Maristela Gruber, Lucho
Baigo y Sergio Urkía en concierto
Maristela y Lucho Baigo
Julia Sáez-Angulo
Un trío acompasado de brasileña y dos argentinos: Maristela
Gruber, cantante, Lucho Baigo, guitarrista y Sergio Urkía, percusión. Un
concierto memorable en el Taller de Música del Espacio Ribadeo de Madrid, con público asistente
entusiasta ante el buen hacer del trío. Una tarde/noche de domingo para
disfrutar de música brasileña y argentina fundamentalmente.
Lucho Baigo abrió el concierto con un solo de guitarra,
antes de que apareciera radiante y gozosa la soprano brasileño/española Maristela Gruber, ataviada
con un hermoso vestido turquesa, abullonado y un colgante de mariposa. La
cantante sabe dosificar y entregar su sonrisa en el escenario como
nadie.
-Habemus pampa,
dijo Maristela, apuntando con las manos y refiriéndose a sus dos acompañantes
argentinos, antes de entregarse a un repertorio cuidado de canciones conocidas
como las que narran la vida de la Chica de Ipanema, Alfonsina vestida de mar,
el hijo de la luna, Summer Time…
La cantante soprano, preparada como pocas, interpretó en
español, portugués, francés, inglés, italiano… Confesó que llevaba en el
escenario desde los cinco años, acompañando a su madre, también intérprete de
bel canto, algo que no debe hacerse con los niños –dijo-, porque los más
pequeños deben jugar y nada más que jugar.
Durante la segunda parte, Gruber apareció con un vestido
escotado, estampado en blancos y marrones, sobre el que lucía un ligero echarpe
blanco; al cuello un gran camafeo. Se atrevió con un tango ante los argentinos
que la acompañaban y lo bordó.
“Maristela es sencillamente perfecta”, comentaba la pintora
Gloria Vázquez al terminar el concierto. “Es exigente como pocas y ensaya para
no dejar un cabo suelto. Hasta lo más espontáneo, lo tiene registrado. No
tolera ni un solo fallo”, añadió.
Algunos saben de las apasionadas discusiones musicales entre
Gruber y Baigo en los ensayos, por un semitono o un arpegio, que dejan
boquiabiertos a quienes los presencian. Dos músicos de pro, con diferencias
puntuales y acoplados a la perfección en el escenario.
Urkía (significa Abedul en vasco, según explicaría el
percusionista más tarde y en privado) acompaña la interpretación de Maristela con
sutileza de bombo, pandereta y otros instrumentos de percusión.
La gozosa música latinoamericana fluyó con sensibilidad
y belleza durante todo el concierto. El público se atrevió a pedir otra canción
y los músicos prepararon sus notas para que Gruber interpretara un fragmento de
la ópera Carmen de Bizet. Fue la
apoteosis final. “Nadie canta como Maristela”, seguía repitiendo la pintora
Gloria Vázquez y así lo corroboraba Dolores Gallardo, profesora de Filología Clásica en la
Universidad Complutense.
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