser escribidora como el Quijote; no
conocía la existencia de Cervantes, solo un libro que se llamaba así, del que mi
madre me leía frases cuando yo le preguntaba por qué se reía.
Mi forma natural de expresarme ha sido
siempre en negro sobre blancor: escribía a mi madre cuando murió
siendo yo muy joven, al perro que se fue y quería como al hijo que nunca
tuve…. Esta necesidad aumento abarcando a la humanidad al descubrir que
la vida no era lo que parecía y terminaba, aparentemente, en lo que
el mundo llama muerte y no es sino un despertar.
Desde esa convicción surgieron
mis primeros relatos relacionados con el mundo de lo invisible que para mi era
tan real como el de la materia.
Cuentos para despertar pretendía
provocar en el lector lo que el título ya indicaba. En 2007 salió a la
luz Las siete miradas que trataba de la vida
continuada, que conlleva la reencarnación, diferenciándola de la existencia que
termina con la muerte.
El místico salvaje, Un milano de
invierno, La protección, El hombre que creció después de morir y
muchos relatos más, hablaban de esos parámetros que son los pilares de mi
camino, incluido el literario.
La poesía broto de la
misma fuente impulsada, como no podía ser de otra manera por el motor de la
vida. Divino o humano, al fin amor.
Acaba de salir, editado por Arcopres, mi
último libro. En “el signo del infinito”, los protagonistas se
desenvuelven en ambientes de lujo, pero el camino que transitan es abrupto. La
soledad acecha a sus personajes y el desamor da dentelladas al aire donde
siempre hay una sinfonía que a menudo se convierte en un Réquiem.
Mientras a la protagonista, le es mas fácil
descubrir que no existe la muerte que encontrar el amor, aunque conozca
la amistad y tenga una ética que ya no admite el sufrimiento.
Esta historia que puede ser la de cualquiera de
nosotros- sin ser la de nadie- esta escrita desde el deseo de compartir con el
lector la aventura que es nacer en la tierra”.
Pilar Sahagún
Los idus de mayo
Nos conocimos en mayo.
Tú ibas vestido de beige y yo de blanco.
La emoción flotaba en el aire
cuando tu negra mirada buceo en la mía clara.
Tus palabras trajeron
el aroma de otra dimensión;
un escalofrío recorrió mi espalda
y la lógica negó lo que el alma recordaba.
Nuestras vidas eran paralelas,
tu vivías en España
yo, casi siempre, fuera.
No nos unía nada,
salvo la misma estética,
el mismo sol, la misma luna
destilando nostalgia de amor.
Pasaron los años
Y te encontré de nuevo… en mayo.
Repicaron las campanas,
se abrió el firmamento
al comunicarnos
más que con palabras, con silencios.
Supe que te amaba
mas allá de las nubes,
del espacio. Del tiempo.
En algún lugar remoto del universo.
Eras el amor que,
sin conocer, conocemos.
La unidad perdida.
El relleno de mi hueco.
Solo te superaba en amor,
tú a mí en todo lo demás.
Eras con quien soñaba
desde que empecé a soñar.
En verano aumentó el fuego
y creció con cada mes nuevo
hasta que al desbordarse
apareció el miedo.
La razón proclamaba
lo imposible de lo nuestro
aunque no puede serlo
lo que no pretende nada.
Solo quería ser tu
sueño hecho realidad,
la cueva donde encontraras el reposo del guerrero,
donde no entrase la rutina ni la mediocridad.
Una gruta que no diferenciara
la belleza de la verdad.
Te esperaré allí
en el mes más florido del año.
Si un día faltara a la cita
sabrás que me he ido.
Antes de mayo.
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Una dosis de locura
Te falta la dosis de
locura
que conocerte me suscitó.
Sin padecerla no es posible
cerrar la puerta a la razón.
Un amor
que te convierte
en el único habitante de la tierra
en el río que anhelo vadear
en la cima de mi montaña.
Un amor
con la impronta
que corresponde a la unidad
Un amor
que nunca conocerás conmigo;
no te queda hueco ni a mi tiempo.
Si algún día
lo sientes por otra
¡¡¡ámala!!!
Como yo te he querido.
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Es poesía lo que
dices,
lo que siento cuando miras.
Tus manos
entre las mías.
Tu olor a hombre cabal.
Esa frase atrevida
que en otro seria vulgar.
El hueco que dejas cuando te vas.
Tu mirada libando en la mía
como el insecto en la flor
como la ola en el mar.
Las tortugas desovando
en las dunas.
El Sahara amaneciendo.
Venecia bajo la luna.
La arqueología.
La palabra medida.
La música callada.
La mirada perdida.
El tiempo, el espacio.
El arriba y abajo
de un mundo que
o no será
o será poesía.
La
Duda
La
duda es una serpiente
que se desliza en la mente
con sigilo de ladrón.
Devora
el sosiego
despertando mil recelos a su paso
venenoso, silencioso, traicionero.
Interpretar
los hechos la alimenta
Pero muere de inanición
si se ama con la mente
y se piensa con el corazón.
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Atlante
No
tengo pruebas que acrediten
que has sido atlante en otra vida.
Pero,
quien conozca tu talante
y sepa algo de esa tierra sumergida,
no se sorprenderá.
Tienes
la sabiduría
que se atribuye a esa raza
y un no sé qué de especial
que no encaja en la actual.
Dotado
como pocos en la tierra,
ni compartes sus criterios
ni caminas por sus sendas.
Con
alma de poeta
y
entrañas de empresario,
sigues el camino
que recorro yo.
Por
eso me pregunto,
si no será la Atlántida
el lugar que, sin recordar, añoro.
Sin
embargo
es más importante averiguar,
si lo nuestro tiene ahora
la jerarquía de entonces.
O
la perdió.