domingo, 8 de abril de 2018

El almirez: El lenguaje de los gestos más poderoso que el las palabras








Julia Sáez-Angulo


            08/04/18 .- MADRID .-El lenguaje de los gestos es siempre más poderoso y elocuente que el las palabras. Eso y no otra cosa puso de manifiesto el célebre video del enfrentamiento de reina  o más bien de una reina sota de bastos contra la anciana que deseaba hacerse una foto con sus nietas. Lo más doloroso fue ver a la princesa de Asturias, Leonor, dando dos manotazos intolerables a su abuela que le echaba el brazo encima, cuando algunos dice que la preadolescente de doce años, futura aspirante a la Corona de España está muy bien educada. Es de esperar que la corrijan.
            La escena no tenía desperdició, el Rey acercándose a poner orden en las supuestas palabras y voces de Doña Letizia a su suegra que deseaba una foto afectuosa, a la que Doña Leonor, no parecía dispuesta, su madre no la centró con la mirada y Don Juan Carlos, Rey Emérito mirando la secuencia con aires de decir castizo: no me lo puedo “de” creer.

            A Doña Letizia se le ve con demasiada frecuencia el pelo de la dehesa. El cargo de reina que necesita mucho “aguantoformo”, como decía Doña Sofía a su hija Doña Elena siendo niña, cuando le reclamaba que quería irse al cumpleaños de una compañera de clase. La asturiana no lo tiene. No es tonta, pero sí mandona, en casa, en las recepciones y en el colegio de sus hijas, como para tener a todos hasta el trigémino. Y además se deja ver en público.

            Tratar de aislar a la familia celular de la familia patriarcal se considera malos tratos en los ámbitos femeninos. Las hijas del Rey son princesa e infanta de España y por tanto tendrán más obligación de imagen que otras niñas. De lo contrario, que no las saque al ámbito público, si lo que deseaba era velar su imagen.

            La diferencia entre la reina Emérita y la reina Actual es que antes el protocolo transcurría con naturalidad, ahora nunca se sabe que puede ocurrir con las indicaciones excesivas y los prontos que se sabe pueden aparecer, me contaba el presidente de una institución española. Recuerdo que en mi trabajo se recordaba que el protocolo está reglamentado, pero una vez en marcha, naturalidad.

            Lo bueno del afaire Letizia es que desplazó un poco a Pugdemont.

           




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