sábado, 23 de agosto de 2014

Chikinguña y Chagas, enfermedades crónicas en América Latina






L.M.A.

         Mucho se habla ahora de la enfermedad del Ébola, que se ha enquistado en cuatro países africanos, pero hay otras enfermedades crónicas en América Latina como las de Chikunguña y la Chagas, de las que se habla menos, pero que también afectan a amplias poblaciones del continente suramericano. En la República Dominica y Haiti se ha producido recientemente un amplio brote de Chikunguña, similar al dengue, por lo que algunas fuentes cercanas y bien informadas no recomiendan viajar de momento a este país.

         No hay que olvidar que la malaria y el sida siguen siendo endémicos en África, sobre todo en las poblaciones pobres y míseras, donde la higiene brilla por su ausencia y donde los niños son las primeras víctimas. La falta de prevención e higiene de estos colectivos favorece con creces la expansión de las enfermedades.

         La Organización Mundial de la Salud y Médicos sin Fronteras siguen insistiendo en que es fundamental dedicar mayores recursos a la investigación de estas enfermedades crónicas, que por serlo parecen olvidadas.  

         La artritis epidémica Chikunguña (palabra makonde) es un virus transmitido por artrópodos, que se transmite por picadura de mosquitos portadores. No tiene tratamiento específico y sólo se atacan los síntomas  febriles y de dolor de articulaciones que se prolonga en el tiempo. Reposo e ingesta de líquidos es lo primero que se recomienda. Se trata de una enfermedad que crea anticuerpos y sólo se pasa una vez.

         La enfermedad de Chagas o mal de Chagas-Mazza se encuentra en el trópico y se transmite por protozoos. Es endémica en América Latina, principalmente en las zonas rurales. Entre quince y diecisiete millones se infectan de Chagas cada año de las que mueren unas cincuenta mil.





jueves, 21 de agosto de 2014

Alberto Moreno Balaguer, “Una Vida en la Pintura”, tras una rica trayectoria en el Arte



A. Moreno Balaguer

Julia Sáez-Angulo

        
         Ha expuesto en Olmeda de las Fuentes, el pueblo de artistas que considera su pueblo, sin renunciar a Madrid, donde nació en la calle Segovia. Alberto Moreno Balaguer, de madre barcelonesa, se considera muy madrileño y sueña con hacer su gran exposición retrospectiva en la capital de España.

         “Una Vida en la Pintura” ha sido el título de la muestra en la Sala Emo de la Casa de Cultura, en el madrileño pueblo de artistas, donde Moreno Balaguer ha expuesto una amplia relación de su trabajo: paisaje, bodegones, retratos, marinas, tauromaquia, escenas de género, grabados al aguafuerte, linóleos… Toda una vida en la pintura a la que se consagró por entero desde los años 80 en su estudio de Guadarrama.


Alberto M. Balaguer y Ruslán Galasov

         La vida profesional de Alberto Moreno Balaguer (Madrid, 1927) transcurrió principalmente como director artístico en la compañía aérea de Iberia, para la que hizo cientos de carteles, murales, pinturas y decoración de espacios. Sus carteles de Iberia son una joya y hoy quiere depositarlos  en la Biblioteca Nacional de España.

         Moreno Balaguer está pintando un autorretrato de gran formato, en el que aparece con un perro y un gato como compañía. “Mi mujer, Victoria,  y yo somos los modelos más cercanos que tengo para poder trabajar”, dice con humor. Trabaja con pintura de vinilo –pocas veces con el óleo o el acrílico-, porque le encuentra las ventajas de un secado rápido y la posibilidad de conseguir transparencias.

         El pintor presume de haber hecho numerosos murales para Iberia y otras instituciones públicas y privadas, todos ellos “en los más diversos materiales, algunos son metálicos con objetos reciclados”. El retablo del Ayuntamiento de La Olmeda es un cuadríptico y cada pieza es de 150 x 100 cm. El mural más grande, de cuatro metros lo hizo en Candás (Asturias) y fue inaugurado por Don Juan de Borbón. En Guadarrama ha llevado a cabo el último.


Julia Sáez, Alberto Moreno, Carmen Valero y Ruslán Galasov


Retratos de Cúchares, Paquiro y Frascuelo

         Su serie taurina es muy amplia tanto en pintura como en grabado. Sus retratos de Cúchares, Paquiro y Frascuelo son impresionantes y el autor se siente satisfecho de ellos. Sus toros y escenas taurinas no son realistas sino que cobran la forma y lenguaje propio del pintor, a caballo entre la figuración y cierta abstracción de las formas naturales.

         No deja de pintar un solo día, porque lo necesita para vivir como la respiración. Moreno Balaguer tiene cuadros emblemáticos a lo largo de su trabajo, uno de ellos el “Homenaje a Lorca y al torero Ignacio Sánchez Mejías”, en el que representa todos los rostros de los escritores de la Generación del 27.


Toro, de Moreno Balaguer

         También pinta de vez en cuando escenas de género, como mujeres en el mercado o ancianas de gran expresividad. En su día hizo una larga serie de tipos de Madrid. También hizo esmaltes, pero el hecho de tener que ir a realizarlos fuera de su estudio, le hizo desistir.

         Las marinas son un capítulo importante de su repertorio. Comenzó cuando viajó a exponer en Copenhague su serie taurina y se dedicó a pintar barcos, una serie de gran fuerza, ya que su trazo rápido en la ejecución les confiere un ritmo muy gestual de gran belleza.

         Guarda una buena colección de sus grabados en los que se pueden observar aguafuertes, linóleos y monotipos, muchos de ellos de tema taurino.


         Moreno Balaguer ha acumulado numerosos recuerdos en su casa de Guadarrama, que hoy desea vender porque “resulta muy grande para nosotros dos solos, mi mujer y yo, aunque nunca dejaremos la sierra de Madrid”.

           Artista generoso, Moreno Balaguer fue el hombre que animó a pintar y a exponer en España al ruso Ruslán Galasov, que nos acompaña en esta entrevista, junto a la muralista Carmen Valero.




miércoles, 20 de agosto de 2014

Bacø, heterónimo del escritor Esteban Gutiérrez Gómez presenta «Ardimiento», su primer poemario, en #agostoclandestino



VIERNES 22 DE AGOSTO DE 2014 | 20.00 H.

Librería Santos Ochoa (Doctores Castroviejo) | LOGROÑO


 



Esteban Gutiérrez Gómez dice que escribe por necesidad. Al principio escribir era como realizar un exorcismo: aquietaba los demonios que me atormentaban. Ahora soy capaz de mirar más allá de las cosas, y veo un relato donde otros ven un magrebí durmiendo en tres asientos del metro, por ejemplo.

Conducirá el acto el poeta Enrique Cabezón.



L.M.A.

        21.08.14.- En una reciente reseña de Ardimiento publicada en La tormenta en el vaso, Miguel Baquero decía: «Maldigo la poesía concebida como un lujo...», decía el célebre poema de Celaya, y uno se acuerda de estas palabras desgarradas cuando acaba de leer un libro de poesía como el de Esteban Gutiérrez Gómez, de sobrenombre Baco para sus incursiones poéticas y cuentistas. Y digo que se acuerda de ellos porque este Ardimiento que ahora nos presenta el poeta, y donde se reúnen los mejores versos que ha ido diseminando a lo largo de su vida («ya sé lo que estás pensado, / que 50 años son muchos / para publicar un primer poemario….»), este Ardimiento, decía, afronta cada poema no con ánimo de provocarnos un sentimiento confortable, una felicitación hacia nosotros mismos por los listos que somos y la poesía tan sofisticada que leemos. Sin llegar a pisotear la estética literaria, porque eso sí que sería de maldecir en todo caso, los poemas de este libro-bloc están escritos con ánimo de conmocionarnos, con espíritu agresivo, con el propósito de dejarnos, al cerrar la ultima página, un gusto a acero en el paladar, como si —por jugar o por quién sabe— nos hubiéramos introducido un arma en la boca…
«…Quizás tengas razón, / pero no te preocupes, / he sabido guardar / todo mi veneno.»
       Baco, en los poemas que conformar este Ardimiento, se enfrenta a la vida con una mirada cruda, sin buscar la infelicidad, sin escarbar en lo feo, pero tampoco sin engañarse con impostadas notas líricas. En primer lugar, el poeta se enfrenta a sí mismo, y no pretende, en ningún momento, engañarse respeto a lo que es: «He hecho un pacto con el diablo / y nos hemos repartido mi vida: / él tiene los días, / de lunes a viernes, / de siete a siete. / Me quedo yo las noches, / todas las noches, / hasta las tantas…»; pero sin entregarse a la quejumbre ni presumir de derrota. Son poemas que arrastran ecos de barrio suburbial, de aquellos tiempo en que “todavía teníamos ganas de vivir”, gritos de rabia, a veces, como súbitas pintadas de graffiti, pero poemas que también aportan el asombro ante el descubrimiento de la naturaleza, la bondad del entorno perenne, ese callado paisaje de montañas que el autor ha visto, desde siempre, al fondo de sus días… «He tardado / 50 años / en perder mi sordera».
Y tras esta mirada desnuda sobre sí mismo, sin engaños, ni imposturas, ni falsas atribuciones, el autor se vuelca sobre el mundo, sobre la situación actual, como lugar de donde proviene —siempre por razones económicas— toda esa injusticia que se muestra bajo nuestros pies. Como si la crisis, al recortar todas las capas de retórica, nos permitiera ver ahora la piedra desnuda, dura y agreste sobre la que andamos.
    Es curioso que, en los últimos libros de poesía que he leído (ver, por ejemplo, la reseña a Helio, de Ariadna G. Garcia) el autor (la autora) se aparte en un determinado momento del discurso interior y sensible para arremeter contra la realidad que muestra el telediario; algo que, en principio, transgrede la correcta concepción de la poesía…. pero ya digo que no están los tiempos para ser formales y que este Ardimiento de Esteban Gutiérrez deja un sabor acerado en la boca.
«Sobre la repisa de los sueños / he dejado un libro a medio leer. / Sólo quiero que jamás / lo encuentre mi hija».
Hay (creo haberlo dicho ya, pero no importa, lo repito), ahora mismo, se está fraguando, un grupo de poetas que parecen hablar sobre lo mismo, con parecida voz. Son poetas que están mostrando a la vez sus dientes ante esta realidad sin clemencia; y aunque seguramente sus mayores, de leerles, les regañasen por esta pérdida —a veces— de la compostura lírica, la poesía, en cada tiempo, es la que es, y ahora es momento casi de gritar. Con que hay, como digo, un grupo de autores que están tratando de hacerse oír a gritos, porque tienen algo que decir. Hablo de este mismoEsteban Gutiérrez, de Vicente Muñoz Álvarez, de Gsus Bonilla, de David González, del que hablan maravillas (perdón por la cacofonía). Hablo también de Ana Pérez Cañamares y hablo de muchos otros más que invito al lector a descubrir, a que se dejen llevar de un libro de poemas a otro, porque realmente hoy mismo existe una poesía que está hablando a voces y que está viva para quien quiera oírl

Esteban Gutiérrez Gómez ha publicado las novelas fragmentarias El laberinto de Noé (2008), El colibrí blanco (2009), La enfermedad del lado izquierdo (2011) y13.0.0.0.0 (theREVOLUTIONisNOW) (2012).
Imparte talleres de creación literaria de narrativa breve, fue miembro fundador y asesor literario de la revista Al Otro Lado del Espejo, dedicada en exclusiva al relato, y fue el impulsor del «Manifiesto por el cuento». Ha colaborado en varias antologías como Vinalia Trippers. Plan 9 del Espacio Exterior, Trippers from the Crypt y Spanish Quiqui; Los rincones más oscuros: Antología del miedo, Perversiones. Breve catálogo de parafilias ilustradas, Cuentos para hambrientos, Narrando contracorriente, La ciudad vestida de negro, El descrédito. Viajes narrativos en torno a Louis-Ferdinand Céline y Viscerales.
Junto a Patxi Irurzun ha coordinado el libro Simpatía por el relato. Antología de cuentos escritos por rockeros (2010). Y, posteriormente, de nuevo en solitario el diario de gira de presentación de dicho libro, Gente simpática (2013). 
Ardimiento (Zoográfico, 2014) es su primer libro de poemas. Nadie lo diría.
    ºAl ser un ser disociado publica su poesía bajo el pseudónimo de «Bacø».

La Comunidad recupera parte de los muros del Monasterio de Santa María la Real del siglo XII

El director general de Patrimonio Histórico visitó hoy las obras
de restauración de esta construcción medieval

· Es el único de estilo cisterciense y el tercero más
grande de la región madrileña


L.M.A.

20.ago.14.- La Comunidad de Madrid está llevando a cabo trabajos de
restauración y consolidación en el Monasterio de Santa María la Real de
Valdeiglesias, situado en el término municipal de Pelayos de la Presa. El
director general de Patrimonio Histórico, Ignacio Muñoz Llinas, visitó hoy las
obras que se están realizando en los muros del transepto norte, la nave
situada al norte del conjunto que comunica con la nave principal de la
iglesia. Esta construcción medieval del siglo XII es el único monasterio de
estilo cisterciense de la región y el tercero más grande de la zona, tras el de
San Lorenzo de El Escorial y el de Santa María de El Paular.

Muñoz Llinas explicó que desde 2005 hasta 2013 la Comunidad
destinó 503.571 euros para frenar el deterioro de este monumento
declarado bien de interés cultural (BIC) en 1983. Entre las actuaciones que
se han realizado están el desescombro de la cúpula de la capilla mozárabe
y de las estructuras anexas al monasterio, la consolidación los muros y
arcos de la iglesia así como el apuntalamiento y reparado de las bóvedas
del claustro y dependencias anexas. Además se han realizado planos del
monasterio, estudios geotécnicos y trabajos arqueológicos de
documentación histórica.

Todo ello en coordinación con la Fundación Municipal Santa María la
Real de Valdeiglesias, titular del monasterio y encargada de su gestión y
conservación -su anterior propietario, el arquitecto Mariano García, cedió
gratuitamente el conjunto a dicha fundación-.

Por su parte, el Ayuntamiento de Pelayos de la Presa está
desarrollando trabajos de restauración y consolidación estructural en el
claustro del monasterio bajo la supervisión de la Dirección General de
Patrimonio Histórico.

Único monasterio cisterciense de la región

Desde época visigoda esta comarca del oeste de la Comunidad de Madrid
fue centro eremítico de primer orden, acogiendo gran número de templos y
ermitas, hasta el punto de que Valdeiglesias es el término actual de lo que
en su día se llamó El Valle de las Iglesias.

En 1150, en tiempos de Alfonso VII El Emperador, los doce templos
mozárabes existentes en El Valle de las Iglesias se unificaron bajo la Regla
de San Benito, fundándose el Monasterio de Santa María la Real de
Valdeiglesias. En 1177 Alfonso VIII trajo monjes del Monasterio de la Santa
Espina de Valladolid, incorporándose la Orden Cisterciense. A partir de
entonces, la historia del monasterio de Valdeiglesias siempre estuvo ligada
al Císter y durante los siglos XII y XIII, fue el centro hegemónico del valle.

A lo largo de los siglos se fueron sucediendo las transformaciones
arquitectónicas en el monasterio, pero su estructura original responde casi
literalmente al esquema tipológico de los conventos cistercienses. La iglesia
se sitúa en el límite norte, y el callejón de los conversos y la capilla
ochavada (un pequeño recinto de forma cuadrada) están dispuestos entre el
muro sur de la iglesia y el muro norte del claustro. Éste se encuentra
rodeado por la sacristía, la sala capitular y la zona de monjes, al este; la
cocina y el refectorio (comedor), al sur; y la zona de legos y la hospedería,
al oeste. Los restos del claustro, de estilo gótico, son probablemente de la
fecha de reconstrucción de la iglesia, en el siglo XV o XVI.

La iglesia es de una sola nave de gran tamaño. La cabecera está
realizada en sillería de granito con dos hojas y relleno de mampostería y con
el ábside circular, flanqueado por otros dos pequeños ábsides de planta
cuadrada al exterior y circular al interior. Los muros del resto de la nave de
la iglesia son de mampostería de tipo mudéjar.

Hoy se conservan, aunque no completas, las bóvedas románicas de
cañón de las capillas de la cabecera, dos arcos perpiaños de la nave de la
iglesia y un arco inferior del antiguo coro. Y se mantiene la portada de la
iglesia de sillería barroca, aunque ha perdido parte de sus remates
ornamentales y de su estabilidad.


Marta Velasco, de Aralan Films, participará en el Producer Lab Toronto del Festival Internacional de Cine de Toronto



L.M.A.

20-agosto-2014.- La productora española Marta Velasco participará el próximo mes de septiembre en la V Edición del foro Producers Lab Toronto (PLT), que tiene lugar en el marco de la celebración del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), del 3 al 7 de septiembre. Esta actividad, como viene siendo habitual, está organizada por la European Film Promotion (EFP) y Ontario Media Development Corporation (OMDC), con el objetivo de facilitar la realización de coproducciones canadienses y europeas.

En esta edición, diez productores europeos y otros diez productores canadienses, junto a cuatro participantes procedentes de Australia y Nueva Zelanda, se reunirán en TIFF para intercambiar ideas e información sobre financiación y coproducción en ambos lados del Atlántico, y en este caso, también con el continente australiano. A este respecto, Australia y Nueva Zelanda participan nuevamente como países invitados, lo que igualmente posibilitará la realización de coproducciones con ambos países.

El respaldo financiero adicional proviene de Eurimages y Telefilm Canada, que se suma a las organizaciones miembros asociados de la EFP, entre las que figura el Instituto de la Cinematografía y las Artes Audiovisuales (ICAA), del Ministerio de Educación, Cultura y Deportes