-->
Julia Sáez-Angulo
Fotos: A Zapisek
26/3/19 .- Madrid .- Lo conocí en El
Escorial, cuando yo era ventiañera y le entrevisté como poeta para un diario
madrileño. Siguió la amistad y, una Navidad, Octavio Uña me dedicó un poema sobre
la nieve –que seguramente había visto en el maravilloso Jardín de los Frailes-
que me pareció una maravilla. Nadie me había dedicado nunca un poema, así que
se lo agradecí eternamente. Lo conocí al mismo tiempo que a su hermano, un
hombre entrañable que me mostró los alambiques del sótano escurialense, donde
él decantaba licores. Los tres visitamos la esplendente Biblioteca del
monasterio filipino y recorrimos los casi adarves de los tejados de pizarra,
desde donde se palpan las esferas pétreas del arquitecto Herrera.
Todos éramos más jóvenes entonces,
pero ahora somos más sabios y eso compensa, porque es más consistente y valioso,
sobre todo en el caso de Octavio Uña Juárez (Brime de Sog, Zamora, 1945),
porque lo tiene todo. Ha sido catedrático de Filosofía y de Sociología, decano y/o
profesor contratado en diversas Universidades, entre ellas Santiago de
Compostela, Castilla-La Mancha, Rey Juan Carlos y Pontificia de Salamanca. Es
autor de diversos libros en sus especialidades y como director de Departamento
fue muy suyo y no firmó algo que estimó no debía firmar.
Si nos ponemos numéricos, Octavio
tiene cinco licenciaturas, un Doctorado –como Dios manda- en Ciencias Políticas
y Sociología y tres cátedras en su haber en sus respectivas universidades. Y todo ello sin haberse engrasado en partido político alguno; todo un milagro. Su investigación ha excavado en la sociología del conocimiento y
de la comunicación, la sociología de la cultura, la literatura y la teoría
sociológica. Su ampliación de estudios en su día pasó por Alemania, Inglaterra,
Bélgica y los Estados Unidos. Un viajero nada pacato y con todo, orgulloso de
su origen zamorano. Hombre de Casilla universal, a juzgar por sus versos: Coelum undique et ondique pontus. Cielo por doquier y por doquier el mar. Agua y
aire.
Como vate, una de sus facetas que
más me interesa, tiene en su haber algo más de una docena de poemarios, que van
desde, Escritura en el agua (1970) a Cierta es la tarde (2011), pasando por Edades de la tierra (1977), Antemural. De una elegía por Castilla
(1979), Puerta de Salvación (2003), Estaciones de Abril (2010), Castilla, plaza mayor de soledades (1980),
Usura es la memoria (1981) –una , Mediodía de Angélica (1983), Ciudad del ave (1984), Labrantíos del mar (1986), Cantos de El Escorial (1987), Crónicas del océano (2003), Estaciones de abril (2010 o Puerta de salvación (2003). Buena parte de estos libros se han traducido a otras lenguas.
En 2017 publicó su Iluminaria. Poesía reunida (1976 -2017), una
elección difícil por tener que dejar excelente poemas fuera del amplio volumen.
Elías Rodríguez Díez hizo el prólogo. Actualmente, un grupo de escritores le preparamos
un homenaje por escrito (eso sí que es cómodo), en el que va un poema mío en su honor. Será
la forma de compensar algo aquel primer poema dedicado sobre la nieve, cuando
yo no alcanzaba los 30.
Conoce tanto a los clásicos greco-latinos, que los cita sin traducir. Mi asombro y admiración en este campo no tiene límites.
Conoce tanto a los clásicos greco-latinos, que los cita sin traducir. Mi asombro y admiración en este campo no tiene límites.
El culto y erudito profesor tiene amplia
y despejada cabeza; todo un busto para el bronce o el mármol. Practica la ironía
–el humor de la inteligencia, de Don Quijote o mas bien de Cervantes- y sus
conferencias, discursos y disertaciones son una fiesta para oídos sabios. En la
reciente presentación que hizo de un poemario de Sol de Diego, disfrutamos los
presentes con sus palabras llenas de humor y retranca, amén de conocimientos
sacros y profanos que se remontaban a los clásicos permanentes y actuales.
Virgilio y san Agustín, entre otros, se disputaban citas y aciertos en sus
palabras. La dicción del ponente es siempre bien articulada en castellano, algo
que se agradece de veras. Octavio, con su nombre romano tan sonoro, estaba
predestinado a grandes cosas.
Más información
Octavio Uña, Julia Sáez. Tomás Paredes
Gracias por traernos siempre personajes tan interesantes.
ResponderEliminarAbrazos
May
ResponderEliminarCon retraso, pero no puedo dejar de admirar a las personas que te rodean, este imán que tienes para que esté junto a ti lo mejor.
Gracias Julia por las experiencias que nos ofreces como conocer a Octavio. Todo un lujo.
Un fuerte abrazo.
Amalia
ResponderEliminarOctavio respira cultura con mayúsculas por todos lados. Como tú, Julia. Merecido homenaje a uno de los profesores y escritores que mejor mantienen el bastión del conocimiento. Además, El Escorial, como algunos sabemos, es un lugar mágico y especial que envuelve vidas y trayectorias. Que es Historia y encierra dentro elementos de la piedra filosofal que tanto ha sido buscada por sabios y alquimistas. Nos vemos poco, pero coincidimos mucho. A veces no todo es estar presentes físicamente. Para los que hacemos de la escritura y el pensamiento nuestras señas de identidad hay otros modos de compartir caminos, obra y vida.