domingo, 2 de abril de 2017

José Ignacio Calleja: Las personas invisibles y olvidadas de la misericordia






Por José Ignacio Trueba
Dentro del ciclo de conferencias “El último martes con los primeros”, programadas por la Parroquia Madre del Dolor y el Colegio Fundación Caldeiro, en este último martes del mes de marzo la conferencia ha estado a cargo del profesor José Ignacio Calleja, quien nos ha ayudado en la reflexión sobre el tema: “Las personas invisibles y olvidadas de la misericordia. Una reflexión en cristiano”.
El profesor José Ignacio Calleja es sacerdote de la Diócesis de Vitoria-Gazteiz. En esta Diócesis ha sido Decano de la Facultad de Teología entre 1997 y 2003 y en la actualidad Profesor de Moral Social. Es miembro de Justicia y Paz, director de la revista de Teología LUMEN y colaborador ocasional de numerosas revistas de esta misma materia. Participa con regularidad en la sección de Opinión del diario El Correo, en el País Vasco y compagina su labor académica con su acción pastoral atendiendo, desde 1987, tres pequeñas parroquias rurales.
El conferenciante partió de un análisis de la realidad cuestionándose sobre si en este tiempo de crisis hemos atendido a todos los que podíamos. Si sigue habiendo grupos invisibles en nuestro mundo. Fundamenta el planteamiento del tema en algunos textos bíblicos: La multiplicación de los panes y los peces: Dicen los discípulos: “Maestro no tiene qué comer. Mándalos a casa. Contesta Jesús: ¡Dadles vosotros de comer!”. Toda la Escritura se sustenta en dos preguntas: “¿Quién es mi prójimo?” (Parábola del buen samaritano) ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano? (Interpelación de Caín a Dios).
En el análisis de la sociedad la pregunta sobre “los últimos” debe entrar desde el principio no como conclusión, pues de lo contrario el análisis es muy sesgado. La Ética cristiana no resuelve todos los problemas ella sola. Ha de “trenzarse” con otros saberes, otras personas, otras búsquedas. No lo sabe todo, pero sí sabe desde quienes entenderlo: desde los más pobres, los más débiles, los olvidados. Y todo ello desde la justicia. Desde los pequeños se atiende a todos.
Recalca cómo los cristianos para estar en común en un trabajo social de misericordia no tenemos que compartir necesariamente la misma visión de la realidad, la misma visión política. Hay legítima diversidad. Lo que sí tendríamos en común es en ver la realidad desde los pequeños. Para ello es necesario objetivar, analizar, cuidar el análisis, transformar la realidad en justicia.
Analiza posteriormente la relación entre justicia y misericordia. No van en paralelo, ni comienza una donde acaba la otra. No ha de sustituir la caridad a la justicia. Son dos realidades que se cosen juntas. La caridad alcanza en la justicia su primera meta. Nadie da en caridad lo que debe en justicia. Se suman en una unidad en la que las dos quedan enriquecidas. ¿Qué aporta la caridad a la justicia? La impulsa, la anima, la inspira y la exige. La prolonga añadiendo el perdón, gratuidad, afecto, compañía, reconciliación. Hay momentos en que la caridad sustituirá a la justicia pues esta no llega a todos los problemas. En esos momentos la caridad tendrá que denunciar la situación.
Habla del riesgo de definirnos como personas que no siguen una ideología sino evangelio. El cristiano ha de tener su ideología, pero estas no han de ser lo absoluto, siempre ha de haber una posibilidad de crítica de esa ideología desde el evangelio. Y habla, también, del riesgo de decir que los cristianos hacemos caridad y no política. Desde la caridad hemos de juzgar las medidas políticas para que la justicia sea cada vez más justa.
Cuando hablamos de la misericordia y la justicia en nuestro tiempo de crisis, descubriremos que la crisis no es solamente económica, sino que se da también una crisis de valores en la sociedad. Hemos de empeñarnos en recuperar los valores de nuestra sociedad: la honestidad, la verdad, la obediencia, respeto… Pero, además de la crisis de valores, se da, sobre todo, una crisis social, es decir, de estructuras: la codicia, el egoísmo, la usura, el hedonismo, el relativismo…, lo ha ocupado todo.
Se centra después en como muchos de los análisis que se hacen sobre los colectivos más necesitados se centran más bien en la cronificación de la debilidad, de la precariedad. Estas entidades proponen más política que misericordia.
Hace finalmente un recuento de grupos especialmente vulnerables hoy en día y para un futuro inmediato: familias en las que concurre un fuerte riesgo de desestructuración con problemas económicos, malos tratos, alcohol, coincidiendo además fracaso escolar en los hijos y no hay recurso. Familias monoparentales. Inmigrantes sin red de apoyo. Los hijos de familias de inmigrantes que no se relacionan y se convierten en guetos. Inmigrantes en situación irregular, sin posibilidad de trabajo ni empadronamiento. Presos. Prostitución. Personas mayores sin pensión o pensiones mínimas. Personas en paro. Transeúntes sin techo. Toxicómanos. Los que piden en las puertas de supermercados o Iglesias…
Ante todas estas realidades el empeño es de misericordia, de generosidad, de gratuidad, de caridad… pero sobre todo es de las leyes que han de dar respuesta a estos problemas:
·       La intervención tiene que ver con la Renta de Garantía de inserción en familias al límite.
·       Políticas que ayuden a las familias en sus gastos.
·       Rescate de los parados de más de dos años.
·       Revocar la legislación laboral en su última reforma, cosa que no es fácil en sí misma.
·       Política de trabajo. Sin trabajo no hay liberación de la persona, no se sale de la pobreza.
·       Regularización de las situaciones de las personas que están en situación irregular.
Conclusión: Por la misericordia a la justicia y por la justicia a la misericordia. Los mínimos nos los dará nuestra condición humana y los máximos nos los dará la perfección cristiana. Acabó el acto con un tiempo abierto a las preguntas que los asistentes quisieron hacer al ponente. Resaltaría finalmente la cercanía, sencillez y claridad de ideas la exposición, no dogmatizando en ninguno de los puntos y abriéndose siempre a otras posibles interpretaciones.

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