Tras la visita a Petra en Mallorca.
Fray Junípero Serra
Julia Sáez-Angulo
02.03.2022.- Madrid.
Al igual que el descubridor de América, Cristóbal Colón, laico franciscano de la Tercera Orden, el mallorquín Fray Junípero Serra fue otro franciscano, religioso en su caso, inquieto y activo, cuya aventura se tradujo en la fundación de nueve importantes Misiones en la Alta California, hoy territorio perteneciente a los Estados Unidos de América y presidió otras quince. Su labor fue evangélica, civilizadora, docente de técnicas agrícolas, defensor de derechos de los amerindios a cultivar sus tierras y por supuesto santo de altar.
Tanto Colón como Junípero Serra eran seguidores de las enseñanzas del mallorquín Ramón Llull (1232-1316), filósofo y teólogo, cercano al franciscanismo por cuanto Llull era también laico de la Tercera Orden de San Francisco, al igual que Cristóbal Colón. Recordemos que el franciscanismo y el lulismo tuvieron gran presencia e influencia en el pensamiento y evangelización de América, máxime cuando los jesuitas fueron expulsados de territorio español por el monarca Carlos III, lo que obligó a los franciscanos a hacerse cargo de las misiones dejadas obligatoriamente por los religiosos seguidores de San Ignacio de Loyola.
Si nos atenemos a los continuos estudios de Joan Oliver, Cristóbal Colón era nacido en Mallorca, por lo que nos encontraríamos con tres personajes, Colón, Fray Junípero y Ramón Llull que eran mallorquines, además de franciscanos y lulianos.
Cabe añadir que el Cardenal Cisneros fue también un gran lulista, al igual que la Universidad Complutense en Alcalá de Henares, que fundó en 1499, después de las de Salamanca (1218) y Valladolid (1241). Cisneros y la Universidad de Alcalá de Henares tuvieron buena influencia en América en numerosos campos.
La Tercera Orden de San Francisco, hoy conocida como Orden Franciscana Seglar y en sus orígenes Orden de los Hermanos de la Penitencia, fue fruto del empeño de san Francisco de Asís, quien quiso abrir un camino de santificación para hombres y mujeres seglares, que desearan hacer penitencia y seguir el ejemplo de Cristo. Se le llama Tercera Orden, porque apareció en tercer lugar después de la Primera Orden de los Hermanos Menores, la Segunda Orden de las religiosas de Santa Clara o Clarisas y la Tercera Orden, de los laicos consagrados. San Francisco de Asís quería asociar estos laicos a una vida austera y a su deseo de restaurar la Iglesia con el espíritu del Evangelio.
Fray Junípero Serra, que fue además de fundador de las citadas nueve Misiones, creador de las primeras vías de comunicación y asentamiento estables en la región de California, y, al decir del periodista Jorge Bustos “desde Monterrey planificaba las peligrosas expediciones que acabarían desbrozando la América salvaje y ganando a los indígenas californianos para la lengua, la cultura, la religión, la política, la industria y el comercio occidentales. O sea, para la civilización”.
Además de Ramon Llull, Sor María de Jesús Agreda – como también su inspirador teológico Duns Scoto- tuvo una notable influencia sobre el fundador mallorquín de la Misiones de California en EEUU y Sierra Gorda en México. Aunque la monja castellana había muerto más de cincuenta años antes de las famosas fundaciones de California, Fray Junípero viajaba siempre con un ejemplar de la Mística Ciudad de Dios; e hizo esculpir en las portadas de más de una Misión (la de San Antonio de Padua, cerca de San Francisco la mas conocida) imágenes de Duns Escoto y María de Agreda, recuerda el diplomático F. de Mazarambroz.
Fray Junípero Serra alcanzaría, al igual que el fundador Francisco de Asís, la calificación de santo por la Iglesia Católica, puesto que fue canonizado en Whashington, capital de los Estados Unidos, por el papa Francisco el 23 de septiembre de 2015. La beatificación previa había corrido a cargo del papa Juan Pablo II el 25 de septiembre de 1988.
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Miguel José Serra Ferrer nació en el pueblecito agrícola de Petra, Mallorca, un 24 de noviembre de 1713. Era hijo del matrimonio de labradores, Antonio y Margarita, gente analfabeta como la mayor parte de los labriegos de su tiempo. Miguel José, hoy conocido como Fray Junípero Serra en la Orden de Frailes Menores, O.F.M., asistió, primero, a la escuela del convento de San Bernardino, donde se ilustró en las letras, primeros latines y teologías, para ingresar seguidamente, a los catorce años, en el convento franciscano de Palma de Mallorca. Allí se hizo Doctor en Filosofía y Teología hasta ocupar la cátedra luliana en la Universidad.
Cuando cumplió 35 años, Fray Junípero, con su nuevo nombre para la religión, partió a América, al conocido como Nuevo Mundo, para llevar una fecunda labor misionera y colonizadora en la Alta California, donde su legado fue valioso y perdurable, aún después de su muerte el 28 de agosto de 1784 en la Misión de San Carlos Borromeo, situada en la hoy denominada Carmel-by-the-Sea de la propia California. Sus misiones ocupan hoy lugares con nombres tan españoles como San Francisco o Los Ángeles, que se suman a otros nombres de ríos, sierras, montañas, poblaciones. O iglesias con sonoridad igualmente hispana, como son Río Sacramento, río San Joaquín, sierras de Santa Lucía, San Rafael, Santa Ynés, San Gabriel, Santa Ana, San Bernardino o San Jacinto. Ciertamente California no se entiende sin la presencia hispana en lo que a caminos, comunicaciones y nombres se refiere, amén del reguero de hombres que hicieron aquella ardua tarea.
A Fray Junípero le acompañó en su viaje Francisco Palou (Palma de Mallorca, 1722 – Ciudad de México 1789), buen amigo en la Ordo Fratrum Minorum, OFM-aunque mediaran once años de diferencia entere ambos- que habría de escribir más adelante la biografía del audaz franciscano mallorquín. Junto a ellos iba a colaborar también en la tarea misional Juan Crespi (Mallorca, 1721-Misión de San Carlos, California, 1782). Los tres habían sido brillantes profesores en la Universidad de Palma, donde dirigieron brillantes y exigentes tesis doctorales.
Los padres Serra, Palou y Crespi “formaron una tríada inseparable, siendo en todo momento protagonistas de la historia californiana”, se recuerda en el Diccionario Biográfico de la Real Academia de la Historia.
Desde su isla mediterránea, los frailes franciscanos llegaron en primer lugar a las costas de Málaga y Cádiz, para enderezar su rumbo al Nuevo Mundo, las Indias, la Nueva España, tierras de las que tanto se hablaba en los puertos del sur peninsular. Antes de llegar a México, Fray Junípero y sus acompañantes hicieron escala en las islas del Caribe, con más exactitud en Puerto Rico, donde no perdieron el tiempo y ya comenzaron a evangelizar a los nativos. Emulando a San Pablo y sus accidentados viajes evangelizadores, los franciscanos que nos ocupan sobrevivieron a un naufragio antes de llegar a Veracruz, desde donde emprendieron nuevo viaje de quinientos kilómetros, esta vez por tierra, a la Ciudad de México. Los larguísimos viajes a pie le costaron a Fray Junípero Serra el quedarse cojo, lo que no impidió seguir adelante con sus propósitos evangelizadores y colonizadores en favor de los amerindios. Lo suyo era mostrar a Cristo y la azada al mismo tiempo, casi un ora et labora de san Benito. Subió a la intrincada Peña Gorda y evangelizó a los indios pames, donde había fracasado anteriormente otros hermanos suyos franciscanos. Les enseñó también -junto a su equipo de frailes- los primeros rudimentos de ganadería, carpintería, albañilería, herrería –a juzgar por las ruinas de fraguas encontradas- y hasta cocina y costura, para mejorar su nivel de vida. Cuando bajaba a puerto era la mejora en las artes de la pesca, lo que enseñaba. Con palabras de hoy día, diríamos que Fray Junípero enseñaba el Evangelio, a la par que formación profesional en el ámbito en que se desenvolvía la misión instalada. Es decir, sembrar la semilla de la palabra y la fe, al tiempo que la del cereal, al decir de Bustos. Los indios le estaban agradecidos.
El amor a los indios que evangelizaba y civilizaba le llevó a defenderlos continuamente de su derecho al trabajo y a las tierras y en contra de los atisbos de menosprecio racista que pudiera detectar en algunos dirigentes o colonos del Virreinato, pero éste sabía que con la Iglesia tenía que topar y cedía en muchas ocasiones a la idea de traspasar la propiedad de las tierras a quienes las trabajaban. Sabía que la Iglesia tenía su fuerza moral, por encima de las armas.
El padre Francisco Palou, biógrafo de Fray Junípero Serra, profetizó con acierto en su libro: “No se apagará su memoria, porque las obras que hizo cuando vivía han de quedar estampadas en los habitantes de Nueva California”.
Además de su valiosa evangelización, en su religión cristiana, en la que se predica el amor y la entrega a Dios y al próximo, cabe destaca su labor colonizadora y solidaria, cabe decir con el estudioso Joan Oliver, que Fran Junípero Les entregó tierras para hacerlos personas libres y autosuficientes frente a la nueva sociedad que, irremediablemente, se iba imponiendo en el Nuevo Mundo. Defendió a los nativos y luchó contra su esclavitud.
Las Leyes de Indias y las sucesivas normativas de los reyes de la Monarquía Hispánica fueron prontas y generosas con la defensa de los indios, lo que no fue óbice, como sucede siempre en la Historia, para que hubiera trasgresiones e incumplimiento de las mismas. Baste como ejemplo la normativa dada por Felipe II al Consejo de Indias de 1596: “No parece conveniente forzarlos -a los indios- a abandonar su lengua natural: solo habrá que disponer de unos maestros para los que quieran aprender voluntariamente nuestro idioma”.
El mestizaje, al que hoy pertenecen millones de descendientes hispanos, es hoy orgullo de la colonización española frente al lema de El mejor indio es el indio muerto, que se impuso con la colonización británica y otras, sobre todo durante el periodo conocido por la Fiebre del oro, entre 1848 y 1855, cuando numerosos inmigrantes llegaron a las tierras de San Francisco, en busca del oro que se descubrió en Sutter´s Mill y que comenzó en el pueblo de Coloma.
Solo hay un español en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio de los Unidos: Fray Junípero Serra, nombre propuesto en su día, con derecho propio, por el Estado de California. Cada Estado tiene derecho a proponer dos estatuas, elegidas por los legisladores estatales, que puede ir reemplazándolas en el futuro. El Capitolio es el lugar dedicado a los estadounidenses preeminentes y acogió con justicia a Junípero Serra, por su ingente tarea de colonizar las tierras y educar a los nativos en el sur de los Estados Unidos. Hay mas de cien estatuas en el Capitolio norteamericano, aportadas por 50 Estados de la Unión, entre ellas la del franciscano mallorquín, acogida desde 1931, por lo que hizo el personaje que representa en el pasado: todo un sistema de Misiones, que hoy se visitan como importantes lugares y vestigios históricos del país en el siglo XVIII. Un lujo histórico urbanístico y artístico en el joven país de poco más de doscientos años.
La estatua de Fray Junípero permanece en el Capitolio de Washington, después de que la Legislatura de California descartara reemplazarla en 2015 por la de Sally Ride, astronauta estadounidense, primera mujer y lesbiana activa, en ir al espacio. El proyecto de ley para remover al pionero evangelizador, se retiró al fin por su proponente el senador demócrata hispano Ricardo Lara, otro activo homosexual militante. Varias organizaciones católicas estatales y nacionales habían manifestado su desacuerdo con la propuesta de Lara, máxime cuando se esperaba al papa Francisco en septiembre de 2015, precisamente para canonizar al fraile franciscano en la capital federal.
Algunos predicadores católicos destacaron los méritos de Fray Junípero Serra en 2020, durante el periodo iconoclasta contra las estatuas de descubridores y colonizadores, destrucción furibunda llevada a cabo por radicales acríticos y ahistóricos “ayatollas” del movimiento antirracista norteamericano, tras la muerte del afroamericano Georges Floyd a manos de un policía, periodo iconoclasta y revisionista en el que llegaron incluso a caer de modo automático e ingenuista alguna Universidad USA, sumándose de modo simplista a una campaña orquestada contra España que buscaba añadir capítulos a la leyenda negra, primero por el propio racismo de raíz indigenista, de algunos grupos indios o afroamericanos, que sólo conciben la historia en función de la propia raza; segundo, por añadidura del grupo WHASP -White Anglosaxon Protestan- xenofobia del protestantismo blanco, que siguen queriendo denostar la civilización española y católica en América, madre del mestizaje, porque avergüenza la sajona a base de exterminio del indio. La hispanofobia es una realidad en ciertos sectores de los Estados Unidos. Y, tercero, por el simplismo cobarde de la corriente de corrección política que se deja llevar del viento de los primeros racistas antirracistas desconocedores del pasado o que no aceptan la Historia como fue sino coo ellos quisieran que hubiera sido al albur de su pensamiento en siglo XXI.
En 2020 ver derribada y pintada de rojo sangre la estatua de Fray Junípero Serra frente al Ayuntamiento de la ciudad de San Francisco, pintada llevada a cabo por el grupo Blacks Lives Matter, resultaba patético y demoledor. La palabra racista que figuraba junto a la estatua era lo último que se le podía llamar al fraile. Simplemente ignorante y vandálico. Injusto con la Historia y sobre todo con el fraile franciscano que tanto hizo por mejorar la vida y la situación de los amerindios que evangelizó. La salud, los esfuerzos y la energía de Fray Junípero Serra quedaron en las tierras de California y bien merece respeto, conocimiento de su figura histórica y una estatua junto a una iglesia. Buena parte del clero católico estadounidense salió en defensa del santo mallorquín y puso de relieve su tarea evangélica y humana, entre ellos el obispo de Sacramento, monseñor Jaime Soto, quien señaló que “el acto vandálico no ayuda a sentar las base para el futuro” y que Fray Junípero Serra “que laboró bajo el sistema colonial, denunció sus atrocidades y trabajó para proteger la dignidad de los indígenas”.
Monseñor Francis Weber, de la archidiócesis de Los Ángeles ha escrito varios libros sobre el franciscano español y su tarea en los Estados Unidos y en todos ellos destaca el impulso que el fraile dio a la vida de los indígenas: “El padre Serra no solamente llevó la fe católica a los aborígenes, sino que les enseñó a cultivar la tierra y desarrollar la ganadería, trabajos que ellos no realizaban”.
Lamentablemente, también se pudo ver pintada de rojo en Mallorca, la estatua de Fray Junípero Serra junto a un joven indio desnudo, delante del convento de Sant Francesc, después de que activistas del grupo político de Podemos, que lideró la ofensiva contra los colonizadores en América y otros extremistas como Podemos, se apuntaron con palabras y hechos a la onda expansiva estatuicida contra el misionero franciscano y otros prohombres de la Historia de España. En Estados Unidos hasta la estatua del escritor del Siglo de Oro Don Miguel de Cervantes en San Francisco entró en la ronda de destrucción de estatuas por el necio vandalismo y en ella, la ignorancia s permitió llamarlo “bastado”. Solo por el hecho de ser hispano o español. Hasta Cristóbal Colón se contempló como nombre para descalificar, destruir sus estatuas y olvidar su memoria. La damnatio memoriae viene de antiguo, se practicaba en los pueblos primitivos contra el enemigo, pero era algo de modo inmediato a la victoria; los que ahora quieren plantearla, desean reescribir la Historia con arreglo a sus parámetros, sin base científica alguna.
La ignorancia es atrevida, dice el conocido aserto, que conecta con el llamado efecto Dunning-Kruger, un sesgo cognitivo que provoca que las personas menos competentes en un determinado campo sobreestimen sus habilidades y aquellos más competentes las subestimen. Un sesgo que tiene la ilusión de superioridad estúpida y que se manifiesta en esas rachas o razias de violencia que tratan de justificarse con argumentos simplistas. Darwin advertía que “la ignorancia engendra más confianza que el conocimiento, porque aquel es simplista y este más complejo. En suma, la ignorancia de la corrección política.
La localidad natal de Petra, hoy un municipio de tres mil habitantes, reaccionó pronto contra la ola destructiva de las estatuas de Fray Junípero Serra, recordando simplemente que fue un gran defensor de los indios y, desde entidades civiles como la Fundación Serra a instituciones de la Casa Museo como la Asociación de Amigos de Fray Junípero Serra, opinaron o escribieron carta al Gobierno de España y al Rey Felipe VI, al que invitaron a visitar Petra en desagravio. Solo el desconocimiento de la Historia puede llevar a esa barbarie, alegaban. “Si hubiera habido la más mínima sombra de duda sobre la figura de Fray Junípero, no se hubiera puesto su estatua junto al Capitolio”, declaró Salvador Femenias, alcalde de Petra.
La presencia de España en territorios recorridos por Fray Junípero Serra se encuentra también en la jurisprudencia, puesto que las Leyes castellanas del siglo XIII, concretamente las Siete Partidas, están presentes en la jurisprudencia de varios territorios hoy en día. No olvidemos que el Derecho sajón es consuetudinario. Para muestra, un botón: sólo en 1989 aparecen más de trescientas sentencias que citan las Siete Partidas en las Cortes Supremas de Louisiana, Texas, Arizona, Nuevo México y California.
La Asociación de Amigos del Padre Serra en la isla de Mallorca administra hoy en día el Museo Casa de Junípero Serra (Cal´l pare Serra), la casa donde vivió de niño el franciscano fundador de las Misiones en América. La descubrió e identificó el historiador local Miquel Remis en 1931. Se adquirió y restauró bajo la dirección del arquitecto Guillem Forteza para dejarla tal como pudo ser en el siglo XVIII. Se trata de una casa tradicional, ejemplo característico de la vivienda del campesinado de la comarca del Pla de Mallorca en esa centuria. Cuenta con dos plantes y un arco que divide la casa en dos crujías. En su interior están los muebles y enseres de época del santo evangelizador y la antigua bodega. La Casa se encuentra en la calle del Barracar Alt, en el núcleo de las casas anteriores a la fundación de la real villa en 1300.
En 1932 se entregó el Museo Casa de Junípero Serra (Cal´l pare Serra) al Pueblo de San Francisco en California y se abrió al público. En 1959, se inauguró el Centro de Estudios Junípero Serra y una serie de obras añadidas relacionadas con la figura del franciscano.
Miles de visitantes, especialmente californianos, muchos de ellos indígenas, visitan hoy con interés esta Casa Museo del franciscano.