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Carmen Valero Espinosa
Fotos: Peter Wall
28/12/19 .- Madrid .- Vinos y
flamenco se conjuntan en el tablao La
Manuela, que se acaba de inaugurar en Madrid, en el 26 de la calle Poeta
Joan Maragall -antigua Capitán Haya. La bailaora Maite Arriola es su titular y
por el tablao pasan distintos invitados, entre ellos su maestro de las castañuelas Rafa, a quien
ella admira. La Manuela abre los
fines de semana a las 19, 30 en única función.
Las bailaoras Maite Arriola, Sofía
del Río, junto al guitarrista Carlos Jiménez y el cantaor Nael Salazar,
compusieron el cuadro flamenco de la actuación del sábado 28 de diciembre. Un
despliegue de arte, juventud, belleza y duende, en medio de un público
variopinto de orientales y nacionales, entre los que no faltó La Juani, abuela
de Sofía, generosos glúteos, que subió al final al tablao a mostrar su arte, y
Lourdes, tía de Maite, que no baila flamenco, pero supervisa el
protocolo del local con mucho estilo y sonrisa.
Maite Arriola, 23 años, terminó la
carrera de Navales para dar gusto a su padre, pero su verdadera
vocación es el flamenco y a él se entrega con alma, vida y economía. En bata de cola verde con negros lunares y pañuelo negro
de encaje, Maite tiene encanto de la paya ingenua, muchacha en flor, que quiere retar a la
mejor bailaora gitana. Sofía del Río, madrileña, uñas de lentejuelas, viene de
una familia oriunda de Jerez y el flamenco lo lleva en el ADN. Toca también las
castañuelas.
Las bailaoras actuaron por separado y conjuntamente. Interpretaron fandangos, sevillanas, tangos, soleá por bulerías y bulerías... Las palmas sordas o abiertas acompañaban con gracia su baile, zapateado o desplantes. Los pendientes de lágrima o chupón realzaban los rostros en pleno trance de la danza y la coleta anudada de Maite o la trenza de Sofía lucían en sus cabezas de espaldas. De frente, el cabello un poco alborotado por el baile
Las bailaoras actuaron por separado y conjuntamente. Interpretaron fandangos, sevillanas, tangos, soleá por bulerías y bulerías... Las palmas sordas o abiertas acompañaban con gracia su baile, zapateado o desplantes. Los pendientes de lágrima o chupón realzaban los rostros en pleno trance de la danza y la coleta anudada de Maite o la trenza de Sofía lucían en sus cabezas de espaldas. De frente, el cabello un poco alborotado por el baile
Dos bailaoras jóvenes que apuntan
maneras y llegarán. Coincidieron en una academia madrileña de flamenco y desde allí se
emplazaron para bailar juntas de vez en cuando. Maite Arriola reconoce a su
gran maestro Rafa, buen intérprete de los palillos y Sofía a la Academia Amor
de Dios de Madrid, por donde pasan los mejores intérpretes del flamenco.
Mientras las bailaoras se preparaban
para el espectáculo, Francisco Arriola mostraba sus dotes de sumiller y explicaba
al público asistente a saborear los tres vinos servidos en la mesa, junto a una tabla de
jamón y queso. Vino tinto, joven y reserva de Rioja, y blanco Marques de Cadai.
La denominación de Rioja es siempre la más exigente en cuanto a color, aroma, cantidad
de agua en la uva, acidez, corcho, iluminación del vidrio... Es la manera de no
equivocarse, vino a decir el sumiller, que acaba de venir de Centro-Europa donde
fue finalista de unos premios.
Buen vino y flamenco, un maridaje acertado en La Manuela.