Julia
Sáez-Angulo
“Cómo Irán devino una teocracia constitucional” es el título del
interesante artículo escrito por el historiador y profesor Víctor Morales
Lezcano, publicado en la Revista de Occidente.
“La
historia de los pueblos, imperios y civilizaciones iranios no escapa a la
determinación que le imprimen tanto el factor
geográfico, como el devenir temporal.
Por expresarlo clásicamente, aquella no escapa ni al Topos ni al Chronos,
factores determinantes para el conocimiento de la Historia”, dice el autor al
comienzo del artículo.
El
profesor Morales Lezcano, después de una estudio cronológico amplio de
Irán/Persia, apunta el “final del trayecto: de cuando un solo guerrero
aterrorizó a un rey”. Señala la
oposición que constituyó un “bastión irredento” de la nación frente a todo lo que
encarnaba, por su parte Mohamed Reza Pahlevi –primogénito del coronel de
caballería que había tomado el poder en 1925-. Reza Palhevi se expuso a ser
considerado por sus detractores como una suerte de gendarme militar de Estados
Unidos en Oriente Medio”.
Irán
Irán
Un cambio
radical
Fue en 1979 cuando el
ayatolá Jomeini se alzó contra el shá y
culminó en su propósito con apoyo popular.
Más
adelante dice que “la primatura de Jomeini vino a ser proclamada por los pares
del imanato chií y su pléyade de religiosos subalternos entre 1978-1979. “El
Guía Supremo de Irán sería encarnado en lo sucesivo por el Ayatolá, en nombre
de Dios y de la tradición duocidimana que había ido cristalizando en el Medievo
para cobrar entidad institucional y arrastre social acumulativos durante la
dinastía safávida. De esta manera, Irán devino teocracia constitucional entre 1978-1979, republicanizando su forma
de Estado consuetudinaria –monarquía milenaria- que arrancaba de todos los
imperios predecesores de la dinastía pahlevi. A la par, la revolución impregnó
de religiosidad chií al estado y su entramado institucional”.
Todo
lo que sucedió en la antigua Persia, reconocida como República Islámica de Irán
a partir de 1978-1979, forma parte de la misma historia; aunque se trate
también de otra cuya narrativa, a partir de la ruptura revolucionaria, conviene
aplazar ahora sine die.”, concluye el
historiador Morales Lezcano.
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