miércoles, 18 de marzo de 2015

“EL GUSTO MODERNO. ART DÉCO EN PARÍS, 1910-1935” EN LA FUNDACIÓN JUAN MARCH





L.M.A.

La exposición El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935, que se podrá ver en Madrid, en la sede de  la Fundación Juan March (www.march.es, Facebook, @fundacionmarch, +fundacionmarch), entre el 26 de marzo y el 28 de junio, quiere ofrecer la oportunidad de conocer, juzgar y disfrutar del que ha sido llamado “el último estilo total” de la historia: el difícilmente definible art déco. Ésta es la primera muestra que se le dedica en España y también la primera en celebrarse fuera de un museo generalista o de artes decorativas, en una institución con un programa de exposiciones centrado fundamentalmente en el arte moderno.

La muestra no es –y al mismo tiempo sí es– una exposición “de” artes decorativas. Cuenta con sobresalientes ejemplos de piezas adscribibles a aquellas, pero ha sido muy precisamente concebida y desarrollada en abierto desafío a la ya tradicional separación –tan estricta como demasiado fácil para ser verdadera– entre las bellas artes y las artes decorativas o aplicadas, típica de nuestra conciencia estética contemporánea, musealizada y moderna en el estricto sentido histórico de esta palabra. La exposición quiere cuestionar la casi total ausencia del art déco en la historia del arte moderno, en sus manuales y también en la práctica curatorial y vindicar –tal y como ha ocurrido en algunos casos ejemplares a partir del revival déco que se produjo a partir de los años setenta– no solo la obvia belleza del art déco, sino el interés y la complejidad cultural y artística de su peculiar carácter moderno.

Lo que conocemos como art déco fue un estilo alternativo a la vanguardia: significó una modernidad más pragmática y ornamental que utópica y funcionalista y acabó convirtiéndose en el gran estilo del deseo y el gusto modernos, tan característicos de las sociedades occidentales y del capitalismo de las primeras décadas siglo XX.



             El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935 se organiza en ocho secciones, cronológicas y temáticas, a través de las que se narra un fenómeno tan fascinante como poco conocido. Con más de trescientas cincuenta piezas de pintura, escultura, mobiliario, moda, joyería, perfumería, cine, arquitectura, vidrio, cerámica, laca y orfebrería, además de tejidos, encuadernaciones, fotografías, dibujos, planos, maquetas, carteles publicitarios y revistas, la exposición combina reconstrucciones y recreaciones que testimonian el gusto moderno y el aire de un tiempo tan difícil de captar como presente en nuestra cultura contemporánea.

Buena parte de las obras seleccionadas, procedentes de más de cincuenta colecciones públicas y privadas de Europa y Estados Unidos, se caracterizan por dos notas: muchas de ellas son obras valiosas y poco conocidas, pero de autores célebres; otras son igualmente valiosas, pero de autores desconocidos para el gran público. Son 122 artistas, artistas-decoradores, diseñadores, couturiers, interioristas, arquitectos, artesanos o ensembliers a través de cuyas obras se articula un relato expositivo que busca los orígenes del art déco en el París de la primera década del siglo XX, revisa el cubismo como una de sus fuentes y ofrece una panorámica del lujo y la funcionalidad de los interiores franceses de los años veinte. La muestra recorre después la Exposición Internacional de Artes Decorativas e Industriales Modernas de París en 1925 y presenta una cuidada selección de objetos resultantes de los procesos de seducción para el consumo y creación de nuevos hábitos sentimentales, corporales e intelectuales que el art déco ejerció sobre la moda, la perfumería, los complementos y los objetos decorativos durante los años veinte y treinta.
          
           El gusto moderno. Art déco en París, 1910-1935 se demora también en la presencia de lo exótico en el art déco –centrada en la Exposición Colonial de 1931 en París– y llega hasta mediados de los años treinta, cuando la peculiar modernidad del art déco se reúne y se mezcla con aquellas nuevas formas –las de Charlotte Perriand, Le Corbusier o Eileen Grey– habitualmente identificadas con la modernidad, de cuya historia el art decó, curiosa e injustamente, parece casi no haber formado parte.



CATÁLOGO

La muestra está acompañada de un catálogo (en dos ediciones, castellano e inglés) que ofrece una exhaustiva introducción al art déco, así como la descripción y reproducción de todas las obras en exposición. Reúne un significativo conjunto de ensayos y textos que componen una visión del art déco al mismo tiempo amplia y detallada, que proporcionará a los lectores una completa introducción a nuestro tema. El proyecto ha contado con el profesor Tim Benton como comisario invitado y con la colaboración de Ghislaine Wood como asesora especial: ambos fueron responsables de la exposición Art Déco, 1910-1939, celebrada en el Victoria and Albert Museum en 2003. Los ensayos fuertemente interpretativos de Benton -convocado por la Fundación Juan March a la vista no sólo de su conocimiento del tema, sino sobre todo de su aproximación a él desde el conocimiento de la modernidad y sus figuras, singularmente la de Le Corbusier-, José Miguel Marinas y Tag Gronberg se combinan con los acercamientos en detalle de Emmanuel Bréon, Ghislaine Wood, Évelyne Possémé, Hélène Andrieux, Agnès Callu, Carole Aurouet y -para el peculiar caso español- Francisco Javier Pérez Rojas.

En el catálogo se encuentra también, junto a la pormenorizada catalogación de todas las piezas, un amplio abanico de ilustraciones -casi un millar-, muchas de ellas reveladoras de un art déco sorpresivo: un art déco oculto, desconocido, no vulgarizado y de una sofisticada calidad: un arte que deseaba, en muchos casos, difundirse hasta democratizar y universalizar lo que hoy se puede llamar con precisión “el gusto moderno”.


UNIVERSO DÉCO
En paralelo, conferencia
y concierto inaugural, ciclo de
conferencias y de cine

El jueves 26 de marzo se ofrece un concierto inaugural, Mélodie déco, en el que la soprano Laia Falcón y la pianista Carmen Martínez Pierret interpretan un programa de canto y música con obras de Francis Poulenc, Maurice Ravel, Mischa Spoliansky, Eric Satie, Maurice Yvain, Ernesto Halffter, Alberto Ginastera y Kurt Weill. Previamente, Tim Benton, comisario invitado dará la conferencia inaugural.

A lo largo del mes de abril, coincidiendo con las primeras semanas de exhibición de esta exposición, que podrá verse en Madrid, en la sede de la Fundación Juan March, hasta  el 28 de junio, se ha programado un ciclo de tres conferencias y dos películas que giran en torno al Universo déco.

*Jueves 9 de abril: Román Gubern: Art déco en el cine

Reaccionando contra el modernismo floreal, curvilíneo y recargado, o Art Nouveau de la belle époque, anterior a la Primera Guerra Mundial, el art déco ascendió como una escenografía de la modernidad más estilizada, en compañía del jazz, de las flappers faldicortas, de los primeros automóviles de carreras, del constructivismo soviético y del dinamismo propio de los años veinte. Su nacimiento oficial tuvo lugar en París, con motivo de la Exposición Internacional de las Artes Decorativas e Industriales Modernas (abril-octubre de 1925), para la que el arquitecto Robert Mallet-Stevens, que llegaría a ser en 1929 el primer presidente de la Unión de Artistas Modernos, realizó el Pabellón de Turismo. Como apóstol de la modernidad art déco, a Mallet-Stevens le interesó el cine y resultarían ejemplares sus colaboraciones con el director francés Marcel L´Herbier en sus filmes La inhumana (1924) y El vértigo (1926), que causaron asombro en su tiempo. Para dar una idea de la sofisticación escenográfica del primero de ellos recordemos que Mallet-Stevens se ocupó de los decorados en exteriores, pero el pintor cubista Fernand Léger realizó los laboratorios, Pierre Chéreau se ocupó del mobiliario, los objetos decorativos fueron una aportación de Lalique, Puigforcat y Jean Luce, las joyas procedían de Raymond Templier y el vestuario de Paul Poiret.

Una insólita conjunción de talentos para erigir unos entornos escénicos basados en la división del trabajo y que daban la razón al pintor Charles Dufresne cuando afirmó que “el arte de 1900 perteneció al ámbito de la fantasía, el de 1925 al de la era de la razón”. Los materiales predilectos de la nueva estética fueron el acero, el vidrio, la cerámica, las maderas nobles y el marfil. Y su canon la elegancia geométrica basada en la simplicidad. Y sus entornos se emparentaban, de algún modo, al futurismo, al cubismo, a la música de Igor Stravinsky y a la estilizada figura de Josephine Baker, que triunfaba en todos los escenarios. Los estudios de Hollywood, atentos a las modas estéticas europeas, hacían que sus técnicos estudiasen con atención aquellas películas innovadoras que llegaban de Europa, aunque luego no se estrenaran en sus salas públicas.



Y así el art déco llegó a los estudios de la capital del cine, en las escenografías que representaban hoteles de lujo, pisos de millonarios o en los números corales de sus revistas musicales, mientras en Chicago y en Nueva York se alzaban ya elegantes rascacielos hechos de acero y cristal, como exigía Mies van der Rohe. La irrupción del art déco en el cine coincide con su madurez como arte sofisticado, en los felices veinte, que se truncarán al final de la década con la Gran Depresión. Pero antes su irradiación habrá llegado hasta la Italia fascista con sus films llamados “de teléfonos blancos”, cuya acción se ubicaba en lujosos ambientes burgueses que albergaban enredos amorosos, y hasta en algunas comedias españolas realizadas en vísperas de la Guerra Civil. Al fin y al cabo, el art déco, de matriz parisina, se había convertido por entonces en un estilo internacional y en un canon de elegancia estética de carácter universal.

Román Gubern es catedrático emérito de
Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma
de Barcelona y ha escogido las dos películas que se proyectan
 en este ciclo.


*Martes 14 de abril: Estrella de Diego: Vestirse de déco

      En 1925 se inauguraba en París la gran Exposición Internacional de las Artes Decorativas donde se mostraban, entre otras, las creaciones de Sonia Delaunay o Rodchenko, desde lo más imaginativo a lo más funcional. Se trataba de un  momento esencial en el lanzamiento y visibilización del llamado art déco, dado que la idea esencial era preparar productos sofisticados, a menudo de alta gama, producidos en serie, como ocurría con la alianza de la propia Delaunay con Mertz & Co, los almacenes holandeses que decidían manufacturar sus diseños.
       En este contexto la moda iba a tener un papel esencial, sobre todo entre esas “Nuevas mujeres” que, más libres y más conscientes de su papel en el mundo, buscaban también nuevas maneras de representarse. De hecho, esas mujeres aspiraban a vestirse a la moda, una moda que poco o nada tenía que ver con las estrictas reglas de sus madres y sus abuelas. Se trataba de una moda libre e imaginativa, a veces inspirada en lo exótico, los Ballets rusos o los movimientos de vanguardia. Esas producciones, inscritas de lleno en el espíritu déco, serán las que revolucionan a su vez la propia puesta en escena de las “Nuevas mujeres” que deciden vestirse de déco. Vestirse, pues, de modernidad. Llenar sus casas y sus vidas de ese nuevo espíritu que tiene mucho de artístico.
         Me voy a centrar, por tanto, en los cambios en la estética de la moda y el consumo y sus relaciones con las “Nuevas Mujeres”, de pelo “a lo garçon” y trajes tubo, así como sus nuevas estrategias de representación, haciendo un recorrido que incluirá grandes diseñadoras como Schiaparelli o la propia Sonia Delaunay.
Estrella de Diego es catedrática de Arte Contemporáneo de la Universidad Complutense de Madrid

*Jueves 16 de abril: Juan Manuel Bonet: Atlas déco
              Me propongo plantear un viaje planetario por el art déco. Movimiento cuyo epicentro se sitúa en el París de 1925, y concretamente en su Exposition Internationale des Arts Décoratifs, el déco cristaliza entonces, en la propia Francia, en una serie de realizaciones arquitectónicas, plásticas y gráficas, siendo asimismo de destacar lo hecho en el campo del mobiliario, de la vidriera, de los tejidos o del tapiz. Son los años de Louis Barillet, de Cassandre, de Da Silva Bruhns, de Sonia Delaunay, de Jean Dupas, de Elena Ízcue, de Pierre Legrain, de Tamara de Lempicka, de Robert Mallet-Stevens, de los hermanos Martel, de Jean-Charles Moreux, de Georges-Henri Pingusson, de François Pompon, de Michel Roux-Spitz… En ese París triunfan ilustradores españoles como Eduardo García Benito, Carlos Sáenz de Tejada, o Tono. Durante el período de entreguerras el déco francés es pujante y muy visible, tanto en el campo de la arquitectura civil -oficializándose en el conjunto de edificios del cual se dota París cuando la Exposición de 1937, varios de ellos ubicados en la colina de Chaillot- como en el de la religiosa, sin olvidar el microcosmos que representan los grandes paquebotes. Paul Morand sería un ejemplo de literatura déco.
            En los Estados Unidos, el déco se hace "stream line", tanto en Nueva York -recordemos el Rockefeller Center- o Chicago, como en Miami o en la Costa Oeste. La expansión internacional del déco se documenta mediante un recorrido por algunas de sus capitales, y así a las ya citadas vienen a sumarse, en Europa, Madrid -con obras tan emblemáticas como los cine Barceló y Europa de Luis Gutiérrez Soto, o el edificio Capitol, de Eced y Martínez Feduchi-, Barcelona, San Sebastián o Valencia -aunque se aludirá también a lugares más periféricos, como Alicante, Almería o Pamplona-, Londres y otras británicas, Berlín y otras alemanas, Roma y Milán, Lisboa y Oporto, o Bucarest; en África, Tánger, Casablanca, Dakar o Asmara; en Asia, Ankara, Shanghái o Hanói; en Latinoamérica, México, La Habana, Buenos Aires, Montevideo, São Paulo, Río de Janeiro…
Juan Manuel Bonet es escritor y crítico de arte. Dirige el Instituto Cervantes de París y ha sido director del IVAM y del Museo Reina Sofía

CINE

Martes 21: Metrópolis (1926), de Fritz Lang
Jueves 23: Salomé (1923), de Charles Bryant
Ambas películas presentadas por el guionista y director de cine Antonio Giménez-Rico

El coordinador de este ciclo, Román Gubern, argumenta así sobre la presencia del art déco en las dos películas elegidas: “Aunque el art déco fue un movimiento de origen francés y en su cine produjo obras maestras en el plano escenográfico, pronto fue adoptado en otros países.

Uno de los ejemplos lo ofreció la actriz y productora Alla Nazimova, actriz y bailarina de origen ruso y educada en Suiza. De su colaboración con la diseñadora Natacha Rambova, nació el film estadounidense Salomé (1923), basada en el drama homónimo de Oscar Wilde y que dirigió Charles Bryant.

Muy distinto fue el caso de Metrópolis (1926) del vienés Fritz Lang, que ha sido justamente catalogada como expresionista, pues ese es el estilo de sus escenarios más sombríos, como los que muestran las penosas tareas de los obreros en sus catacumbas. Pero resulta muy notable constatar que cuando el director muestra la vida de las clases altas, sus ocios y sus moradas, el estilo elegido está fuertemente contaminado por el art déco, que se había convertido por entonces en Europa en un estilo internacional que connotaba modernidad y buen gusto. Como en el caso de Salomé, no puede afirmarse que Metrópolis sea un film ortodoxamente adscrito a la escuela del art déco, pero es evidente que sus efluvios impregnan las imágenes en las que se mueve su clase dirigente. De manera que, como ha ocurrido con otros estilos escenográficos del siglo XX, la irradiación francesa del art déco conoció versiones dialectales localistas en otras cinematografías, incluso muy distantes de su epicentro.


El gusto moderno.
Art déco en París, 1910-1935
26 de marzo – 28 de junio 2015
FUNDACIÓN JUAN MARCH
Madrid



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