Julia Sáez-Angulo
Fotos: Adriana Zapisek
3/1/22 .- Buenos Aires.- Hoy tocó la crónica a la pintora Adriana Zapisek, actualmente mi anfitriona en la capital argentina. Su obra la conocí en Madrid, sobre todo en la reciente retrospectiva de 40 años en Casa de Vacas en 2020, pero, en Buenos Aires, dejó buena parte de sus cuadros que van desde los comienzos en los primeros 80, a nuestros días. Una hilera abundante de peines aloja las obras con su consiguiente protección. De ellos van saliendo los cuadros, que muy pronto fueron conformando un lenguaje propio.
La pintora estuvo cinco años estudiando en el taller porteño del maestro Eduardo Mac Entyre (1929-2014), en Buenos Aires, uno de los creadores del Arte Generativo, con una metodología fértil, que da lugar a un sinfín de obras a partir de un núcleo inicial, de una figura previa que se expande sin límites.
Adriana Zapisek elogia de veras a su maestro Mac Entyre: “Estimulaba, pero no obligaba a seguir su propio lenguaje de modo inexorable, como me consta hacían otros maestros. Sus reflexiones no pasaban de decir: “dale una nueva vuelta a ese campo de color”, “mira bien esa zona” o “fíjate en ese ángulo del cuadro; yo lo revisaría de nuevo”. Le seguía fielmente, porque sus palabras me parecieron siempre sabias. Él por ejemplo nos decía a los alumnos: “No os presentéis nunca a los concursos, a menos que os inviten a hacerlo. Están todos amañados”. Tenía la mala experiencia de que un concurso en el que participó, le devolvieron el cuadro enviado tal cual, sin haberlo desembalado siquiera”. También nos recordaba la máxima de Mies van der Rohe: “Menos es más”.
“Lo mejor del maestro Mac Entyre era su insistencia para que el cuadro siempre funcionara por los cuatro lados. Nos hacía girarlos para comprobar si así sucedía. Mac Entyre era un gran tutor. Poco a poco me fui encontrando con mi lenguaje”. Como decía Cesare Pavese: “todo artista es monótonamente espléndido”, porque el lenguaje identificador va señalando sus obras.
Es asombroso comprobar, ya desde las primeras obras de la pintora, como funciona en todo momento la idea de composición y armonía al “dar la vuelta al cuadro” en sus cuatro posibilidades.
A los cinco años de aprendizaje, Mac Entyre le dijo a la pintora “Ya puedes volar sola”. Zapisek sintió vértigo en principio, pero él la tranquilizó: “Llámame por teléfono para cualquier consulta que precises”. Le costó dejar al maestro, pero fue una decisión necesaria, acertada.
La pintora comenzó muy pronto a trabajar por series, a las que ponía nombre según la situación emocional en que se encontrara: Traslaciones, La mirada de Dios; Nova; Feelings; Gemas; Cantar de los Cantares, Máscaras, Óperas… Muy pronto diseñó su lenguaje, en principio con líneas de borde duro y curvas, hasta que estas últimas fueron imponiéndose en su trabajo artístico. Los campos de color aparecen ya limpios y sus cuadros ya funcionan por los cuatro lados.
Trabaja siempre con boceto, para no dar lugar a la improvisación de la forma, aunque a veces, cambia los colores al llevarlo al lienzo. Guarda todos sus bocetos hechos con lápiz de color Faber Castell. Todavía recuerda el gran regalo de Navidad que le hicieron sus padres siendo niña: una gran caja con 48 lápices de color de la citada marca, que ella contemplaba golosa en la vitrina de una tienda, cada vez que pasaba por ella.
El aerógrafo fue una técnica que ocupó quince años de su trabajo, de 1985-2000, de ahí salieron grandes y bellas obras, sobre todo en la serie Gemas, pero llegó un momento en que dijo basta, para volver a la pintura de pigmento y materia. Se trataba de seguir indagando o investigando en la pintura, arenas, polvo de mármol, yesos…un campo infinito para hacerlo. Más adelante llegó en Madrid, en 2014, la herramienta de la computadora, que permite investigar en la forma y el color, y llevarlos a ejecución más adelante.
Al recorrer Buenos Aires, Adriana Zapisek va señalando los distintos lugares en los que expuso, desde su galería en la calle Arroyo, hasta el Museo José Hernández, Centro Cultural Recoleta, Museo Raggio, Museo Antropológico de Buenos Aires y otros.
La pintora, cosmopolita, ha expuesto en distintas ciudades internacionales como Londres, Zurich, Varsovia, Roma, Sevilla, Málaga, Colonia, Bruselas, Sofia, Miami, Beijing, Yakarta, Hong Kong, Singapur...
Más información
https://lamiradaactual.blogspot.com/2020/09/adriana-zapisek-buscando-lo-sublime.htm
"Santo Espíritu" (1997), de la serie "La mirada de Dios"
Guang -Dong (2007), de la serie "Máscaras"
"De la serie "Feelings" (1989), 100 x 100 cm"Energía I" (1985,) 100 x 100 cm
Buena crónica y buena artista. Feliz año porteño!
ResponderEliminarUn espectáculo de imágenes,una gran artista
ResponderEliminarHermosa pintura llena de luz
ResponderEliminarEstupenda obra Adriana!
ResponderEliminarUna serie que crece en esa búsqueda de lo más allá que convoca y abre a dejarse llevar.
Un saludo y un 2022 creativo
Querida Adriana: No entiendo de pintura ya lo sabes,pero me gusta mirar tus cuadros.Que veo en ellos,que siento al contemplarlos? Dibujos abstractos muy sugerentes,colores luminosos y pura naturaleza.
ResponderEliminarNo puedo expresarlo de otra manera,no encuentro palabras,pero me encanta tu pintura.
Felicidades artista!!!