Julia Sáez-Angulo
La
escritura es un arte y un oficio, que se aprende, que se puede aprenden y que
fructifica mejor en aquellos que tienen dotes de entrada y se aprestan a una
continua práctica y mejora. Este es el punto de partida del Taller de Escritura
Creativa Boadilla Troquel, dirigido por la escritora Carmen de Silva en los
espacios del Ayuntamiento de Boadilla del Monte (Madrid).
Hay dos
clases de escritores dijo Juan Goytsolo en su discurso de recepción del Premio
Cervantes, dotado con ciento veinticinco mil euros: unos los que buscan
promoción y carrera y, otros, los que se empeñan en escribir y seguir
investigando e indagando para hacerlo cada día mejor.
Escribir
bien es un arte y un oficio que no se acaba nunca, por eso, Mario Vargas Llosa
y Juan Goytisolo hablan del escribidor, aquel que insiste atento camino de la
perfección, aunque sepa que no la logrará nunca y que serán otros testigos los
que continúen en esa indagación infinita de la palabra, de la lengua. Y después, corregir, corregir, tachar y corregir de nuevo, dejar reposar la escritura y enfrentarse a ella al cabo de unas semanas como un lector ajeno. Asé se da brillo y esplendor a la palabra.
La
escritura como la danza o el violín, requiere entrenamiento diario. Nulla dies sine línea, decían los
clásicos. Ni un solo día sin escribir una línea, para acabar como el Tostao,
ese personaje de la catedral de Cuenca de quien se decía que no pasaba un solo
día sin haber escrito la página de un libro.
Carmen
de Silva estimula y motiva a sus alumnos del Taller de Escritura Creativa para
practicar distintos géneros o más bien recrear diferentes temas, aunque esto
último sea lo secundario. Un viaje en metro puede ser más apasionante si está
bien narrado, que otro a Nepal.
Liria
Lamiel, Concepción Sánchez, Marta López, Gema Martín-Romo, José L. León, Leonor
Roca, Gloria Bermejo, Rafael Urías y Miguel Ángel Sánchez, son los autores de
los relatos publicados en Filigranas.
En
la Literatura hay soles, lunas y estrellas, cada cual brilla con su propia luz,
pero como decía el premio Nobel Gabriel García Márquez, el mundo de cada cual
es intransferible, por eso cada uno debe escribir de él y como él, sin
compararse con nadie, aunque haya que leer, eso sí, a los maestros. La lectura será
siempre semilla de buenos escritores.
Muy bonito, Julia. Besos, Trinidad Romero.
ResponderEliminarGracias, Julia, la diligencia es una de las muchas virtudes que te adornan. Carmen de Silva
ResponderEliminar