martes, 3 de noviembre de 2015

Vicente Verdú, entre la Pintura, la Sociología y el Periodismo


   
     Vicente Verdú



Julia Sáez-Angulo

         Vicente Verdú, se doctoró en Ciencias Sociales por la Universidad de la Sorbona y es miembro de la Fundación Nieman de la Universidad de Harvard. Escribe regularmente en El País, diario en el que ha ocupado los puestos de jefe de Opinión y jefe de Cultura.
         Entre su veintena de libros se encuentran El planeta americano (Premio Anagrama de Ensayo, 1996)  Señoras y señores (Premio Espasa de Ensayo, 1998) y La hoguera del capital (Premio Temas de Hoy, 2012) Su último libro ha sido Enseres Domésticos (Anagrama 2014). Ha obtenidos premios nacionales de periodismo como el Miguel Delibes, Julio Camba y González Ruano.
         Como pintor, ha realizado en los últimos diez años, unas 54 exposiciones, 28 individuales, en España, en Bélgica, en Suiza, en Italia, en Estados Unidos o en China. Entre los compradores de sus cuadros se encuentran varios catedráticos de universidad, una directora del IVAM, Adolfo Domínguez, Gregorio Marañón y arquitectos como el académico de Bellas Artes Luis Fernández Galiano y  Norman Foster.

Su pintura se decanta por la abstracción colorista, ordenada en campos parcelados de manchas y líneas rectas o gestuales que llevan a ritmos poéticos insospechados. A veces juega con los monocromos y llega hasta los nocturnos. Últimamente está dejando ciertos espacios en blanco, para resaltar el soporte y el acto o gesto de pintar. Dice trabajar con buenos soportes y mejores pigmentos. La pintura sobre lienzo, cartón o papel lo agradece.



Cuadrícula 4, pintura de Verdú


         ¿Cuál es la definición de arte que le gusta más?
         -Aquella que lo considera una forma exclusiva  de expresión y de conocimiento. Una entrega de comunicación incomparable a las demás. A las demás que no sean, en buena medida, la poesía

         ¿Por qué eligió la pintura como género?
         -He escrito más que he pintado. He publicado unos treinta libros y no he pintado sino unos mil cuadros. Pero, en general, he sido siempre muchas cosas a la vez. Para bien o para mal me ha interesado desde la economía (obtuve el doctorado en la Sorbona) hasta el periodismo (desde 1981 trabajando en El País y desde 1967 ejerciendo la profesión) y todas las Artes, especialmente las plásticas. Sin embargo, el mero interés no lo es todo. Lo principal en mi autoconsideración es la curiosidad que me ha permitido ser tanto un dilettante como un apasionado “excursionista” cultural.

         -¿Los colores responden a la música o a los sentimientos…?
         -Kandinsky pintaba música. Poseía esa parestesia casi mágica que hace ver colores en los sonidos. Yo no me pongo nunca música cuando pinto. Pinto en el silencio del estudio con la música en mi interior puesto que unos encuentran la melodía en y los colores.
         Los sentimientos influyen poderosamente en el trabajo de un artista. La emoción actúa como una sustancia esencial o materia primitiva, sustanciosa y rica. Toda emoción, al concentrarse, impulsa a escribir o a pintar gozosamente. Luego, tras el primer  estímulo lo emotivo va completándose, corrigiéndose y enriqueciendo con la experiencia de la realización, cualquiera que sea. La pintura, sin embargo, me resulta mucho más pasional y directa. La pasión por la pintura se corresponde con la pasión que la pintura requiere  para hacerse real. Tanto la escritura como la pintura necesitan del artista para existir, pero se diría que el cuadro posee mayor autonomía y se contempla, al fin, como una suerte de revelación que hubiera existido antes. También sucede en la poesía (no en la prosa).  Y para mí esta es la gran atracción, diversión y encanto de ambas.

         -¿Qué pintores le interesan de hoy y de la Historia del Arte?
         -La generación de Miguel Angel Campano, Albacete o Navarro Baldeweg ha sido la que he preferido entre los españoles más recientes. Me gustaba mucho Ràfols Casamada y tuve la fortuna de hablar con él. Tuve entonces hace muchos años, la inclinación a pintar así pero la rechacé pronto porque odio los parecidos, como también –aún más- el plagio de mí mismo. He admirado a Bonnard, Manet, Brake, Kandinsky, Picasso y Cy Twombly como compañeros de trabajo. He quedado patididifuso con Tiziano y anonadado por Velázquez.  A Goya lo siento más distante y habiéndolo querido entender repetidamente, siempre he concluido que no se pueden identificar talantes distintos.

         -¿Qué museo de arte contemporáneo le ha impactado más?
         -Tanto el MoMA como el Pompidou en sus colecciones permanentes me alegran siempre la vida. Y naturalmente El Prado y el Hermitage en otra clase de sensaciones Es muy hermoso el Museo de Bellas Artes de Bilbao y sorprendente la selecta riqueza del Fine Arts de Filadelfia, donde viví unos años-

         -¿Qué libro de arte recomendaría?
         -Aprendí mucho de Gombrich, Rosenberg, Danton, Argan en general y, en España, de Santiago Amón y de Francisco Calvo Serraller. Si debo escoger un libro que recientemente me haya parecido original es Le paradigme de l´art contemporain (Gallimard, 2014) de Natahlie Heinich. 



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