Julia Sáez-Angulo
Fotos: Adriana Zapisek
27/12/21.- Buenos Aires.- El gran escritor nicaragüense Rubén Darío, poeta, periodista y diplomático, padre del modernismo, renovador de la poesía en español residió en Argentina durante cinco años -1893-1898- y consideraba a este país su segunda patria o más exactamente su patria intelectual. Para ella escribió un bello “Canto a la Argentina” en 2010, mientras estaba en París. A lo largo de 25 años, el escritor nicaragüense publicó en las páginas del diario bonaerense “La Nación” más de seiscientas crónicas, cuentos, poemas, críticas de espectáculos, novelas, ensayos… Era un grafómano, un escritor nato.
Digna de destacar -se lo merece- es la estatua de cuerpo entero, nada de simple busto, que Rubén Dario (1867-1916), tiene en una fuente de los jardines de la avenida del Libertador, junto a una Leda y su cisne, frente a Apolo y su flauta, que no siringa. El caballo Pegaso en lo alto.
El escritor Borges lo elogia cuando dice en el Boletín de la Academia Argentina de las Letras en 1967: “Hemos sido injustos con él. Darío renovó la métrica, las metáforas y lo que es harto más importante, la sensibilidad. Cuanto se ha hecho después, de este o del otro lado del Atlántico, procede de esa vasta libertad que fue el modernismo”.
Yo me precio de parecerme en algo a Rubén Darío: soy grafómana como él.
CANTO A LA ARGENTINA
¡Argentina! ¡Argentina!
¡Argentina! El sonoro
viento arrebata la gran voz de oro.
Ase la fuerte diestra la bocina,
y el pulmón fuerte, bajo los cristales 5
del azul, que han vibrado,
lanza el grito: oíd, mortales,
oíd el grito sagrado.
—8→
Oíd el grito que va por la floresta
de mástiles que cubre el ancho estuario, 10
e invade el mar; sobre la enorme fiesta
de las fábricas trémulas de vida;
sobre las torres de la urbe henchida;
sobre el extraordinario
tumulto de metales y de lumbres 15
activos; sobre el cósmico portento
de obra y de pensamiento
que arde en las poliglotas muchedumbres;
sobre el construir, sobre el bregar, sobre el soñar,
sobre la blanca sierra, 20
sobre la extensa tierra,
sobre la vasta mar.
—9→
¡Argentina, región de la aurora!
¡Oh, tierra abierta al sediento
de libertad y de vida, 25
dinámica y creadora!
¡Oh, barca augusta, de prora
triunfante, de doradas velas!
De allá de la bruma infinita,
alzando la palma que agita, 30
te saluda el divo Cristóbal,
príncipe de las Carabelas.
—10→
Te abriste como una granada,
como una ubre te henchiste,
como una espiga te erguiste 35
a toda raza congojada,
a toda humanidad triste,
a los errabundos y parias
que bajo nubes contrarias
van en busca del buen trabajo, 40
del buen comer, del buen dormir,
del techo para descansar
y ver a los niños reír,
bajo el cual se sueña y bajo
el cual se piensa morir. 45
—11→
¡Éxodos! ¡Éxodos! Rebaños
de hombres, rebaños de gentes
que teméis los días huraños,
que tenéis sed sin hallar fuentes
y hambre sin el pan deseado, 50
y amáis la labor que germina.
Los éxodos os han salvado:
¡Hay en la tierra una Argentina!
He aquí la región del Dorado,
he aquí el paraíso terrestre, 55
he aquí la ventura esperada,
he aquí el Vellocino de Oro,
he aquí Canaán la preñada,
la Atlántida resucitada;
he aquí los campos del Toro 60
y del Becerro simbólicos;
he aquí el existir que en sueños
—12→
miraron los melancólicos,
los clamorosos, los dolientes
poetas visionarios 65
que en sus olimpos o calvarios
amaron a todas las gentes.
—13→
He aquí el gran Dios desconocido
que todos los dioses abarca.
Tiene su templo en el espacio; 70
tiene su gazofilacio
en la negra carne del mundo.
Aquí está la mar que no amarga,
aquí está el Sahara fecundo,
aquí se confunde el tropel 75
de los que al infinito tienden,
y se edifica la Babel
en donde todos se comprenden.
"Canto a la Argentina". Reverso del monumento
La crónica me lleva, por no muy sensata asociación de ideas, a la plaza Rubén Darío de Madrid.
ResponderEliminarRubén, inspirador de infinitos poetas... y también de algunos tangos. Nuevos saludos,
Raúl