Julia Sáez-Angulo
Los
calificativos se quedan pronto obsoletos. Carlos Oroza no es poeta maldito, ni
beat, ni de la calle… sí poeta oral mítico en los años 60 y 70, cuando frecuentaba el Café Gijón de Madrid, y
oculto o escondido en Galicia desde que dejó la capital de España. Ahora lo
hemos visto y escuchado en un recital
que coronó la clausura del Congreso de Arte Político en el Museo Reina Sofía de
Arte Contemporáneo, organizado por la Asociación Española. AECA. Tomás
presidente de AECA dijo de Oroza, que era un hombre de libertad y dignidad.
Su alta
figura, discreción y porte distinguido, atraía los flashes de fotógrafos y
asistentes al recital en el templo del arte contemporáneo en Madrid, donde hubo
cierto performance cuando se puso un video y Oroza hacía dúo con la voz de la pantalla. El poeta aprende y
retiene los versos de sus poemas, porque su prioridad es la poesía oral.
Su
recital incluyó el largo poema en el que invoca a Edgard Alan Poe, uno de sus
admirados escritores.
Carlos
Oroza (Viveiro, Lugo, 1923) vive actualmente en Vigo porque se le ve pasear y
recitar por sus cales. La ciudad lo ha galardonado con el título de “vigués
distinguido”. Su editor, Javier Romero lo cuida y protege hasta donde el vate
se deja. Romero, director de la editorial Elvira, recopiló la obra del
poeta nonagenario en el libro Evame.
Entre
las poemarios publicados por Carlos Oroza se encuentran: Eléncar (1974); Crónica,
Cabalum, 1980; En el monte hay un mar que es más alto que el cielo ( 1976). La
Diputación de Pontevedra la reeditó en 2005);
Alicia, Malú (1985); Una porción de
tierra gris del norte (1996); La
llama prestada (1998) y Un sentimiento ingrávido recorre el ambiente
(2006). Oroza no está particulamente interesado por los libros, a los que llama "cementerio de los versos", pues prefiere las actuaciones y representaciones orales de los poemas.
Évame (2012), en la editorial Elvira, ha sido el último libro de Carlos Oroza,
la revisión de toda su obra. “Yo nací con la fatalidad de la poesía”, le gusta
repetir al autor, que se confiesa apátrida y de todo el mundo de los hombres.
El
escritor Manuel Rivas dijo de él: "Carlos Oroza, poeta mágico, gallego,
único y genial, es sin duda el mejor rapsoda que existe en Europa. Sus
recitales a mitad de la década del sesenta eran tan imponentes que, al
finalizar su intervención, salía del escenario como un torero, a hombros de los
estudiantes. Posee un lenguaje de una originalidad sin medida, el carisma del
océano. Oroza es como una ola gigante, profunda y azul, de consecuencias
imprevisibles, donde puedes naufragar para siempre o ser arrojado a las playas
más dulces del globo".
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