martes, 18 de julio de 2017

María Antonia García de León, PREMIO INTERNACIONAL DE LITERATURA “VIRGINIA WOOLF” 2017


            
Antonieta G de León



L.M.A.

El Premio Internacional de Literatura “Virginia Woolf” se crea en 2017 por el Grupo Editorial Sial Pigmalión, coincidiendo con el vigésimo aniversario de la fundación del grupo, para premiar a autoras que hayan destacado como poetas, narradoras o ensayistas.
            Un jurado prestigioso propondrá cada año a autoras de todo el mundo que se hayan distinguido en diferentes géneros literarios, y otorgará este galardón, que reivindica la figura de la novelista, ensayista, cuentista, editora y feminista británica. Sin duda alguna, una excelente novelista lírica y una de las más destacadas autoras del modernismo literario del siglo XX.
            Se publicará una obra representativa de la autora premiada.
            El jurado de esta primera convocatoria del premio ha estado formado por M.ª Carmen Azaústre Serrano, M.ª Pilar Cavero, Fernando Donaire, Fermín Fernández Belloso, José Manuel Lucía Megías, José María Paz Gago y Basilio Rodríguez Cañada concede por unanimidad este galardón a D.ª María Antonia García de León, por su libro No hay señal y el conjunto de su obra.
                                                                                            Madrid, 12 de julio de 2017

 María Antonia García de León Profesora de Sociología (Universidad Complutense de Madrid), escritora y poeta.
Desde la Sociología, ha escrito numerosos ensayos sobre Género y Poder, específicamente sobre las mujeres élites profesionales. Algunos títulos: Élites discriminadas, Rebeldes ilustradas, Las académicas, Herederas y heridas, Cabeza moderna/Corazón patriarcal. 
Ha publicado nueve libros de poemas: Poemas al ritmo de las estaciones, de los días y del amor (2011), A trescientos kilómetros por hora  (2012) y Per Se (2013), Resplandece el Jardín de la Malinche (2014), Arrebato (2015), El Yo Conquistado (2016), Desde mi Torre de Adobe en La Habana (2016) y Cernuda, el pájaro pardo, la guacamaya, mi abuela Umbelina y yo (2016), Casa de Fieras (2017).
Ha participado en numerosas antologías y ha obtenido diversos premios. Sus poemas han sido traducidos al inglés. 
Miembro de la directiva del Pen Club español.
http://mariaantoniagarciadeleon.blogspot.com


No hay señal
   Los inicios de este siglo XXI nos han regalado la voz poética de M.ª Antonia García de León. Voz antes derramada en las aulas y en las investigaciones académicas en las que ha trabajado sobre feminismo, género y poder y entre las que destacan sus obras Élites discriminadas (1994), Herederas y heridas (2002), Rebeldes ilustradas (2008), Cabeza moderna, corazón patriarcal (2012), entre otras. A estas, se suman sus ensayos sobre cine y cultura visual.
A este interesante y profundo poemario, No hay señal, le preceden Poemas al ritmo de las estaciones, de los días y del amor (2011), A trescientos kilómetros por hora (2012), Per se (2013), Resplandece el Jardín de la Malinche (2014), Arrebato (2015), El yo conquistado (2016), Desde mi Torre de Adobe en La Habana (2016), Casa de fieras (2017), etc.
No hay señal está estructurado en torno a tres voces: A lo mundano/a lo divino, La escritura del yo, Biográficas y una conclusión, Breverías.
Dentro del poemario estas voces nos remiten a espacios diversos que conviven estrechamente unidos con palabras de mujer. Unas palabras que se entrecruzan en un vehemente deseo de filmar lo que constituye esencia de vida. Sí, porque M.ª Antonia nos ofrece esos poemas de la experiencia, una experiencia que se hace cinematográfica, que casi podemos tocar y oler con nuestros sentidos.
Existe una primera voz que se quiebra y se derrama en catarata impetuosa por los muros de la historia, arrastrando vida, el tiempo que pasa, el misterio, la luz perdida y el absurdo trabajo de la tarea inacabada, el barrido azul de las flores del jacarandá sobre las aceras que las reciben uno y otro día.
Como río que se desborda, a veces rujo —y ese dolor del absurdo, de lo inexplicable ahonda la pena, porque… en el corazón las cosas de los hombres.
Una mujer hecha de soledad, de amor, de tiempo (…) llora por este ir y venir de los hombres.
Un dolor que se ahonda en un silencio, el silencio de Dios, en una mirada a la vida, volcán de eros y rebeldía, de puertas cerradas a la presencia que lo invade todo y que hoy presiente como resplandor. La nieve limpia la noche / acalla el mal y surge al alba la presencia de la naturaleza que amanece en una fresca y colorida secuencia de armonía y música. Es el instante del paso presentido, del paso divino ya intuido en la voz del poeta Oh bosques y espesuras/plantadas por la mano del Amado y ella entiende su voz que no es el sonido del río, no es el sonido del agua, no es el sonido de la tarde, acaso es el sonido de Dios que pasa por el alba.
Y, junto a esta armonía de silencio y luz, el estrépito abrasante de un agosto enloquecedor, Tiempos de hordas, tiempos de masas / Hidras maléficas multiplicadas, / comen y chillan, plástico y ruido ( ) vértigo plegado y oscuro al que se opone un islote de diferencia, lleno de entrega. Después, el vacío estrepitoso de la ciudad y una soledad poblada de muchedumbres, de poetas de la noche, Orkos, voces llenas de tristeza sin metáforas que alarmen con su luz. ¿No hay señal? 
La segunda voz se presenta como escritura del yo, como acontecimiento y medida con referencias cotidianas que remiten a estados de vida: un parte meteorológico se hace descripción del corazón, estado del tiempo / para mi delicado corazón / entre la luz y la niebla y un presentimiento lleva al poema a la sensación de algo que huye a pesar del constante cuidado; junto al almómetro, la bitácora psíquica que nos narra la irrupción de la galerna después de la templada calma.
Esta segunda voz va escribiendo su yo, un yo que se construye con sensaciones, con referentes de la vida cotidiana y que se enfrenta al desgarro de la elección que le lleva de nuevo a esa casa de fieras de su anterior poemario y que la afirma en una constatación, elegir será siempre una tragedia.
Un yo que se construye en la incisión hacia el interior y en la expresión de una metáfora, la minería, que expresa la búsqueda de lo mejor de ese material, la veta, que descubre la riqueza de sí misma en la acción que la envuelve: trabajo por el instante que todo redime / por arañar una brizna de la veta de la vida  / por ese momento me entrego, brillo / soy un rayo Arquera apunto a la diana / habito en la tensión del espíritu / sola con el uno por ciento de la humanidad.
Y el yo se va reescribiendo, se hace borrador en tiempos diferentes, ¿aquella noche, ayer, hoy?
Arenas movedizas de mi yo/continuo borrador. Un yo que sufre la tensión del arco que dispara hacia la luz y la luz le devuelve el deseo y reconocimiento de lo divino.
La tercera voz nos concreta retazos de su biografía, deseos y sentimientos de su juventud, de la historia que vivió y que la cerca: Niña Balthus ( ) no conoce el miedo, / es todo presente / todo instante / todo juego / todo aquí y ahora ( ) es el final de la infancia y junto a esta memoria el recuerdo del amor y el zarpazo de la muerte en la vida de Kennedy: Llegó al colegio la triste noticia de su asesinato ( ) siento un zarpazo de melancolía / la cuchillada de un tiempo hermoso/que se fue. Honda herida de un tiempo que no vuelve. Y la expresión de un tiempo de cine que la deja sembrada de nombres y es Pauline en la playa y Berenice en el campo y Claire, la de la bella rodilla, Yo he sido soy y seré todas las chicas de Rohmer.

Y en esta biografía no puede faltar el tiempo del amor que es un acto de valientes: ¿Quién atraviesa mis ojos? / ¿Quién entra en guaridas sospechosas / derriba muros / vuela sobre mis fronteras.

Y junto a este el tiempo de la vida, de la joven madre que pasea a su bebé por los veinte años de su vida inédita, la casa como biografía que recoge como sismógrafo las convulsiones de la tierra y previene sus movimientos:
Hoy tengo memoria de sus inicios / Una fe faraónica avienta la tierra, / grandes movimientos de hormigón y alegría, / en los intersticios, la argamasa del deseo.

Y para finalizar este paseo por la luz y la noche unas preciosas Breverías:
Agricultura del alma / Poco a poco me voy conociendo, me podo, me siembro, a veces siego / con coraje, entre las lluvias de abril / y la veloz oxidación del alma.
El poemario de M.ª Antonia García de León nos lleva a través de voces diferentes a transitar por la vida que se derrama, no exenta de noche y angustia, pero transida por la luz que el alba comunica, con un uso delicado, profundo e incisivo de la lengua.
Sí, hay señal, la de la vida que vibra y se estremece en las páginas de este bello poemario.

M.ª del Carmen Azaustre Serrano
Sevilla, 2017
  

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