Cuestionario por Julia Sáez-Angulo
02/5/20 .- Madrid.- Tomás Paredes Romero (Granada, 1948), herreriano, crítico de arte y lector de poesía. Residente en Madrid. Licenciado en Derecho. Presidente de honor de la Asociación Madrileña de Críticos de Arte, AMCA, y presidente emérito de la Asociación Española de Críticos de Arte, AECA/Spain. Ha escrito diversos libros de poesía y numerosos sobre artes visuales. Algunos de sus títulos más recientes son: El retrato de sus sueños, Manuel Santiago Morato; Alcohol de alfileres, Pedro Castro Ortega, o Carlos Albert, escultor... Tiene una esposa y una hija que son doctoras en Medicina.
1. ¿Qué reflexión sobre la poesía le ha interesado más?
De un gran poeta lo que interesa es su poesía. No obstante, Paul Valéry, inteligencia suprema. Pessoa y sus heterónimos; Lezama Lima, que hace una de las definiciones más hermosas de poesía: “un caracol nocturno en un rectángulo de agua”. Joyce, Vitold Gombrowicz, Samuel Beckett cuando enriquece a Dante, las del ciego de Buenos Aires, Ossip Mandelstam, Broch sobre Virgilio, Horacio, Vintila Horia, Quasimodo; las de Oroza, Eduardo Lourenço, Steiner...
2. ¿Cuándo escribió su primer poema y de qué tema?
Mi padre me recitaba poemas de Campoamor, Villaespesa, Rubén Darío y Sotomayor. Y yo soñaba con aquellas melodías y las imitaba. Bachiller, me encontré con don Rafael Pérez Delgado, que me puso en la senda de Machado y la ILE. En El Escorial, el P. Custodio, la Biblioteca, el ambiente, el medio, nací.
3. ¿Qué lecturas poéticas le han influido fundamentalmente?
Valéry. A pesar de su retórica, Saint-John Perse; Garcilaso, Fray Luis, Quevedo, Lope...Rimbaud, Azorín, Wallace Stevens, los surrealistas en francés y en español. Don Coco Madariaga, Ledo Ivo, Torga; Jorge Teillier.
4. ¿Qué poema le impactó?
Sonetos de Camoens, Quevedo, Lope, Villamediana, Salinas. Poemas de Juan Ramón, los Machado, Rosalía de Castro, Ungaretti, Claudio Rodríguez, Álvarez Torneiro, Alejandra Pizarnik, Carmen Pallarés, Carlos Oroza, Enrique Molina.
5. ¿Cuáles son los asuntos habituales en sus versos?
No soy poeta, soy lector de poesía. Puedo escribir algún poema, de tiempo en vez, pero eso no es más que una debilidad. La chispa de la poesía salta dónde menos se piensa. Gran parte de lo que se publica ahora como poesía, es una bazofia, espero que efímera. Hay una corte de micropoetas, youtubers, influencers y demás ralea que testimonian la actual mediocridad. También hay jóvenes sugerentes que tienen que consolidarse como Isabel García Mellado, Juan Marqués, Tino Molina o Ana Gorría.
6. ¿Qué forma métrica prefiere?
El vino, bueno; el pescado, fresco. La poesía, ese decir de forma insuperable lo que no está nombrado. ¡Intelijencia dame el nombre exacto de las cosas!
Hay endecasílabos excelsos de Góngora, Quevedo, Garcilaso, Lope, Carlos Murciano o Alcalá-Zamora; también tiradas rítmicas de Whitman, Neruda, José Carlos Becerra, Jesús Hilario, Carmen Pallarés. Los dos endecasílabos supremos en español (al decir del ciego de los tigres) son de Quevedo: “...y en músicos callados contrapuntos/ al sueño de la vida hablan despiertos” se refiere a los ojos. Hay haikus únicos, como lo puede ser un alejandrino, un octosílabo o un blues. ¿Tiene una única forma la belleza?
7. ¿Cómo es su biblioteca poética? ¿Hay autoras en ella?
Nunca me fijo en el género de los autores, sino en su poesía. En mi biblioteca de poesía, que ronda los 40.000 volúmenes, hay miles de mujeres poetas, no como cuota, sino por su talento poético. Ni el color de su piel, ni las creencias, ni su ideología, ni sus apetencias sexuales, para mí sólo cuenta la poesía que hacen o han hecho. Es probable que en ninguna biblioteca privada haya tantas autoras como en la mía, pero no es un burdo guiño al feminismo reinante, es una consecuencia. Los libros de Valentine Penrose, Joyce Mansour, Alice Rahon, Blanca Luz Brun, Dorothea Tanning, Nahuí Olin, Nicole Espagnol, no están en mi biblioteca por ser musas o amantes, sino por la valía de su poesía.
8. ¿Qué libro de poemas está leyendo?
Casi todos tus encuestados leen varios libros a un tiempo, yo no puedo. Abro un libro y hasta que no lo termino, tomo notas y busco palabras, no puedo pasar a otro. Un libro es trasunto de un carácter, un estilo, una forma de vida, y no me parece idóneo mezclarlo. Ahora leo la colección de poesía que ha lanzado Fundación Obra Pía de los Pizarro, a través de ediciones Liliputienses, para dar a conocer en España poesía hispanoamericana reciente. Un proyecto importante, desigual, arbitrario, pero fantástico. Algo falla, porque no trasciende el esfuerzo de la Fundación Obra Pía de los Pizarro, ni su objetivo, pero es una idea generosa, feraz y necesaria. Ya cuenta con 38 volúmenes - alguna primera edición-, que invito a conocer, con autores heterogéneos: Natalia Figueroa, Montalbetti, Romero Vinueza, Espaillat, Los KFGC, Claudia Campos, tengo que leer más para poder opinar.
9. ¿Qué tres libros de poesía recomendaría?
Hace tiempo que los libros han perdido su estructura relojera. El “Quijote”, ¿cómo no va a ser Cervantes un poeta enorme construyendo esa maravilla poética? La Ilíada; La inteligencia de las flores de Maurice Maeterlinck, escrito en prosa, pero cuajado de poesía. Réquiem de Ana Ajmatova; Dignum est de Odysseas Elytis. Emily Dickinson, Andrée Chedid... Ahora los libros son un haz de poemas dispersos, de viajes, un totum revolutum sin concierto.
10. ¿Qué proyectos literarios se trae entre manos?
Más lecturas. La confección de un Diccionario, peculiar, pero va muy lento. Me han ofrecido la publicación de poesía, pero he declinado la invitación. No soy un poeta. También la edición de un libro con los ajimeces de Felipe de Guevara, pero tendría que corregir mucho y eso ya es pasado. Leer da vida, da conocimiento y, a veces, pensamiento.
11. ¿Cómo lleva el confinamiento?
Bien. Sin ansiedad, ni obsesiones. Es prioritario no oír los mensajes del macarra, ni los de Fumanchu. Decía Hernández Gil que era fácil hablar cuando se tiene algo que decir; si no, sólo hay confusión y tergiversación. Primero hay que pasar esta fase de la tragedia, evitar más muertes. Destinarlo todo a la seguridad de los que trabajan por nuestra seguridad. Luego, ya veremos que exige la realidad. La realidad puede más que los gobiernos títere y sus leyes-venda. La realidad nos desnuda, en cualquier circunstancia.
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