L.M.A.
El Papa Francisco visitará
los Estados Unidos a partir del próximo 22 de septiembre, un país en el que los
católicos han pasado de ser una minoría perseguida y con derechos limitados a
constituir el grupo religioso más numeroso.
Jorge Soley, en su reciente libro La historia de los Estados Unidos como jamás te la habían
contado, presta atención a ese camino y a
alguno de sus protagonistas. De entre sus páginas extraemos a diez de ellos que
marcaron época.
1. George Calvert y la colonia
fundada por católicos en Maryland
George Calvert, primer Lord Baltimore y miembro de la nobleza
irlandesa, fue quien pidió autorización al rey inglés Carlos I para crear lo
que luego sería Maryland.
Calvert tenía intereses más allá de los meramente crematísticos,
pues buscaba también establecer un
refugio en el Nuevo Mundo para los católicos ingleses, con
quienes compartía la misma fe, que estaban sufriendo una dura persecución.
Aunque Calvert moría en 1632, ese mismo año el rey autorizaba a
su hijo Cecil a establecer la colonia de Maryland, la tierra de María. Los
primeros colonos llegaron a Maryland en 1634 y pronto floreció la colonia,
principalmente gracias al muy rentable cultivo del tabaco.
Pero la Revolución Gloriosa de 1688 y la llegada de Guillermo de
Orange al trono ingles supuso que el protestantismo pasaba a ser la fe
establecida en el reino y, en consecuencia, el catolicismo quedaba fuera de la
ley, también en Maryland.
El gobierno de la colonia pasó a manos protestantes y el
culto católico se mantuvo a duras penas en capillas particulares de algunos
terratenientes católicos. No fue hasta la independencia que los católicos
pudieron practicar abiertamente su fe y ejercer todos sus derechos civiles y
políticos en la colonia que habían fundado.
2. Charles y John Carroll, dos
católicos por la independencia
En la época del esfuerzo por lograr la independencia, los católicos eran ciudadanos de segunda
en la mayor parte de las colonias y el sentimiento
popular era marcadamente antipapista.
En este contexto, los dos primos Carroll tendrán un protagonismo
que anunciaba que los católicos no se iban a conformar con la situación en la
que vivían. Ambos formaron parte de la misión
diplomática que buscó el apoyo del católico Quebec a las pretensiones independentistas
de los colonos.
La misión no logró su objetivo, pero mostró a unos católicos representando a los embrionarios Estados
Unidos, algo impensable no mucho tiempo antes.
John, más adelante, sería el primer obispo católico de los
Estados Unidos, al ser nombrado para ocupar la sede episcopal de Baltimore, y
el fundador de la universidad de Georgetown, mientras que Charles fue el único firmante católico de la
Declaración de la Independencia de los Estados Unidos (y
además, el último en morir de todos ellos, en 1832, cuando ya había cumplido
los 95 años)
3. Francis Cooper, el diputado que se
negó a realizar el juramento antipapista... y se salió con la suya
Las restricciones que pesaban sobre los católicos no
desaparecieron de la noche a la mañana. Por ejemplo, para ostentar un cargo en
la ciudad de Nueva York se exigía un juramento en el que se declaraba que se
renunciaba a “cualquier sujeción a todo estado, potestad, príncipe o rey
extranjeros, en toda cuestión eclesiástica o civil”. Los católicos, fieles al
Papa de Roma en materia eclesiástica, se veían así discriminados.
En este caso no fue hasta 1806 cuando la situación cambió: el católico Francis Cooper fue elegido para ocupar
un escaño en el parlamento estatal y se negó a realizar dicho juramento,
lo que le impidió sentarse en su escaño. Tras numerosas protestas, el
parlamento retiró la alusión a las cuestiones eclesiásticas y Cooper pudo jurar
sin traicionar su fe.
4. El padre O´Reilly, el cura que
impidió que Atlanta fuera arrasada
El padre Tomas O´Reilly, un sacerdote irlandés, llegó a Atlanta
cuatro años antes de que estallara la guerra de Secesión para hacerse cargo de
la iglesia de la Inmaculada Concepción, la única parroquia católica de la
ciudad en aquel tiempo.
Cuando los combates se acercaron a Atlanta, el padre O´Reilly
decidió que su lugar estaba en el campo de batalla, atendiendo los cuerpos y
las almas de los heridos de ambos bandos. Pronto fue conocido y apreciado tanto por los oficiales
confederados como por los de la Unión, lo que le permitió
moverse libremente, administrando los sacramentos a todos por igual.
Así, no es de extrañar que al ordenar el general Sherman que
todos los no combatientes abandonasen Atlanta, hiciera una excepción con el
padre O´Reilly: el sacerdote era demasiado importante para los soldados de
ambos ejércitos como para alejarle del lugar.
Pero con lo que no había contado Sherman fue con la reacción del
buen cura a sus planes de entregar al fuego la entera ciudad de Atlanta. Cuando
tuvo noticia se estas intenciones, O´Reilly fue a ver a su amigo, el general de
la Unión Henry Slocum, y le pidió que
al menos se salvasen las iglesias de la ciudad, los tribunales y el
ayuntamiento, llegando a amenazar con la excomunión a quien
ordenara o participara en la quema de estos edificios. Slocum le hizo llegar el
aviso a Sherman y éste cedió. Cuando la población de Atlanta regresó a su
ciudad encontró que las iglesias y los edificios públicos se habían salvado de
la quema.
5. El padre Edward Sorin, la
Universidad de Notre Dame y la caída del Ku Klux Klan
La Universidad de Notre Dame, en South Bend, Indiana, es una de
las universidades católicas estadounidenses más antiguas, sólo superada por la
universidad jesuita de Georgetown (cuyo origen data de 1789), en Washington D.C.
Notre Dame fue fundada en 1842 por el padre Edward Sorin, de la Congregación de la Santa Cruz y se hizo famosa por
sus equipos de fútbol americano, los apodados Irlandeses
Luchadores (Fighting Irish) por el origen de muchos de sus alumnos.
Pues bien, en 1924 el Ku Klux Klan era la organización más
poderosa e influyente de Indiana con 350.000 miembros, uno de cada tres blancos
del estado. El 17 de mayo, miles de miembros del Klan se dirigieron hacia South
Bend con el propósito de aterrorizar a los estudiantes de Notre Dame, odiada
por ser una prestigiosa institución católica.
Se desataron terribles
enfrentamientos entre los estudiantes católicos y los miembros del Klan que
duraron dos días y requirieron la intervención del ejército para restablecer el
orden en la ciudad.
Como consecuencia de estos disturbios, D. C. Stephenson, jefe
del Klan en Indiana, fue condenado por asesinato. Una vez en la cárcel confesó
los vínculos del Klan con numerosos cargos públicos, muchos de los cuales
fueron procesados. Al año siguiente los miembros del Klan en Indiana habían
descendido hasta 15.000.
6. El obispo Hughes que animaba a
defender las parroquias con las armas
A mediados del siglo XIX y como reacción ante la numerosa
llegada de irlandeses a las costas norteamericanas, el nativismo, un movimiento
de orgullo de los nacidos en EEUU y desprecio a los recién llegados, teñido de
un intenso anticatolicismo, se hizo muy intenso.
Los disturbios empezaron a ser frecuentes: en Filadelfia, en
1844, una serie de ataques nativistas
contra iglesias católicas se saldó con varias víctimas mortales.
Mientras que el obispo de Filadelfia, Francis Kenrick, había pedido a su grey
que no respondiera a los ataques, cuando los disturbios se reprodujeron unos
días después en Nueva York, el obispo
John Hugues llamó a los católicos neoyorquinos a tomar las armas y proteger sus
parroquias.
A continuación envió un aviso al alcalde de la ciudad y simpatizante nativista,
James Harper, evocando la invasión francesa de Rusia en la que los rusos habían
preferido incendiar Moscú antes que entregárselo a las tropas napoleónicas,
añadiendo que “si una sola iglesia católica es pasto del fuego en Nueva York,
la ciudad se convertirá en un nuevo Moscú”. El alcalde, haciendo gala de
sensatez, convenció a los nativistas para que regresaran a sus casas.
7. El benedictino Martin Marty que bautizó a Toro Sentado con
dos mil sioux
Cuando el
monje benedictino Martin Marty recibió la orden de viajar a América para poner
orden en el monasterio de San Meinrad, en Indiana, difícilmente podía imaginar
lo que el destino le iba a deparar. Con solo 26 años abandonó su monasterio de
Einsiedeln, en Suiza y pasó 16 años en el renovado monasterio de Indiana.
Pero en 1876 aceptó la propuesta de la Oficina de las Misiones
católicas indias y se aventuró a
evangelizar en territorio indio, donde llegó un mes después de la batalla de
Little Big Horn. Pronto su rectitud y ascetismo le hicieron
ganarse el respeto de los sioux.
Fue Marty quien convenció
a Toro Sentado para que renunciase al camino de la guerra, no sin antes haberlo
bautizado junto con 2.000 sioux en 1883. Su labor entre los
sioux continuó toda su vida, más adelante como el primer obispo de la diócesis
de Sioux Falls. Además, tuvo tiempo para escribir
un diccionario de la lengua sioux y traducir numerosos textos
católicos a la lengua de estos indios.
8. El obispo John Noll y el
periodismo católico de Our Sunday Visitor
A finales del siglo XIX rebrotó con fuerza el nativismo con la
fundación en Clinton, Iowa, de la American Protective Association (APA), que
alcanzaría la cifra de dos millones y medio de miembros y llegaría a publicar
70 periódicos. Su programa era muy claro: impedir que continuaran llegando
inmigrantes católicos al país y hacerle la vida lo más difícil posible a los
que ya vivían en él. Los católicos reaccionaron con la fundación por parte del
arzobispo de Fort Wayne, John Noll, del periódico Our Sunday Visitor, que se
sigue publicando hoy en día. Por fortuna, la APA sufrió un rápido declive.
9. Babe Ruth, una leyenda del béisbol, en el reformatorio del
padre Mathias
Uno de los modos de conseguir respetabilidad y reconocimiento en Estados Unidos
fue (y sigue siendo) el deporte, que los católicos también han utilizado para
reivindicarse como ciudadanos de pleno derecho en un país muy marcado por sus
orígenes puritanos y sus prejuicios anticatólicos.
Es lo que consiguió Notre Dame con su exitoso equipo de fútbol
americano, y lo que también consiguió un joven conflictivo de Baltimore que ha
pasado a la historia como una leyenda del béisbol: Babe Ruth, educado en un reformatorio católico. Fue
el padre Mathias quien encauzaría a Ruth en la vida y
conseguiría convertirlo en estrella del deporte. Una placa en la iglesia del
campus de Notre Dame con su nombre recuerda su generoso donativo a esa
universidad católica tan volcada con el deporte.
10. Russell Kirk, el gran pensador conservador contra la bomba
de Hiroshima
Russell Kirk es sin duda el patriarca del renacimiento conservador de la
segunda mitad del siglo XX que culminaría con la presidencia de Ronald Reagan y
que fue clave para la caída del
comunismo y la liberación de los pueblos sometidos por ese perverso régimen.
Kirk fue un académico, nacido en el seno de una familia de
origen escocés, que logró un considerable impacto con sus obras de pensamiento político.
Menos, no obstante, que los libros que publicó en su otra faceta de novelista de obras de misterio góticas.
Quizás ese gusto le viniera del ambiente cercano al ocultismo de su familia y que abandonaría tras su
conversión y admisión en la Iglesia católica.
Lo que quizás sorprenda a algunos fue su oposición al
lanzamiento de bombas nucleares sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, que
le llevaron a escribir: “Ahora que poseemos poder hemos hecho con él lo que los
hombres siempre han hecho con él: lo hemos empleado abominablemente. Nosotros hemos sido los primeros en conseguir esas
herramientas de masacre masiva y las hemos usado como los romanos usaron las
suyas contra Cartago. Un puñado de individuos tomaron la
determinación de extirpar las poblaciones de Nagasaki e Hiroshima; nosotros
debemos tomar la determinación de impedir la posibilidad de estas decisiones”.
(Hay más historias asombrosas e
interesantes como estas en La historia de los Estados
Unidos como jamás te la habían contado)