Julia Sáez-Angulo
Continuador en la prelatura del fundador del Opus Dei, san
Josemaría Escrivá de Balaguer, el sacerdote Álvaro del Portillo (Madrid, 1914 –
Roma, 1994) fue un hombre clave en la vida del santo y la citada institución.
Su fidelidad, su presencia eficaz y silenciosa, su trabajo en los asuntos del
Concilio Vaticano II de la Santa Sede son dignos de destacar. Javier Medina
Bayo escribe su biografía publicada por la editorial Rialp bajo el título de
“Álvaro del Portillo. Un hombre fiel”. Es el adjetivo que mejor cuadra al
personaje.
Una buena serie fotográfica, en blanco y negro y color da
cuenta de los hitos más importantes en la vida de don Álvaro, lo que permite
una secuencia visual coherente de su desarrollo. La cronología, un índice de
nombres y lugares, un apéndice documental y una bibliografía completan la
visión del biografiado.
Los capítulos del libros nos van llevando desde la vida de
los padres del pequeño Álvaro: Ramón del Portillo y Pardo y Clementina Díez de
Sollano, matrimonio que constituyó una familia cristiana y unida, donde habría
de nacer y crecer Álvaro del Portillo.
El personaje protagonista de la biografía acudió al colegio
del Pilar y estudió después Ingeniería de Caminos. El encuentro con el joven
sacerdote monseñor José María Esrivá de Balaguer y Albás, el Padre, que ejercía
su ministerio en Madrid, iba a cambiar su vida, por una dedicación intensa a
Dios, a los más desfavorecidos y a servir al Opus Deí, la Obra, desde los
primeros tiempos.
La guerra civil española 1936-39 le hizo pasar momentos
duros en la capital de España y tuvo que refugiarse en la legación de Honduras,
hasta que decidieron –el Padre y otros miembros del Opus Dei- pasar el frete de
guerra para huir, a través de los Pirineos, a Andorra, donde sus vidas estaban
seguras frente a la persecución implacable contra ellos.
Terminada la guerra llegaría el viaje a Roma donde, vestido
del uniforme de Ingeniería, Álvaro del Portillo habría de presentar al Papa Pio
XII en 1943 la nueva realidad eclesial del Opus Dei. Después hizo estudios
eclesiásticos y se preparó para el sacerdocio. A partir de entonces vivió para
su ministerio, ejercido fundamentalmente en Roma junto al Padre hasta 1975 en que
falleció el fundador en la sede central de la Obra. Álvaro del Portillo se
doctoró en el Angelicum; sus
servicios a la Curia Romana fueron notables.
Tres años antes de morir, en 1991, don Álvaro fue ordenado
obispo por el papa Juan Pablo II con el que tuvo una gran amistad, de hecho el
Pontífice quiso ir a orar ante el cuerpo presente de Don Álvaro en la sede
central del Opus Dei en Roma en 1994.
La fama de santidad y los favores atribuidos a la
intercesión de Don Álvaro, lo llevaron pronto al proceso de beatificación que
se sigue actualmente en la Santa Sede.
En suma, una biografía amena, bien documentada
históricamente que recuerda el dicho del libro de los Proverbios: Vir fidelis multum laudabitur. El varón
fiel será alabado.
El autor de la biografía, Javier Medina bayo (Vizcaya, 1950),
es doctor en Ciencias de la Educación y licenciado en Filosofía, por la
Universidad de Navarra. Se trasladó a Roma en 1970 y se hizo sacerdote en 1975.
Allí trató al fundador de la Obra y a monseñor Álvaro de Portillo hasta su
fallecimiento en 1994.
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