sábado, 28 de diciembre de 2019

“A mi trabajo acudo, con mi dinero pago. Poesía y dinero. Antología poética desde el Arcipreste de Hita hasta la actualidad”, edición de José Carlos Rosales y publicado por Vaso Roto


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Julia Sáez-Angulo

            23/12/19 .- Madrid .- Poesía y dinero, ¿las dos caras de la misma moneda?, con este rótulo se abre el libro y sigue con la cita “El dinero es una forma de poesía” dice Wallace Stevens. Ciertamente el dinero como bien económico se puede transformar en cosas o actividades sumamente poéticas, por más que el dinero sea denostado, porque todo depende del cómo y otras circunstancias.
            A mi trabajo acudo, con mi dinero pago. Poesía y dinero. Antología poética desde el Arcipreste de Hita hasta la actualidad, es un libro en edición de José Carlos Rosales y publicado por la editorial Vaso Roto, que ofrece una rica bibliografía de consulta. El grabado de la cubierta es de Víctor Ramírez.

            El libro recoge los poemas relativos al dinero de medio centenar de poetas en español, que arranca con el Arcipreste de Hita y termina con Begoña Ugalde Pascual, pasando por nombres como Luis de Góngora, Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Sor Juana Inés de la Cruz, Rosalía de Castro, Juana de Ibarbourou... y siguen con Cristina Peri Rossi, Heberto Padilla, Ángeles, Mora, Cristina Morano, Luis Muñoz, Claudio Rodríguez, Ida Vitale, Luis Rosales, Nicanor Parra, Miguel Hernández, Amalia Batista, Jorge Luis Borges, Alberto García Teresa o Mónica Francés.

            “La poesía existe porque el tiempo existe y porque el tiempo nos rodea sin descanso, el tiempo es una condena, una prisión sin rejas, prisión sumergida en un movimiento perpetuo: del pasado al presente, del presente al futuro, movimiento circular que nunca terina de cerrarse”,  comienza escribiendo el editor en su ensayo introductorio titulado Poesía y dinero: ¿Las dos caras de una misma moneda?

            Y el mismo texto concluye: “Ya sé que alguien descreído dirá que tanto la poesía como el dinero son ficciones, artimañas o juegos. Probablemente llevaría razón: tal vez sean como diría el gran Joan Vinyoli, “jocs per ajornat la mort”, juegos para aplazar la muerte; y derribar el presidio invisible del tiempo. ¿Pero qué sería de la vida y del mundo sin el juego? En fin, solo me queda esbozar un deseo: no malgastemos nuestras sencillas y volátiles monedas, protejamos nuestra frágil libertad y sigamos leyendo toda la poesía del mundo”.




2 comentarios:


  1. JULIA:
    Parece un tema interesante y omnicomprensivo. Gracias poe el envío.
    Ramón

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  2. Muchas gracias por la mención, difusión o cita... Un saludo cordial, José Carlos Rosales.

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