martes, 23 de junio de 2020

“Epistolario de Fray Lorenzo de Villavicencio, Un Agustino espía de Felipe II en los Países Bajos”, con estudio introductorio de Javier Campos Fernández de Sevilla




F.Javier Campos y Fernández de Sevilla, historiador




Julia Sáez-Angulo

            22/6/20 .- Madrid .- El libro Epistolario de Fray Lorenzo de Villavicencio, Un Agustino espía de Felipe II en los Países Bajos, con transcripción y notas de Laureano Manrique y estudio introductorio de F. Javier Campos y Fernández de Sevilla, ha sido publicado por el Instituto Escurialense de Investigaciones Histórica y Artísticas.
            Se trata de una colección de cartas desde que narran en primera persona los sucesos del comienzo de la primera rebelión en Flandes, 1566 y siguientes, por un autor hasta ahora bastante desconocido.

La correspondencia del jerezano P. Villavicencio a Felipe II sobre los asuntos de los Países Bajos representa una interesante aportación a la bibliografía de la “Guerra de los ochenta años (1566-1648)”, centrada fundamentalmente en la primera parte del conflicto en la que el agustino actuó como agente privado del monarca.
“Fray Lorenzo llegó a Flandes acompañando al superior provincial para visitar y reformar la Provincia de Colonia de la Orden de San Agustín tras el derrumbe de la vida religiosa por la expansión del protestantismo y las secularizaciones masivas que se produjeron en el centro y norte de Europa, y quedando como superior del convento de Lovaina y luego residiendo en Brujas. Aprovechando su sólida formación teológica, bíblica y leguas clásicas se doctoró en la Universidad de aquella ciudad donde luego fue profesor en la Facultad de Teología, simultaneando la actividad docente, con la predicación y la edición de algunos libros”, recuerda Javier Campos en la introducción.
            “El movimiento de los protestantes españoles, el mundo de las ediciones, los canales de distribución y el comercio de libros de la feria de Frankfurt era un asunto que interesaba en España; el cardenal Carranza sugirió la posibilidad que se utilizase al P. Villavicencio para este fin sabiendo sus conocimientos de ciencias eclesiásticas. En la etapa de Bruselas el cardenal Granvela tuvo en el agustino un defensor de su persona religiosa y política. Y unido al agustino también estuvo su buen amigo Alonso del Canto que simultaneó su tarea de contador de las guarniciones y las grandes operaciones mercantiles de los españoles en Amberes con  los movimientos de los protestantes hispanos”.

“Las cartas recogen los tres temas fundamentales de aquellos años: el malestar por la creación de nuevas diócesis y la reorganización pastoral y territorial de la Iglesia, la promulgación de los decretos del concilio de Trento que había hecho Felipe II en todos los territorios de la Corona, y la instauración de la vigencia de los placartes dictados por Carlos I respecto a la inquisición, que creía que era la forma de dificultar la gran expansión que estaba teniendo la reforma protestante. (…)
Felipe II estimó la información que le facilitaba el P. Villavicencio y en otoño de 1566 lo recibió en audiencia privada en el Bosque de Segovia (palacio de Valsaín); durante tres días hablaron detenidamente y el religioso le entregó unos importantes informes. Luego se reunió el Consejo Real y pocas semanas después S.M. decidió que el duque de Alba se dirigiese a los Países Bajos con los tercios para acabar con las revueltas religiosas y la rebelión política. Sin embargo, fray Lorenzo creía que la solución estaría en que Felipe II viajase a los Países Bajos donde todavía había muchos buenos católicos y sinceros súbitos  de S.M., y queda patente en la mayoría de las cartas la tenaz y respetuosa insistencia con que se lo pide al rey”.

Al P. Lorenzo de Villavicencio se le ha conocido de forma parcial y subjetivamente como plagiador de obras teológicas y como religioso intransigente y radical; solo se han citado fragmentariamente sus escritos y algunos datos biográficos, salvo los estudios de Gachard a mediados del XIX, y ahora en el XXI por la Profesora Pérez Custodio; no se le analiza encuadrándolo como un hombre fiel a su conciencia de católico y súbdito leal a su rey en la España de mediados del XVI, que son las coordenadas válidas.


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