jueves, 28 de marzo de 2013




Maristela Gruber, Lucho Baigo y Sergio Urkía en concierto

 
Maristela y Lucho Baigo

Julia Sáez-Angulo


         Un trío acompasado de brasileña y dos argentinos: Maristela Gruber, cantante, Lucho Baigo, guitarrista y Sergio Urkía, percusión. Un concierto memorable en el Taller de Música del Espacio Ribadeo de Madrid, con público asistente entusiasta ante el buen hacer del trío. Una tarde/noche de domingo para disfrutar de  música brasileña y argentina fundamentalmente.

         Lucho Baigo abrió el concierto con un solo de guitarra, antes de que apareciera radiante y gozosa la soprano brasileño/española Maristela Gruber, ataviada con un hermoso vestido turquesa, abullonado y un colgante de mariposa. La cantante  sabe dosificar y entregar su sonrisa en el escenario como nadie.

         -Habemus pampa, dijo Maristela, apuntando con las manos y refiriéndose a sus dos acompañantes argentinos, antes de entregarse a un repertorio cuidado de canciones conocidas como las que narran la vida de la Chica de Ipanema, Alfonsina vestida de mar, el hijo de la luna, Summer Time…

         La cantante soprano, preparada como pocas, interpretó en español, portugués, francés, inglés, italiano… Confesó que llevaba en el escenario desde los cinco años, acompañando a su madre, también intérprete de bel canto, algo que no debe hacerse con los niños –dijo-, porque los más pequeños deben jugar y nada más que jugar.

         Durante la segunda parte, Gruber apareció con un vestido escotado, estampado en blancos y marrones, sobre el que lucía un ligero echarpe blanco; al cuello un gran camafeo. Se atrevió con un tango ante los argentinos que la acompañaban y lo bordó.

         “Maristela es sencillamente perfecta”, comentaba la pintora Gloria Vázquez al terminar el concierto. “Es exigente como pocas y ensaya para no dejar un cabo suelto. Hasta lo más espontáneo, lo tiene registrado. No tolera ni un solo fallo”, añadió.

         Algunos saben de las apasionadas discusiones musicales entre Gruber y Baigo en los ensayos, por un semitono o un arpegio, que dejan boquiabiertos a quienes los presencian. Dos músicos de pro, con diferencias puntuales y acoplados a la perfección en el escenario.

         Urkía (significa Abedul en vasco, según explicaría el percusionista más tarde y en privado) acompaña la interpretación de Maristela con sutileza de bombo, pandereta y otros instrumentos de percusión.

 La gozosa música latinoamericana fluyó con sensibilidad y belleza durante todo el concierto. El público se atrevió a pedir otra canción y los músicos prepararon sus notas para que Gruber interpretara un fragmento de la ópera Carmen de Bizet. Fue la apoteosis final. “Nadie canta como Maristela”, seguía repitiendo la pintora Gloria Vázquez y así lo corroboraba Dolores Gallardo,  profesora de Filología Clásica en la Universidad Complutense.

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