María Eugenia Martínez, anfitriona del cocido madrileño
Carmen Valero Espinosa
Fotos: Peter Wall y Mai Pire
7/1/24.- Madrid.- María Eugenia Martínez, farmacéutica y presidenta de la Tertulia Ilustrada es madrileña, de familia madrileña por los ocho apellidos de todas partes, ejerce orgullosa como tal madrileña en todo momento. Sus paseos por el centro y los museos de la capital son su disfrute y siempre que puede se da un paseo por la antigua y familiar Droguería Martínez, al lado de la castiza Posada del Peine.
Como buena madrileña no podía menos que dar culto al cocido madrileño, que ella celebra, una vez al mes, con amigos cada mes en su casa. Los amigos proceden de dos fuentes: la Universidad o la Tertulia Ilustrada. “Somos ocho amigos a la mesa, en cada ocasión, para estar holgados y poder conversar tranquilamente”, afirma.
El día del cocido madrileño en casa de María Eugenia, se celebra generalmente el viernes, porque el fin de semana libra la chica interna que lo cocina, bajo la enseñanza y supervisión rigurosa de la chef: la propia María Eugenia.
La clave de un buen cocido depende de diversos factores, que la anfitriona tiene muy en cuenta: los garbanzos finos pedrosillanos, es decir de la localidad salmantina de Pedrosillo el Ralo (hay otros Pedrosillo en la península), aunque María Eugenia anda buscando el también fino y genuino garbanzo madrileño, que se está promocionando la Comunidad de Madrid, ya que, en esta Villa y Corte, es donde adquiere fama el cocido madrileño.
No olvidemos que en España, tierra de garbanzos, existen diversas variedades locales. Las más habituales: el garbanzo pedrosillano, el lechoso, Alcazaba, el blanco andaluz, el garbanzo de Fuentesaúco (algunos dicen que el mejor), Fardón, Pico Pardal, Puchero y el garbanzo Bujeo.
No nos gustan los garbanzos gordos, que se pelan al cocer y una encuentra pellejos por todas partes. Son ordinarios, menestrales. Hay quien toma los garbanzos solos o en la sopa. Sabemos que esta segunda manera es poco fina, pero se tolera al que lo hace.
Carmen Valero -yo misma-, que sabe de cocidos, le proporciona con frecuencia los garbanzos pedrosillanos a María Eurgenia, pues los adquiere en la segoviana localidad de Villacastín, cerca de la urbanización de Puente Viejo, donde suele ir a descansar con frecuencia.
Los ingredientes del cocido, oportunamente preparados, proceden de una carnicería tradicional y de confianza para la anfitriona: Deleite, en la calle Cea Bermúdez. Buen morcillo de ternera, hueso de jamón, pollo de corral, cuarterón de tocino, chorizo de matanza y morcillas de arroz y cebolla. La patata y el repollo acompañarán siempre a los garbanzos.
El cocido madrileño de María Eugenia merece figurar en las mejores listas, junto a los de Lhardy, Malacatín, La Bola, Taberna de La Daniela, La Gran Tasca, Casa Carola, El Mordisco, Casa Ciriaco… o El Charolés en San Lorenzo de El Escorial.
No falta en casa de María Eugenia el arte de la buena mesa, con manteles de familia en hilo blanco, bordados con punto Richelieu, encajes y otros primores, vajilla de La Cartuja sevillana con bajoplatos y platos del pan plateados; cristalería de La Granja o de Bohemia, según los días, y, por supuesto, jarra y cubiertos de plata, de los que no admite el lavaplatos, porque son antiguos y se rayan.
Ser invitado al cocido madrileño de María Eugenia Martínez es un honor. Por él han pasado personajes ilustres como Julia Sáez-Angulo, Nené Calvet, Ascen Raposo, Pedro García Molano, Mabel Dorado, Miguel Fernández Pineda, Mercedes Ballesteros, Pablo Reviriego, Adriana Zapisek, Mario Saslovsky, M Pilar Venegas, Antonio Zuazo, Juana Mari Herce, Rosaura de la Cueva, J.L. Alloza, Maigualida Pire, Pilar Lage, Víctor Morales, Pilar Carpio, Gema Piñana, Cuqui Valero, Carmen Lastra… El próximo "cocido" está al caer.
Como en casa de María Eugenia, a diferencia de entre los ingleses, se puede hablar de política y religión, las diatribas pueden ser animadas, porque el humor y la ironía no faltan y las buenas maneras, tampoco. Maners before moral, que dicen los ingleses. Nadie se pasa, como en el Congreso.
Mas información
Pedro García Molano, buen degustador del cocido
Garbanzos pedrosillanos
Nené Calvet, Pedro y Carmen Valero Espinosa
plato y mantel de prosapia
María Eugenia preside y Mai Pire sonríeMai Pire ante el belén napolitano de María Eugenia
Eh!!! Que yo también he sido invitada a ese sabroso cocido y bien que me lo pasé.Maria Eugenia sabe hacer Patria y Amigos.
ResponderEliminarGracias a la anfitriona por esos días de delicias y glamour.
El cocido es un manjar incluso en solitario. Luego con buena mesa y conversación es un privilegio. Mis respetos a esta interesante actividad que bien haría extendiéndose en otros círculos. En la parte madrileña de La Mancha se suele hacer con Las Gachas.
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ResponderEliminarjavier villán zapatero : Los madrileños, nativos o de adopción, somos muy dados a reunirnos en torno plato legumbres a hablar de política. Famosas fueron LAS LENTEJASde MONA Jiménez....con Fraga, Aznar, Boyer, Adolfo Suárez, Garrigues Walker , y otros privilegiados. El cocido madrileño tiene hasta una CANCIón
Cocidito madrileño
del ayer y del mañana
que sabe a yerbabuena
y a verbena.etecé
Buenos y muchos cocidos para este año. Nos vemos en lhardy . O Zalacatin..O LA BOLA, que tampoco están nada mal....Ninguno será como el PUCHERO que hacía mi madre. Ni de lejos
Queridos amigos
ResponderEliminarDos o tres veces he comido cocido en España. El cocido de marras, según las fotos, tiene toda la pinta de ser un verdadero banquete. Para colmo, los fiambres son españoles. Mi tenue musa intentará improvisar una coplilla al famoso cocido madrileño.
Muchas cosas son famosas
en la Villa de Madrid:
su delicioso cocido
tentará hasta a un querubín.
Y me tiento e improviso otra, algo pedante y gramatical.
Doña Gramática dice
que hay dos hermanos de lengua:
el cocido y los biscochos,
que de "cocer" traen la fuerza.
Dos o mil veces cocidos,
son una rara belleza.
No molesto más con mis coplillas y van mis madrileños saludos,
Raúl
María Tecla Portela Carreiro : ¡Me ha encantado! Carmen escribe muy bien y es "gente fina". El cocido - y, en este caso, su presentación- merecían esa crónica.
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