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Julia Sáez-Angulo
Luis González-Carvajal Santabárbara (Madrid,
1947), que acaba de entregar su ultimo libro El Credo explicado a los cristianos un poco escépticos (y a los escépticos un poco cristianos) a una editorial, es sacerdote de la Diócesis de Madrid, doctor en Teología e Ingeniero
Superior de Minas. Fue coadjutor primero y párroco después de sendas parroquias de
Madrid. También ha sido Secretario General de Cáritas Española. Desde 1982 ha
sido profesor de Teología Moral, primero en el Centro de Estudios Teológicos
«San Dámaso» (entonces no era todavía Facultad), después en el Instituto
Superior de Pastoral y, por último en la Facultad de Teología de la Universidad
Pontificia Comillas, en Madrid, donde ha sido Profesor Propio Ordinario (el
equivalente a catedrático en otras universidades), director del Departamento de
Teología Moral y director de la colección «Teología Comillas».
Desde su jubilación
en septiembre de 2012 hasta hace un par de meses, ha estado trabajando
pastoralmente en la madrileña Parroquia Ntra. Sra. del Pilar. Ahora es capellán
del monasterio de Santo Domingo el Real, fundado por el propio Santo Domingo
hace ochocientos años. Ha publicado 25 libros, algo más de 200 artículos en
revistas de teología —tanto españolas como extranjeras— y ha colaborado aproximadamente en 90 libros de autoría
colectiva.
Entre sus libros
destaca Ésta es nuestra Fe. Teología para Universitarios (Editorial Sal
Terrae, Santander, 23ª ed., 2016), del que se han vendido casi 200.000
ejemplares en castellano y ha sido traducido a seis lenguas. Algunos otros títulos
son:
- Los cristianos
en un Estado laico, Ediciones PPC,
Madrid, 2ª ed., 2009.
-
El Padrenuestro explicado con sencillez, Editorial Sal Terrae,
Santander, 2ª ed., 2010.
- Las bienaventuranzas, una contracultura que
humaniza, Editorial Sal Terrae, Santander, 3ª ed., 2017.
- El Decálogo sin naftalina. Actualidad y
vigencia de las «Diez Palabras», Ediciones Paulinas, Madrid, 2015.
- El camino hacia una vida lograda, Ediciones PPC,
Madrid, 2015.
- Luces y sombras de la cultura actual. Una guía
para moverse por la modernidad tardía, Editorial Sal Terrae, Santander,
2017.
1. ¿Cabe
pensar en una Teología de divulgación general?
No
sé si capto el sentido de la pregunta. Interpreto que quiere decir simplemente:
«¿Es
posible divulgar la Teología?».
Mi respuesta sería:
Supongo
que será posible porque la mayor parte de mis libros, y también los más
exitosos, no son los de investigación teológica, sino los de divulgación; una
divulgación seria desde luego, pero divulgación. Muchos de mis colegas emplean una jerga propia —el clericalés— que no es
la del hombre de la calle. A mí, en cambio, me resulta bastante natural
hablar y escribir «en
cristiano»
porque, si bien soy doctor en teología y durante treinta años he sido profesor
de una Facultad de Teología, el lenguaje teológico no es mi lengua materna. Soy
un ingeniero reconvertido en teólogo y cuando entré en el Seminario no me
enteraba de nada. El discurso filosófico y, más todavía, el discurso teológico
exigen una forma de razonar muy distinta de la racionalidad científico-técnica.
Necesité hacer mucho esfuerzo para traducirme a mí mismo lo que leía y
escuchaba; pero como «no
hay mal que por bien no venga»,
ese hándicap inicial ha facilitado después que mi teología la entiendan todos.
2. Últimamente
hemos tenido cuatro papas magnos. ¿Cómo valora brevemente la aportación
teológica o pastoral de cada uno de ellos?
Supongo
que —excluyendo
a Juan Pablo I, cuyo breve pontificado de 33 días no nos permitió llegar a
conocerle—
debo considerar que el primero de sus «cuatro
papas magnos»
es Pablo VI (1963-1978).
Yo
habría preferido hablar de «5
papas magnos»
y empezar por Juan XXIII, pero no quiero caer en eso de «Pregunte vd. lo que quiera, que
yo contestaré lo que me dé la gana».
Obediente, empiezo por Pablo VI. Sin duda, su principal aportación fue terminar
felizmente el Concilio Vaticano II, dado que Juan XXIII murió tras el primer
período de sesiones.
Juan
Pablo II comenzó en 1978 el que acabó convirtiéndose en el segundo pontificado
más largo de la historia (26 años y medio). Yo valoro especialmente su
capacidad de liderazgo, su magisterio social y el importante papel jugado en la
caída de los regímenes comunistas de la Europa del Este. Lo más negativo de su
pontificado fueron en mi opinión dos cosas: la primera que, procediendo de una
Iglesia —la
polaca—
atrincherada en sí misma por el acoso del régimen comunista, dio un frenazo al
proceso de renovación conciliar; la segunda fue no cortar por lo sano el
escándalo de la pederastia cuando llegaron las primeras denuncias al Vaticano,
permitiendo de ese modo que siguiera creciendo y les estallara en las manos a
sus dos sucesores. Quiso que no trascendiera el escándalo y logró todo lo
contrario.
De
Benedicto XVI (2005-2013) valoro especialmente su diálogo con la modernidad, su
magisterio doctrinal y haber sido capaz de renunciar cuando se vio sin fuerzas
para seguir adelante. Una debilidad importante —quizás
comprensible en un hombre que había dedicado toda su vida al estudio y no se
resignaba a dejar de estudiar—
fue no controlar la curia romana, que acabó convirtiéndose en un hervidero de
celos, ambiciones e intrigas.
Por
último, el Papa Francisco ha emprendido con pulso firme —sorprendente en un hombre de su
edad—
la renovación evangélica de la Iglesia. Es un papa que a nadie deja
indiferente: muchos —dentro
y fuera de la Iglesia— le admiran y para otros es un dolor de cabeza
que esperan se les pase pronto. Si
pensamos que Jesús de Nazaret provocaba esa misma división de opiniones, quizás
sea buena señal.
3. El papa
Francisco le dio las gracias a Benedicto XVI el primer día de su entrada en el Vaticano
“por la luz de su pontificado” ¿Ha sido Benedicto XVI el gran teólogo de la
Santa Sede?
De
la Santa Sede, sin duda; pero obviamente, en el conjunto de la Iglesia hay
muchos teólogos como mínimo tan potentes como él.
4. Benedicto
XVI ha dicho que atisba un cristianismo con menor número de cristianos pero más
auténtico ¿qué comentarios le merece esto?
Lo
de menor número de cristianos supongo que se referirá a Europa, porque el
número global de cristianos en todo el mundo está creciendo. Si de verdad ese
descenso numérico en Europa viniera acompañado de una mayor autenticidad
podríamos sentirnos satisfechos, pero el elevado nivel de vida y el relativismo
cultural empujan más bien hacia un cristianismo light. Convendrá no olvidar, sin embargo, que como dijo Jesús, «Dios puede sacar de estas piedras
hijos de Abraham»
(Mt 3, 9).
5. ¿Cuál
ha sido a su juicio el acontecimiento más sobresaliente en la Iglesia durante
los últimos años?
Sin
duda, el Concilio Vaticano II. En mi opinión, los años del postconcilio fueron preciosos:
un tiempo de creatividad ilusionada y de vitalidad desbordante en la Iglesia.
Pero la historia ha puesto de manifiesto que después de una revolución llega
siempre una contrarrevolución y se produce eso que uno de los padres de la
sociología —Max
Weber—
llamó «die Veralltaäglichung der Revolution», es
decir, «la rutinización de
la revolución»; o, traduciendo más
libremente, «el retorno de los
revolucionarios a la vida cotidiana».
6. El
próximo sínodo es sobre los jóvenes y su vocación ¿dónde cree que radica la
falta de vocaciones al sacerdocio?
Ante
todo me gustaría precisar que «vocación»
no equivale a vocación al sacerdocio o a la vida consagrada; la Gaudium et spes del Vaticano II y el
papa Francisco en la Amoris laetitia han hablado de la vocación al matrimonio. En cuanto a la escasez de vocaciones
sacerdotales, pienso que tiene diversas causas: principalmente la disminución brutal
de la natalidad y de la religiosidad entre los jóvenes; pero también la
elevación del nivel de vida, la disminución del prestigio social del sacerdocio
y de la vida consagrada...
7. ¿Se
está apropiando el Islam la creencia trascendente de Europa y Occidente en
general?
No
tengo esa sensación. En cualquier caso, todo dependerá de la actitud del Islam ante la modernidad que acabe prevaleciendo.
Al no estar presente en Europa en el siglo XVIII —a diferencia de lo que les ocurrió al
Cristianismo y al Judaísmo—,
el fenómeno de la Ilustración no tuvo ninguna influencia sobre el Islam. Es
ahora cuando la comunidad islámica, debido a la inmigración musulmana hacia
Europa y a la globalización cultural, se está viendo desafiada por la
modernidad y, mientras unos pocos musulmanes han iniciado el diálogo fecundo
con ella, otros han reaccionado con posturas fundamentalistas y luchan por
todos los medios —incluidos los violentos— para reimplantar con toda su pureza
las formas del Islam medieval.
8. ¿Cómo
describiría la vivencia del catolicismo en España? ¿Ya no somos más papistas
que el Papa?
Depende
de la parte hacia donde miremos, porque el catolicismo actual ha dejado de ser un
bloque monolítico y alberga en su seno posturas muy diversas. Algunos siguen
siendo más papistas que el Papa (sobre todo desde que ocupa la sede de Pedro el
papa Francisco), y en el otro extremo encontramos un grupo muy numeroso que es
todo lo contrario porque practican el «bricolaje
espiritual»:
aceptan algunas verdades católicas, rechazan otras y —para ser más ecuménicos—
completan su menú con creencias ajenas al cristianismo, como la reencarnación.
Entre unos y otros hay varias posturas intermedias.
9. Muy atrás quedó lo de la
Monarquía Católica en España ¿No es así?
Sin
duda. Siendo aconfesional el Estado español, «la
monarquía»
como tal no puede ser católica; puede haber —y
de hecho hay—
católicos que son reyes, pero no debe haber Reyes Católicos
10. El papa Francisco ha nombrado
fiesta obligatoria en la misa el día 22 de julio conmemoración de santa María
Magdalena. ¿Cree que se ha notado de veras la incorporación de la mujer a las
tareas de la Iglesia?
En
cuanto a lo de Santa María Magdalena, no es exactamente así. En 2016 un decreto
de la Congregación para el Culto Divino elevó su categoría litúrgica, pasando
de «Memoria» a «Fiesta», pero no es una fiesta «de precepto» —como
se decía antiguamente—.
Por encima de las «fiestas» están las «solemnidades».
Respecto
a la incorporación de la mujer a las responsabilidades eclesiales, se ha
avanzado mucho, pero quizás la Iglesia sea todavía la más masculina de todas
las instituciones.
11. ¿Qué libro está leyendo ahora
y qué libro prepara?
De
literatura estoy leyendo Jean-Christophe,
de Romain Rolland; y de teología Jesús de
Nazaret, de Gerhard Lohfink. En cuanto a mi propia producción, ayer precisamente
envié a la Editorial el libro que he estado puliendo este verano. Se titula El Credo explicado a los cristianos un poco
escépticos (y a los escépticos un poco cristianos).
12. Leeremos su libro Luces
y sombras de la cultura actual, pero cuales serían en resumen las más
decisivas.
En
ese libro analicé los rasgos que considero más característicos de la modernidad
tardía, valorándolos además desde la fe cristiana: la secularización, la
mentalidad científico-técnica, la voluntad emancipatoria, el individualismo, la
tolerancia, la mentalidad capitalista-burguesa, la fe en el progreso, la
erótica del cambio y la postmodernidad. Existían ya muchos análisis parciales
de la cultura actual, pero muy pocas visiones de conjunto; y en mi opinión esa
visión de conjunto es fundamental: En un puzle, cada pieza aislada nos dice poco; y
tampoco nos dice mucho más el conjunto de las piezas tal como están dentro de
la caja, desordenadas. Sólo cuando logramos encajar unas con otras descubrimos
tanto el significado del conjunto como el de cada pieza particular.
Muy interesante entrevista
ResponderEliminarGracias y saludos desde Monterrey, MEXICO
Me pareció un blog muy bueno y que no invita a todos a reflexionar que es lo que más e necesita. Bendiciones
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